Por Leonardo Morales
En un artículo anterior
habíamos advertido que el PSUV se acercaba a una derrota de serias
consecuencias, y hoy lo apreciamos a la luz de los devastadores resultados
electorales del 6D, que ponen en evidencia la debacle del modelo inaugurado por
Chávez hace 16 años.
Más de dos millones de votos
de diferencia, 57 diputados menos que la oposición hablan de la monumental
paliza que recibió el chavismo, sin comentar que la MUD cuenta con mayoría
calificada.
El comando cívico-militar de
la revolución, como gusta a Maduro llamar pomposamente a los jefes de la
revolución, fueron ridiculizados por los ciudadanos venezolanos que acudieron a
votar. Dos de sus más encumbrados jefes militares, Ameliach y Cabello,
saborearon el amargo sabor de la derrota; otros como Vielma Mora, Arias
Cárdenas, Carneiro, Rangel G. y Mata Figueroa se atragantaron de la misma
pócima que le dispensaron los ciudadanos.
Maduro a casi una semana de
los resultados cree que aun anda en campaña electoral, sigue sin dar debida
lectura a lo ocurrido el 6D. El jefe de del Comando de Campaña pareciera
requerir de alguno de sus colegas para superar el veredicto popular.
El PSUV necesita realizar una
profunda evaluación de su derrota, revisar sus políticas y, en particular,
redefinir el modelo económico fracasado y derrotado por los venezolanos. La
actual dirigencia no puede seguir fundamentado su fracaso en ficciones, en
guerras inexistentes como la económica. No pueden seguir hablándole al vacío y
a la nada; los seguidores, que por lo pronto se mantienen fieles, exigen
explicación sobre temas que los afectan directamente: la inflación, el
desabastecimiento, la delincuencia, entre otros graves problemas claramente
terrenales.
El Capitán Ameliach, aun
cuando derrotado en Carabobo, eleva una sincera reflexión cuando señala: “…los
resultados desfavorables deben pecharse a los dirigentes de la Revolución.”
Esta posición puede ayudar a reorientar la política y el ejercicio de gobierno
que aún lo ejerce el sr. Maduro, quien, al parecer, sigue bajo los efectos
anestésicos de la derrota y no logra percibir la realidad tal cual ella es.
A Maduro hay que ayudarlo a
despertar y a entender que sigue siendo el jefe de gobierno, que el desastre y
las razones por las que el pueblo votó contra él son de su propia
responsabilidad y no puede esconderse ni huir de las atribuciones y
responsabilidades que la Constitución le otorga.
Los gritos y chillidos no
aliviaran la derrota. Insistir en la política desarrollada hasta ahora tampoco
espantará un nuevo fracaso. Mantener tercamente el modelo económico solo
avizora el fin del PSUV como opción política.
12-12-15
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