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viernes, 18 de marzo de 2016

Con el agua no se juega y los caraqueños lo saben


Por Daniel Rojas


Horarios y cotidianidad se han trastocado por el racionamiento de agua que activó este año el Gobierno Nacional en Caracas. En las calles, los citadinos cuentan qué hacen para sobrellevar la coyuntura

Es seguro que este texto le interesará, por grado de afinidad colectivo, si usted es de los que ha tenido que reconceptualizar el concepto del tobo y sus usos.

El envase de plástico con asa de metal es el protagonista infaltable de la cotidianidad de los caraqueños, a partir de la entrada en vigencia del nuevo cronograma de racionamiento de agua en la Gran Caracas.


Ya sea para bañarse, o para echarle agua a la poceta, para fregar o mantener el líquido depositado, nadie parece escapar del envase y menos de las consecuencias derivadas de no contar, de manera continua, con el agua.

Desde los entes públicos, la Hidrológica de la región central (Hidrocapital) recomendó a la población tomar baños de corta duración (tres minutos aproximadamente) para ahorrar al menos 27 litros de agua y puso a disposición de los ciudadanos, las 24 horas del día, el número telefónico 0800-Potable (0800-7682253), para que los capitalinos puedan reportar las averías y tomas ilegales.

Aun así, las consecuencias de vivir días a la semana sin agua ha modificado horarios, en todos los casos, y también ha creado nuevas formas de relacionarse con el uso del líquido, a través de la conciencia ciudadana.

Contrapunto salió a las calles para saber qué es lo que les toca hacer religiosamente a los ciudadanos para ahorrar el preciado líquido, aun cuando algunos aseguran que Hidrocapital incumple los horarios de racionamiento, y ello ocasiona un malestar mayor.


“A mis matas nunca les falta el agua”

En La Rinconada nunca falta el agua. “Eso no nos pasa a nosotros allá. Sé que hay un cronograma, pero en mi casa siempre hay agua”, dijo Simón Rodríguez, vendedor de flores.

Diariamente, en su casa rocía las pequeñas matas que luego comercializa en Chacaíto, porque por sus tuberías siempre sale el agua y sino “tenemos un tanque full”.

Según el Plan Especial de Abastecimiento 2016, en La Rinconada los días sin servicio serían los viernes y sábados, pero Rodríguez reitera que Hidrocapital no ha cortado el servicio ningún día.

“De todas formas, en mi casa estamos claros que tenemos que guardar agua porque nunca se sabe qué puede pasar. Pero,siempre con esos tobos llenos”, indicó.


“En Petare nunca hay agua”

Desde el carro de perrocalientes que administra en el bulevar de Sabana Grande, Nayid Zabala hace malabares para que no le falte el agua en su trabajo o en su casa.

Para lavar la lechuga, tomates y cebollas con las que rellenar los perrocalientes (obvie el tema higiénico) saca una manguera prestada de un negocio cercano.

“Somos panas de la tienda de enfrente y ellos nos prestan una manguera para que lavemos los alimentos, aunque hay varios días que les cortan el servicio y entonces eso se resuelve con tobos de agua”, cuenta el joven.

Su hogar queda en el barrio Carpintero de Petare, donde el servicio de agua nunca ha sido regular.

“Mira, cuando la gente dice que les quitan el agua, a mí me da risa porque en Petare el agua siempre falla. En diciembre, no tuvimos agua como por una semana y uno se acostumbró a los camiones cisternas o a bajar las escaleras para llenar los tobos en algún chorro”, relata.


“Yo crecí bañándome con tobos”

Para Juan Flores, heladero, que exista un plan especial de racionamiento no le causa perturbación porque durante casi toda su vida vivió con la incertidumbre de saber cuándo llegaría el agua al barrio Gramoven, donde creció y vivió hasta los 40 años.

Ahora, a sus 53 años, vive en una residencia en La Hoyada, donde habitan otras 80 personas. La regla es administrar cuidadosamente cada gota de agua.

“Compartimos bateas y baños. Entonces, todos estamos muy pendientes de no malgastar el agua. Yo siempre me la paso cerrando las llaves y apagándome las luces de los pasillos, porque la gente derrocha mucho. Yo lo que hago es que el agua que cae con jabón después de bañarme es la que uso para echarle a la poceta”, afirmó.

Igualmente, en La Hoyada el agua nunca falta, así como en La Rinconada.


“Para no gastar el agua salgo a comer a la calle”

En Los Palos Grandes el plan de racionamiento es puntual. Con disciplina inglesa les cortan el servicio hídrico los sábados y domingos.

Jorge Blanco es comerciante y le va bien económicamente con su negocio, por eso los fines de semana decidió no quedarse en casa para cocinar con su esposa, sino comer los tres platos en la calle.

“Por culpa de este Gobierno ahora ya ni agua tenemos. Ellos le echan la culpa al El Niño, pero en otros países este problema no lo hay. Mi esposa y yo guardamos el agua y no cocinamos los fines de semana, sino que salimos a restaurantes a comer”, expresa.

Además, achaca el problema a lo que denuncia “pésima administración” gubernamental hacia las represas hidrológicas del país.

“Descuidaron el Guri y ahora los afectados somos todos los venezolanos que no tenemos agua y en muchas ocasiones ni siquiera luz. ¿Esto es justo? Estoy seguro que no, pero nos seguimos calando esto”, manifiesta.


“Mi esposa y yo lavamos a mitad de tarde”

Richard Silva es co-propietario de un pequeño restaurante, popularmente conocido como Los Colombianos, en Chacaíto. Él y su esposa Amira trabajan en dicho lugar y viven en el municipio Chacao. Allí, en su hogar, no disponen de agua por tubería los sábados y domingos.

“¿Qué hacemos? Bueno, mi esposa se va a mitad de tarde un día y yo el otro para lavar la ropa y limpiar la casa a profundidad, porque los sábados trabajamos y no tenemos agua, sino en pipotes y tobos”, asevera.

En el restaurant el agua no escasea, porque tienen un tanque que les surte del preciado líquido.


Los que se lucran

A mediados de febrero Contrapunto publicó el texto Caraqueños deben pagar seis veces más por el agua debido al racionamiento actual, en el cual se reflejó que por esta coyuntura cada servicio de cisterna cuesta entre 7 y 8 mil bolívares, para tener con qué bañarse, cepillarse, fregar, lavar, entre otras tareas domésticas.

En el texto se lee que anteriormente los cisterneros podían pasar una semana sin prestar ningún servicio, ahora pueden recibir hasta 10 llamadas diarias por cada camión. Sin embargo, hacen menos viajes, porque el déficit de 35% en las lluvias en los últimos tres años también ha reducido el nivel de los pozos.

Durante su comparecencia ante la comisión de Ambiente y Administración de Servicios el pasado miércoles 27 de enero, la presidenta de Hidroven, Siboney Tineo, indicó que existe un plan de abastecimiento que cuenta con 1.200 cisternas, de las cuales 350 fueron incorporadas en 2014 y 850 son nuevas unidades. Eso implica la toma de control de las rutas para "garantizar que el servicio llegue a las comunidades más necesitadas".

15-03-16




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