Por Jesús Alexis González, 21/03/2016
Iniciemos con una premisa: En Venezuela, el aumento
salarial impulsado por disposiciones gubernamentales y financiado con dinero inorgánico (no emana de la estructura
productiva) estimula el deseo por adquirir bienes (demanda) que ¡no existen!,conformando por tanto una inflación de demanda—la capacidad de
producir se mueve a una velocidad muy inferior a la demanda—que induce una continua pérdida del valor del bolívar
que va “inflando” una burbuja caracterizada
por la presencia de más dinero en el
“bolsillo” y menos bienestar; que irremediablemente es rota (la burbuja)
por las garras de la malvada inflación produciendo una onda expansiva que altera el costo y calidad de vida de los
ciudadanos, al tiempo de profundizar cambios importantes en la
institucionalidad motivados por una crisis
política y una crisis económica en
un escenario de pérdida de legitimidad
de desempeño del Gobierno (ausencia de gobernabilidad) en mucho
condicionada, aparte de sus malas maneras de gobernar, por el comportamiento y la dirección que toma la
economía. A tenor de ello, una mayoría poblacional del país tiene, y con
sobradas razones, la percepción (como
“vemos” una situación por medio de nuestros mapas mentales, dando por válido
que esa es la realidad) que nos encontramos en un “agujero económico” ante la falta de funcionalidad de las
instituciones para dar solución a los problemas (fuente de crisis), habida
cuenta de una negligente burocracia (condicionada
por dogmas ideológicos) y de una perturbadora
corrupción que tienen al país al borde de un colapso económico (paralización del aparato productivo y sin
divisas para importaciones) que obviamente acrecentará la escasez, el
desabastecimiento y la inflación.
La crisis
política (política: arte de negociación para conciliar intereses), ha de
entenderse como un rompimiento del
normal funcionamiento del sistema político (forma de gobierno que engloba
las instituciones políticas para conducir una Nación) que altera las relaciones
con los actores sociales quienes, en consecuencia, impulsan una crisis de legitimidad al desaprobar los
representantes políticos (incluido el propio Presidente de la República) haciendo detonar los conflictos con el
combustible de las tensiones y desesperanzas acumuladas, cuya resonancia se
intensifica (en la Venezuela actual) por una indeseable situación de enfrentamiento entre poderes originarios (Ejecutivo y Legislativo) que menosprecia la voluntad y soberanía del pueblo.
La crisis
económica, hace referencia a un empeoramiento
sustancial de las variables económicas a la luz de una disminución general
en la actividad del aparato productivo (volumen de producción y empleo) causado
por una inestable política
macroeconómica (grandes agregados) que afecta al unísono la oferta y la
demanda en un contexto de paralización de las inversiones (recurrentes y
nuevas) ante la presencia de una creciente incertidumbre y de una elevación del
riesgo (conflicto de poderes), agravado por una mayor penetración del Estado
(aumento de su tamaño) bajo la presunción de intentar resolver los hechos de forma autoritaria, lo cual repercute en
más inestabilidad sociopolítica (falta
de acuerdos) al deteriorar el ejercicio de las libertades individuales y los
derechos políticos de la ciudadanía, fruto de un Gobierno que no tiene la
capacidad para tomar decisiones (ingobernabilidad) ajustadas a las expectativas
de los actores sociales. Es de acotar, que los trastornos que afectan la
producción y por ende al consumo (desequilibrio entre la oferta y la demanda de
productos) se extienden a todo el entorno económico siendo que su intensidad y duración depende de la causa que lo origina,
que para el caso venezolano se identifica con hechos vinculados con una
ausencia de economía política, aplicación de equivocadas políticas económicas,
ineficiente gasto público, despilfarro de las reservas internacionales,
monetización del déficit fiscal, crecimiento de la liquidez monetaria y
otros,aunado a undesperdicio de
cuantiosos ingresos petroleros bajo el ampara de la corrupción; que en su
conjunto están muy por encima de la situación
coyuntural de la caída del precio de nuestro crudo, o acaso cuando el
precio promedio suba y se estabilice ¿habremos superado la crisis? o
continuaremos culpando al denominadorentismo
petrolero(¡para no explicar nada!)que
cara al futuro pudiera acompañarse de un rentismo
minero con perfil chino.
En tal escenario, surgen improvisaciones
gubernamentales descontextualizadas en procura de “capsular”, por un lado, el descontento de los estratos sociales
menos favorecidos con “políticas públicas” focalizadas (Misiones) sin atacar las causas de su pobreza (en
perversa estrategia electoral); mientras que a los trabajadoresse les crea una ilusión
monetaria mediante aumentos del salario mínimo en un ambiente de escasez de
bienes y de galopante inflación que les perpetua un “salario de hambre” en retribución a un trabajo, generalmente
absorbente, con el que se gana la vida e intenta mantener a su familia;
aspiración que queda capsulada en una ¡burbuja
salarial!.
Venezuela, viene experimentando una prolongada situación recesiva (cuando
el PIB decrece durante más de dos trimestres consecutivos) que ha superado unos dieciséis trimestres con manifiesta
ruptura del equilibrio oferta demanda a pesar de haberle ingresado en
“revolución” cerca de ¡$ 2billones! y
aun así la economía se encuentre
paralizada; con excepción de los nuevos ricosde la “burguesía
revolucionaria” quienes presuntamente han trasladado su influencia hacia lo
interno del “partido único”, hasta convertirse en vitales “conductores del
proceso” haciendo, en conjunto con la cúpula partidista, un pésimo uso del
“marxismo” teniendo como mayor logro el haber refundado un “criollo” enfoque de lucha de clases: bachaqueros/ hogares
“cazadores” de productos/burocracia comunal; con obvio efecto destructivo sobre la clase media estrato multiplicador por excelencia
de progreso y bienestar.
Reflexión final: Dando por válido, que la crisis política y económica
(ambas de lenta y difícil recuperación) no hacen mella en el espíritu democrático del venezolano, al
tiempo de tener poco efecto sobre “problemas” de confianza en las
instituciones democráticas (salvo notables
intereses soterrados deantipolitica),
pero que si alteran la paz ciudadana
ante la pérdida de bienestar; nos induce a preguntar: ¿Hasta cuándo el
pueblo seguirá soportando un desgobierno?
¿Hasta cuándo la sociedad permanecerá
anclada? Inferimos que ¡¡la mecha se
está acabando!!
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexisgon
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