Por Mabel
Sarmiento Garmendia
El sector educativo comenzó
2016 declarándose en emergencia, no solo por los bajos salarios, sino por la
mala infraestructura, las pocas oportunidades de avance profesional, la
imposibilidad de comprar viviendas, por la inseguridad dentro de las aulas y
por un puñado de demandas más.
A finales de febrero fue
cuando el Ejecutivo nacional firmó con 17 organizaciones sindicales de escala
nacional y regional (que agrupan a 700.000 maestros) el VIII Convenio de
Contratación Colectiva, que establece un aumento de 55% en el salario en marzo,
17% en junio y otro incremento de 10% para septiembre.
El beneficio salarial base de
un docente I, con 36 horas académicas a partir de este mes será de 17.337,44
bolívares, desde junio 19.938,05 bolívares y para octubre 22.928,75. Además que
se les aumentó el HCM a 100.000 bolívares con una cobertura especial de otros
100.000 bolívares y servicio funerario por ese mismo monto.
La Convención, entre sus 200
artículos, dice además que se cobrarán 105 días de vacaciones (antes eran 75
días) y un bono navideño de 9.000 bolívares. Mientras que las primas de años de
servicio aumentaron a 120 bolívares y las de transporte a 1.700 bolívares.
Cuentas sin memoria
Pero más allá de la visión
salarial y echando un ojo a la rendición de cuentas del Ministerio de
Educación, el gremio aún no está contento.
El sistema educativo sufre un
estancamiento depresivo, según el profesor Luis Bravo, investigador de Memoria
Educativa Venezolana.
Empezando por el
financiamiento del sector que muestra una severa distorsión. Bravo dice que cuando
se calculan las asignaciones, no sobre el gasto del año anterior,
sino por “montos caprichosos y deficitarios que obligan al crédito adicional de
sobrevivencia, no hay posibilidad alguna para la inversión autónoma”:
Tampoco ha habido una marcada
variación en el incremento de la matrícula en el ámbito oficial.
En total dice la Memoria y
Cuenta que para el cierre de 2015 estaban matriculados 5,93 millones de
venezolanos, (sin contar las misiones y la Educación Superior).
Pero también refleja que para
2015 la cifra fue de 6,07 millones. Es decir que registró un descenso de
144.242; y si se calcula la regresión en 10 años (nos ubicamos en 2005) tenemos
que hay unan diferencia de 796.289 menos.
Por ello, Bravo habla de un
estancamiento depresivo. “Pero donde más se ve la afectación es en el ámbito de
la primaria, donde se muestra un franco retroceso debido al agotamiento de
la iniciativa protagonizada por el Gobierno central”.
En este campo primer grado es
el que más presenta retroceso en la matrícula, lo que incide luego en la
culminación de este ciclo.
Otro dato destacado por el
investigador es el hecho de que la educación privada tiene crecimientos
históricos en casi todos sus niveles. Todo indica que el Gobierno
Educativo marcha a contracorriente de lo establecido en el 103 y 109 de
la Constitución del año 1999”.
Foto: Cheché Díaz
15-03-16
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