Por Betty Nuñez
Cada vez está más claro que la
agenda política se aleja de la agenda social. Oposición y oficialismo se
empeñan en definir quién tiene más poder que quién y mientras tanto varias
protestas de los ciudadanos venezolanos se desarrollan a nivel nacional. Ayer
los choferes y usuarios de San Antonio, una señora en la camionetica, la
comunidad de Mariches y docentes de las escuelas nacionales protestaron
pacíficamente por razones legítimas ¿Quién los escucha? Acá el resumen de lo
que para mí fue un día de protesta:
En San Antonio: aumenta
el pasaje, porque aumenta el repuesto
Desde que uno decide usar el
transporte público para salir a la calle arranca la protesta: ayer en la
mañana, en la emisora colocada por el chofer para acompañar su jornada laboral,
reportaron dos protestas en el estado Miranda, la primera era una protesta de
choferes de San Antonio que, ante la negativa de los usuarios por pagar un
pasaje superior al legalmente establecido los choferes, decidieron no salir a
ofrecer sus servicios.
Los choferes reportaban que
los repuestos y mantenimientos para sus autobuses estaban demasiado elevados y
el pago del pasaje, a 85bs por persona, no les generaba ganancias suficientes
para cubrir necesidades y mantener en buenos estados sus unidades de transporte.
Por su parte, los pasajeros reportaban que ese aumento no estaba en gaceta
oficial y que pasaba por encima del acuerdo al que habían llegado en la reunión
de la mañana del día miércoles.
La situación de San Antonio
durante el día de ayer representa dos protestas en una y cada una tan legítima
como la otra.
En Mariche no hay agua:
un problema nacional
En la misma emisora más
adelante reportaban: “La cola en la avenida Boyacá es por protesta en
Mariches, vecinos protestan trancando la vía debido a la falta de agua”.
Esta situación es un problema
que afecta los venezolanos a nivel nacional y es bien sabido por todos que la
protesta de Filas de Mariches el día de ayer no ha sido la única referida al
tema.
Una señora se queja de
los bachaqueros
En la camioneta, la señora que
me acompañaba empezó hablarme: “¡Esto se tiene que acabar!, los bachaqueros se
tienen que ir, se tienen que ir presos”.
Al ver que no contestaba me decía:
“Señora, no tenga miedo somos venezolanos y nosotros votamos por ellos aquí hay
que decir las cosas como son, los bachaqueros están jugando con la necesidad de
la gente y ellos tienen que ir presos. No tenga miedo señora aquí las cosas hay
que decirlas como son. ¡Esto se tiene que acabar!”.
Me quedé pensando que quizás
la señora transmitía el sentir de muchos que no pueden hacer colas porque su
tipo de trabajo se lo impide, por razones de salud o porque simplemente no
cuentan con tiempo para hacer cosas. Subir en camioneta por toda la avenida
Baralt y ver colas largas y gente acumulada en la entrada del local comercial
se convierte en una forma de visibilizar la realidad, quizás todos los
diputados, ministros no han visto la forma en la que los ciudadanos del país
invierten su tiempo y agotan sus energías. El problema del bachaqueo encierra
tantos canales de distribución “ilegal” que facilita y profundiza esta crisis.
Pero en la Asamblea Nacional y en el discurso oficial la pelea por el
poder político es un tema a atender con mayor importancia.
Docentes: “¡Resteados jamás
arrodillados!”
Y es que cuando creo que he
dejado de observar y escuchar lo mal que está el país, al llegar a la esquina
Salas se escuchan a un grupo de personas gritar: “¡Docentes resteados! ¡Jamás
Arrodillados! ¡Y no! ¡Y no! ¡Y no nos quitarán el derecho a protestar!”.
Pensé en todos los docentes
del país en aquellos que tienen vocación, en aquellos que la van perdiendo y en
otros que no son recuperables.
Recordé cuando una amiga me
dijo: “Yo estudiaré educación y seré ministra”.
También recordé a muchos docentes
comprometidos que han pasado por mi vida y que entregaron su tiempo para
formarme. Sentí que el no solidarizarme o no visibilizar esta protesta era
hacerme cómplice de la situación por la que atraviesan quienes contribuyen en
la formación de los futuros profesionales y trabajadores de este país. Después
de esa mañana de protesta no hacer nada representaba para mí una elección
demasiado egoísta.
Me acerqué y hable con el
vocero Edgar Machado, presidente del Sindicato Venezolano de Maestros de Distrito
Capital, quien junto a un grupo de docentes de escuelas nacionales y
representantes de la Federación Venezolana de Maestros mostraban pacíficamente
su indignación ante la firma de un contrato colectivo que les parecía injusto y
de espalda a las bases, un contrato colectivo que les ofrece “un sueldo de
hambre”. Durante esta semana habían realizado un consultivo entre los
diferentes docentes de las unidades educativas de Caracas y el rechazo de este
contrato colectivo había sido unánime.
Pese a lo anterior, mientras
estos docentes con pancarta en mano protestaban, el señor Edgar aseguraba:
“Sabemos que ahí están firmando el contrato”, señalando hacia el edificio del
Ministerio del Poder Popular para la Educación, donde solo dos vigilantes de
seguridad observaban las protestas desde la terraza. La puerta de este
Ministerio estaba cerrada y del resto en ninguna de las ventanas del edificio
se vislumbraba a algún funcionario público.
Los docentes protestaban y
solicitaban “un sueldo digno para todos educadores a nivel nacional”. Y es que
el problema del docente no es solamente el salario. El Ministerio del Popular
para la Educación hizo caso omiso y firmó.
Al finalizar este artículo en
mi casa no hay agua y como ironía a mi punto de vista “se fue la luz”. Entiendo
entonces que el problema no es de Caracas sino de un país entero, pidamos y
ayudemos a Dios para que más pronto que tarde nosotros y nuestros gobernantes
sepamos atender la agenda social y se superen, de una vez por todas, los
conflictos de agenda política.
11-03-16




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