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miércoles, 16 de marzo de 2016

De maduro a podrido, por @yilales



Miguel Yilales 15 de marzo de 2016

Así como nuestro idioma tiene sus dificultades así mismo ocurre con la política venezolana. Aquí la polisemia (varios significados para una misma palabra) aplica por igual para el español y para el desempeño público.

Aquí existe un órgano que tiene la responsabilidad de la investigación penal y que bajo su égida actúan los acusadores pero que discrecionalmente inventa cargos a los inocentes para mantenerlos tras las rejas y prudencialmente se hace la vista gorda ante lo que se conoce como notitia criminis porque nadie denuncia y si hay denuncias las desestima por infundadas, en especial, si es contra los capos del partido al que pertenece la jefa de ese despacho.


Fíjense que en la masacre ocurrida en Tumeremo, primero negada por el gobernador Francisco Rangel Gómez y luego tildada de show politiquero por los diputados oficialistas, no se inició la investigación hasta que se puso color de hormiga.

El heredero arruinado e indocumentado que dirige los destinos del país, en uno de sus actos de populachería barata dijo que investigarían lo ocurrido en Tumeremo por lo que militarizarían la zona, con lo cual ya se sabía que no investigarían nada y que los militares por analfabetismo funcional contaminarían la escena del crimen.

A botar lo inservible

De lo primero, ya el defensor que actúa como fiscal dijo hacia donde van las primeras pesquisas: hay unos colombianos involucrados. De ahí seguirá la estructura argumental: colombiano significa que son paramilitares; por esas interpretaciones chavista paramilitar es clara alusión a Álvaro Uribe; involucrar a Uribe es decir Barack Obama y la derecha internacional; Obama renovó el decreto contra los funcionarios corruptos aunque para el régimen es contra Venezuela (será por la cantidad de chavistas involucrados) para ocultar la masacre que hicieron los marines junto a la oposición apátrida que apoya el decreto. En conclusión la culpa de la masacre es de la oposición.

De lo segundo valdría preguntarse ¿qué sabe el burro de pasta de dientes si lo que come es pasto? Una cúpula militar (parece que este término les contraría aunque lo aplican para la iglesia, los partidos políticos y los sindicatos) que desconoce las mínimas normas de investigación policial más allá de lo que hayan visto en las series de televisión, no investigará sino que empastelará todo en la zona. Sus primeras actuaciones así lo demuestran: atacan a los familiares de los desaparecidos y no a los que perpetraron los hechos.

¿Quién en su sano juicio le diría a los nazis que investigaran el genocidio? ¿Alguien puede creer que este cuerpo militar investigará los intereses del gobernador (que es general), que saludan militarmente y le rinden cuentas? Un régimen totalitario que resucitó el delito de difamación e injuria para perseguir políticamente a los periodistas (su última víctima es David León Natera y El Correo del Caroní) ocultará, negará y encubrirá cualquier información que lo pueda salpicar.

Estamos ante unos desalmados que prefieren ver morir a todos los venezolanos antes que llevar a juicio a los responsables de los desmanes que se han cometido en nombre de este bodrio de revolución, que dicen gobernar para todos aunque eso signifique solo para ellos y que les parece sano jugar con la esperanza de la gente. Cuando las cosas entran en proceso de descomposición, huelen mal, no sirven y la solución es botarlas y en Venezuela ya la situación pasó de Maduro a podrido.

Llueve… pero escampa

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