Por Alexis Alzuru
Preparase para una batalla definitiva
y constitucional contra el oficialismo no es incompatible con el deber que
tiene el parlamento de legislar. Aprobar leyes en materia social y económica o en
cualquier otra área no debe ser un obstáculo para debatir una visión de
sociedad. Hay que legislar al tiempo que se delibera puertas afuera del
parlamento. Trasladar la Asamblea a la calle permitirá que la gente reconozca
que sus deseos y metas coinciden. O la oposición reinventa la función
deliberativa o sus diputados corren el riesgo de quedar acorralados en un
laberinto jurídico; un escenario que por supuesto le conviene al gobierno. Por
eso, con independencia de lo que ocurra este año tal vez haya que activar un
proceso constituyente; esto es: De discusión sobre el presente y futuro de la
nación; lo cual se traduce en debatir las modificaciones que deben realizarse
al contrato social vigente para tener el país que todos los venezolanos
merecen.
Deliberar cara a cara con los
ciudadanos pareciera una función clave para esa mayoría que ahora controla la
Asamblea. Después de todo, la tarea pendiente no sólo consiste en tratar de
paliar el daño que este gobierno ha provocado sino en aumentar al máximo la base
de apoyo del proyecto de cambio. Para decirlo sin tapujos: Se necesita que la
tesis de la renovación del poder antes del 2019 se convierta en un deseo
unánime. Ahora bien, el posicionamiento de esa idea exige perfilar la Venezuela
alternativa y posible.
En el contexto actual de la
república, deliberar debería significar emocionar al militante opositor; pero
sobre todo debería denotar la necesidad de seducir a quienes se abstuvieron o
votaron nulo. Hay que construir una agenda para predicar la buena nueva; para
dialogar desdela esperanza y la inclusión. Una agenda que conecte con los
corazones de los que no se sienten interpelados ni interpretados por el mensaje
de los adversarios de este gobierno agonizante.
Unidad en las expectativas,
ilusiones y sentimientos antes que en cualquier otro ámbito es lo que se
requiere para sustituir por completo al régimen de Maduro y Cabello. El
acercamiento de las bases de esta sociedad fracturada es un asunto de
motivaciones antes que de fríos razonamientos jurídicos. He allí el reto que
tiene el liderazgo opositor y, en particular, la mayoría parlamentaria. Están
obligados a posicionar un relato y una simbología, un “imaginario”, que desde
los sentimientos reconecte al pueblo que sigue receloso aun después de las
elecciones. El rencuentro emocional es un prerrequisito para terminar de
alinear a los venezolanos. Incluso, las mayorías chavistas cerrarán filas
contra Maduro y Cabello cuando sus emociones sustituyan a los pocos argumentos
que todavía tienen para apoyarlos o desconfiar de la oposición.
El revocatorio del presidente
o una constituyente tocan a las puertas del 2016. Las decisiones apuradas y de
último minuto de los diputados oficialistas indican que la cúpula roja buscará
guerra y no acuerdos con la mayoría parlamentaria. Además, el consenso es
imposible con unos dirigentes que están más cerca del crimen organizado que de
los principios democráticos. Sin embargo, esa pelea que se avecina dará lugar a
estériles disputas a menos que los diputados de la MUD la re-enmarquen en el
espacio de la política. En este terreno la confrontación se convertirá en actos
de persuasión; lo cual permitirá convencer a la población para activar el
revocatorio del presidente o una Constituyente.
Por cierto, que el voto es la
única arma para sustituir al gobierno no hace falta repetirlo de nuevo porque
esa opinión se demostró contundentemente con las parlamentarias. Los millones
que asistieron a las urnas dejaron bien claro que en esta lucha con la podrida
elite del chavismo no se necesitan barricadas ni caudillos y mucho menos pactos
secretos con militares. Además, el pueblo dejó constancia de que apoyará la
unidad, la sensatez y la transparencia antes que el personalismo, la maniobra y
la violencia en cualquiera de sus expresiones.
Fue popular, colectiva y
pacífica la victoria del pasado diciembre. Un éxito que habla de la conciencia
cívica que hoy tienen los ciudadanos. De hecho, no se debería perder de vista
que mientras Maduro y Cabello aumentaron sus abusos y atropellos el venezolano reforzó
su fe y su compromiso con la Constitución y las instituciones. Esa lección de democracia
habrá que recordarla y tenerla muy presente; pues todos los pronósticos dicen
que este año será estremecido por verdaderas tormentas políticas.
09-01-16
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