Páginas

viernes, 22 de enero de 2016

Maduro y su emergencia económica, por @romanibarra



Román Ibarra 21 de enero de 2016
@romanibarra

El Presidente Maduro acudió a la Asamblea Nacional cumpliendo con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, para presentar –presuntamente- la memoria y cuenta de la gestión de su gobierno en el año anterior, es decir, 2015. Se le fue el tiempo divagando en un discurso circular, incoherente, fuera de lugar, y lleno –otra vez- de epítetos y mensajes sin destino.

Así mismo, aprovechó para entregar a las autoridades de la nueva Asamblea Nacional el Decreto de estado de excepción económica, según el cual, pretende dedicar el mayor esfuerzo en la recuperación económica y financiera de la república, en los términos que están consagrados en la Constitución en los artículos 337, 338, y 339, el cual, deberá ser estudiado, y discutido por la comisión designada al efecto para decidir acerca de su aprobación, improbación o modificación.


Pues bien, nadie niega que estemos en un estado muy delicado, y excepcional que obliga –como no- a una emergencia en materia económica, y financiera, pero que también encierra unos deberes a cargo del gobierno para enderezar el rumbo que ha venido marcando en los últimos 17 años, y que ha significado la ruina absoluta del país en las manos de Chávez primero, y ahora de Maduro. Por qué el pueblo venezolano tiene que pagar las calamidades creadas por el comunismo militarista y corrupto, y en consecuencia asumir el peso inmenso de una ruina creada por quienes dirigen el país?

No, la Asamblea Nacional tiene la obligación de discutir y evaluar con ojo crítico el instrumento que ha recibido, pero debe –tal como ha hecho- convocar la opinión de las academias, dirigentes sociales, emprendedores, empresarios, comerciantes, y todo aquel que pueda ayudar a organizar la respuesta frente al decreto propuesto. Es necesario que con la alternativa de propuesta y modificación que haga la Asamblea del Decreto propuesto, también se exija cambiar el rumbo en el sentido de que el gobierno asuma su responsabilidad y en consecuencia actúe de una vez en la dirección del aumento de la gasolina; de la recuperación del campo venezolano; del sector privado de la economía; que ofrezca garantías jurídicas verdaderas para la inversión privada nacional e internacional; que genere un ambiente propicio para la gobernabilidad construido a partir de la relación fructífera entre gobierno, empresarios, y trabajadores, esto es, el tripartismo que garantice creación de empleos bien remunerados, baja conflictividad social, y un ambiente gubernamental generador de reconocimiento y espacios para la gobernabilidad democrática. La alternativa que proponga la nueva Asamblea Nacional, debe auspiciar la resolución de los problemas que más destruyen la calidad de vida de los venezolanos: acabar con la regaladera de petróleo a Cuba, Petro Caribe, Petroamérica, abandonar la compradera de armas a Rusia; reducir drásticamente la inseguridad; la Ley de Repatriación de Capitales; y muy especialmente tiene la obligación de impedir que el gobierno convierta el Decreto en una arma destructiva, y deletérea de la escasa y muy debilitada propiedad privada.

Es inaceptable que pretendan convertir al sector productivo en el nuevo Daka para pagar los platos rotos del populismo irresponsable. Los ojos de país están puestos, así como las esperanzas de todos los venezolanos de bien en la Asamblea que elegimos el 6D. El gobierno ha de entender que si quiere apoyo para su decreto tendrá que acceder a negociar un pacto de gobernabilidad que garantice la sustentabilidad de nuestras vidas, de lo contrario –tal como se ha venido anunciando- será arrrastrado por alguno de los mecanismos constitucionales  para ponerle término a su mandato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico