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domingo, 17 de enero de 2016

Desmontar el conflicto, por @felixpalazzi



FÉLIX PALAZZI sábado 16 de enero de 2016

Para muchos sigue siendo una interrogante si el gobierno respeta o no la voluntad popular expresada a través del voto. En ocasiones anteriores, cuando ha salido derrotado, se ha valido de ventajismos para imponer mecanismos paralelos que lo ayuden a mantener su estructura de poder. Ya llevamos demasiado tiempo viviendo de un conflicto a otro. Todo parece anunciar que "por ahora" el conflicto frontal y abierto entre poderes se ha postergado. El gobierno apuesta a la polarización y a la agudización del conflicto a través de la confrontación de poderes. La oposición, sin embargo, incluso arriesgándose a un rechazo por parte de sus seguidores, supo jugar políticamente y lidiar con el problema. Lo errado o acertado de esta jugada se verá a corto plazo.

Para desmontar el conflicto es necesario fomentar el surgimiento de voces distintas a las comúnmente escuchadas. Líderes o instituciones con autoridad moral que pueden ponderar racionalmente la situación. Sin duda alguna, la nueva Asamblea se convierte en un espacio público privilegiado para promover esa necesidad. Pero es necesario que la comunidad nacional se sienta conectada con el discurso de los diputados. Esto no ocurrirá únicamente por el carisma o la elocuencia de un líder o una institución, sino cuando la sociedad empiece a verse representada en las ideas expresadas por los diputados y amparada bajo sus acciones concretas. Cuando la Asamblea sea el canal que permita catalizar la gravedad de la crisis que atravesamos.

Por ahora, las elecciones del 6 de diciembre colaboran con el retorno al equilibrio de fuerzas políticas en la sociedad. Algo que es ausente a toda la lógica militarista y excluyente. De ahí que el retorno al juego político se imponga a los intentos por seguir en la dialéctica de la antipolítica, caracterizada por la exclusión y el desconocimiento. De la astucia y la experiencia acumulada dependerá que los distintos sectores confrontados puedan aprender a entenderse y saber cómo interactuar por el bien común del país.

Otro factor importante en el escenario actual es la aceptación y el reconocimiento de instancias de mediación. Las universidades, las organizaciones no gubernamentales, las organizaciones populares y las comunidades organizadas deben ser escuchadas, aunque difícilmente el gobierno aceptará la mediación de alguna de estas instancias. Cuando lo ha hecho las ha amordazado a sus exigencias previas.

La Asamblea Nacional, sin embargo, puede ser un espacio ideal para integrar a estas instancias de mediación. Una de ellas es la Iglesia. Sin embargo, luego del reciente pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Venezolana, hemos sido testigos de fuertes represalias verbales en su contra. El gobierno rechaza la participación de la Iglesia en la vida política del país pero apadrina y ensalza a los clérigos y religiosos que simpatizan con su causa ideológica. La Iglesia, fiel a su magisterio social, tiene pleno derecho a expresar su opinión sobre la realidad que padecemos. Es su legítimo derecho manifestar su preocupación por la situación del país sin optar por un partido o proyecto político.

Asumir la realidad y buscar una salida es urgente. Los obispos llamaron a fomentar iniciativas que ayuden a lidiar con el hambre del pueblo. El gobierno sigue prometiendo volver a los sembradíos verticales. La Conferencia Episcopal habla de "ollas comunitarias". En todo caso, sólo recuperando la conexión con el individuo concreto, sus necesidades y padecimientos, y ofreciendo soluciones viables y sostenibles, podemos empezar a desmontar la crisis. La Asamblea es el espacio más adecuado para esto.

Feliz Palazzi

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