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domingo, 24 de enero de 2016

Emergencia económica por @leomoralesP


Por Leonardo Morales


Aunque resulte sorprendente el presidente Maduro presentó ante la Asamblea Nacional y ante el Tribunal Supremo de Justicia, específicamente la Sala Constitucional, el decreto en el cual se esboza el Plan de Emergencia Económica. De los últimos es posible sospechar de su participación en la elaboración del Decreto, por lo que la declaración de constitucionalidad del documento era posible conocerlo casi que de inmediato. En cuanto a la AN, por su propia conformación, y aun cuando se han declarado en sesión permanente, se llevarán los días que corresponden.


El contenido del decreto está conformado por 5 considerandos que lejos de fortalecer las razones para elevar tal solicitud la debilitan. El gobierno, este y el anterior, que en fin de cuentas es el mismo, va para 16 años en el poder con una misma orientación económica,  cuyas consecuencias son las que en las actuales circunstancias soportan los venezolanos.

En los considerando del decreto el presidente no explica a dónde fueron a parar las enormes cantidades de dólares que le ingresaron al país por la renta petrolera. En dónde se encuentran los ahorros que el país debió hacer en los momentos de los altos precios de los hidrocarburos. Por el contrario, los especialistas del gobierno, suerte de embusteros contumaces, reinciden o se esconden tras el argumento de la guerra económica, escaramuza de muy baja credibilidad tan suficientemente comprobada por los sondeos de opinión pública.

Sin duda el gobierno está preocupado. Este año se le presenta profundamente difícil: debe cumplir con los compromisos de la deuda externa por ellos mismos contraídas, en momentos en que los precios petroleros amenazan con colocarse al mismo nivel que el costo de producción del barril de crudo. Junto a ese panorama el mecenas favorito, la espléndida botija china, ha dejado de mostrar su mejor cara.

Durante los años de destrucción revolucionaria el gobierno acabó con el aparato productivo del país, que no era gran cosa pero era algo, y afianzó el carácter rentista de la economía venezolana. Ahora quiere una Venezuela productiva pero no tiene  como, no hay dinero para invertir y, más complejo aun, nadie tiene confianza en el gobierno.

Por otro lado, Maduro en su discurso anuncia que hay que acabar con el populismo, signo inequívoco que de ahora en adelante los sectores más empobrecidos y vulnerables de la sociedad comenzarán a recibir lo peor de la crisis que desde al año pasado se apoderó del país.

Maduro está en un laberinto; en la búsqueda de salidas se encuentra con una medida neoliberal, dirán ellos, como el aumento de la gasolina, estúpidamente obviada; el FMI estará en su agenda y el pulso no temblará para firmar acuerdos. Así, poco a poco, se extinguirá lo que pomposamente llaman revolución.

23-01-16




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