Por Arnaldo Esté
Uno puede pensar, con
necesario optimismo, que lo que está ahora ocurriendo en los ambientes
políticos, entre gobierno y opositores, son unas fintas, requiebros, regates,
amagos, engaños, disimulos. Al ver las cadenas y tómbolas del gobierno tengo
que recordar el famoso Haka de los jugadores del equipo de rugby All Blacks de
Nueva Zelanda, antes de un partido.
En un tono fuerte marcan las
distancias y propósitos mayores tal vez imposibles de lograr, pero que puedan
ser el preámbulo, casi siempre existente, de un entendimiento, de una
negociación.
Incluso, hay chismes –el
anfiteatro digital de Internet es ideal para los chismes– de que ya hay
conversas. Esto podría presentarse como perspectiva si no se toma en cuenta un
tercer equipo y apremio, lo que está ocurriendo en la calle y en todas partes:
la crisis crece por días y con ella no solamente la penuria y la mengua, sino
el profundo daño ético que se le hace a la nación. Un daño que, como muchos ya
advierten, podría tener insólitos cursos.
El cuadro del gobierno es
confuso y resulta difícil establecer grupos, jerarquías o tendencias en un
bosque de desconfianzas y malicias, en el que los aplausos y risas obligadas no
pueden ser ocultados a unas impúdicas cámaras HD.
Los servicios de información,
policiales, militares o importados, seguro que han alertado sobre el acantilado
y lo difícil de usar paracaídas. Tampoco se pueden excluir los consejos de
seguir las experiencias de muchos retornos, sobre todo el de Ortega en
Nicaragua: ¡paciencia que sí volverán!
Sabemos que, más allá de los
alardes y fintas, las mejores negociaciones tienen que ser discretas para que
los discursos y asambleas no incomoden las sutilezas, y el “ganar-ganar” se
vuelva un argumento que oculte la derrota y apacigüe a los caletreros.
No basta, entonces, la simple
negociación de dos factores. En ella tiene que incluirse que los daños ya
causados y sufridos no deben incrementarse, y que los inevitables acuerdos
internacionales a los que haya que llegar coloquen al país en una necesaria recuperación
ética.
Si yo me equivoco y si no son
puros amagues lo que contemplamos, sino reales decisiones de buscar la
confrontación y la violencia y agregar a la crisis general el desguace físico,
habrá que contar también la negación de toda inocencia. Los más entogados,
uniformados y condecorados cargarán con las culpas.
06-02-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico