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sábado, 19 de diciembre de 2015

¿Quién es el pueblo soberano?


Por Alberto Lovera


El pueblo soberano habló, y habló claro. Quiere cambio. Unas elecciones parlamentarias, sí, pero convertidas en un plebiscito por el propio presidente Maduro sobre su gestión, que haciendo caso omiso a su impopularidad, les dio el abrazo de la muerte a los candidatos del oficialismo, convirtiéndose en su promotor, violando la Constitución y las leyes, y así lo entendieron los electores. Ya sabemos lo que dijeron con su voto.


La correlación de las fuerzas políticas ha cambiado de manera clara, se ha volteado la tortilla. Ahora el oficialismo representa el porcentaje que hasta hace unos años representaba la oposición, no es poca cosa y no hay que menospreciarlo, pero la mayoría ha optado por darle su apoyo a la MUD de una manera contundente.

Lo hemos dicho muchas veces en este espacio: la arrogancia de la actual cúpula del poder los obnubila, no les deja ver lo que sucede en las mentes, en los corazones y en la vida cotidiana del pueblo, no supieron interpretar los reclamos y la molestia popular, el impacto de su incompetencia en la gestión; tampoco que casi nadie les cree que son otros los culpables, no pueden evadir su responsabilidad ante una economía desquiciada, una vida ciudadana llena de inseguridades de todo tipo y la reversión de la mejoría pasajera en sus condiciones de vida de los sectores populares.

La encuesta de la UCV, USB y UCAB sobre condiciones de vida, realizada en 2014 y 2015, que en cumplimiento de sus funciones se vieron obligados a emprender ante el silencio informativo oficial en ámbitos claves: económico, salud, vivienda y servicios, inseguridad, entre otros, nos muestra el grado de deterioro a que hemos llegado, un giro de 360 grados o peor. Eso permitía entender mejor las encuestas de opinión y electorales que pronosticaban el resultado que se produjo el 6D. En un año las condiciones de vida se deterioraron en tal nivel que tenemos una pobreza mayor que en 1998, aunada a otros signos igualmente preocupantes para el futuro de nuestra gente.

Diseñaron un sistema electoral creyendo que siempre los beneficiaría, ahora descubren que aún con todo el ventajismo descarado del partido-Estado no pudieron doblegar la voluntad popular que quiere un cambio de rumbo.

Acostumbrados a manejar todos los poderes a su antojo, ahora se encuentran que al mecanismo se le atravesó un obstáculo inesperado: la gente decidió restituir al parlamento sus funciones: controlar, legislar y ser el foro del debate plural. Algo normal en cualquier democracia, donde no siempre el ejecutivo cuenta con mayoría parlamentaria.

Ciertamente tanto ganadores como perdedores deben saber leer los resultados para no equivocarse. Mientras la MUD ha venido haciendo una lectura sin aspavientos de su triunfo, no sucede lo mismo con el gobierno que parece no haberse enterado de una nueva mayoría política y social por el cambio. Todas las triquiñuelas que está intentando, además de una suicida campaña de persecución y amedrentamiento es una bofetada a la voluntad popular. El pueblo soberano es el mismo cuando ellos ganaban como ahora que han perdido. Es la regla de la democracia que están obligados a respetar. No pueden desconocer el veredicto inequívoco de la mayoría de la población, a riesgo de agravar los males que están aquejando a nuestra población.

La situación crítica que está sufriendo nuestro país debería obligar al gobierno a buscar la colaboración de poderes para enfrentarla. Su empeño en persistir en una estrategia económica, social y política fracasada es una temeridad, sabiendo que ha quedado en minoría y que el reclamo por el cambio y la rectificación es inocultable. Como le es desconocer el veredicto del pueblo soberano, como ya algunos voceros del oficialismo han amenazado. Ojalá entiendan que nuestro país está en la ruta del cambio y hay que respetar lo decidido por los votantes, incluidos los que lo hicieron por la fórmula oficialista. 

Tendrán que demostrar que son verdaderos demócratas sometidos al dictamen de la voluntad popular, cualquier otro atajo es una violación flagrante a las libertades democráticas y a nuestra Constitución


18-12-15



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