Por Ricardo Ríos
Una de las cosas más
difíciles de aceptar es que no es mala idea repetir las cosas que le dieron
buenos resultados.
La Unidad, con su correlato
organizativo la MUD, ha sido una de las propuestas más complejas y productivas
de la historia reciente del país. Una somera revisión de su biografía nos
muestra que ha estado marcada por un intenso debate entre esa ruta democrática
que privilegia la participación popular a través de las elecciones y las luchas
reivindicativas y aquellas supuestas soluciones expeditas de donde no saco ni
el golpe de Carmona, ni la abstención del 2005, ni las dos guarimbas.
Del acierto que significó la
candidatura de Manuel Rosales al 6D-15, pasando por el 2D-07, las
parlamentarias del 2010 y las dos candidaturas de Capriles, hemos avanzado en
la consolidación de una mayoría democrática en condiciones extraordinariamente
adversas, con no pocas derrotas en el camino, divisiones y conflictos internos
muy severos.
No ha sido un camino exento
de riesgos: miles de prisioneros, muertos, diputados golpeados y destituidos,
alcaldes presos, desconocimiento de resultados electorales dan fe de ello. Con
una tenaz participación de los partidos, y de los ciudadanos no organizados en
partidos, hemos sabido conjugar las diferencias en pro de la defensa de lo que
nos une.
La MUD, el principal
instrumento de conducción de la lucha democrática en Venezuela, es una organización
creada para lograr que desaparezca, para que tengamos una democracia amplia
donde la interacción partidista sea uno de los baluartes de la participación
ciudadana; pero, ese momento no ha llegado y la MUD aún tiene mucho que dar.
Un resultado no deseado del
6D, ese que demostró que se pueden ganar elecciones, es que algunos entendieron
que tiene sentido darle sabana a los proyectos primarios y básicos de las
organizaciones, poner a competir propuestas y aspirantes a muchos cargos, todas
labores inherentes al quehacer democrático sin duda alguna, pero que no siento
que hayan sido debidamente priorizadas.
El principal mandato que se
recibió del electorado fue el cambio. Convencimos a los venezolanos de que el
modelo chavista se agotó, a tal extremo que el gobierno de Maduro lo hizo
propio al agregarle que fue el rentista el que se agotó. No se pueden dejar de
lado las expectativas de los electores sin consecuencias. No es un alerta
pacato sino un firme reclamo lo que redacto.
La ruta multiforme para sacar
a Maduro la veo más como una incapacidad de asumir una línea clara que un
dechado de sabiduría estratégica, más una muestra de debilidad que de fortaleza
que debe ser corregida con urgencia. Ya hay varias agendas en marcha para la
elección de gobernadores, sin que ninguna esté incorporada a lo que arriba dije
que fue el mandato popular del 6D.
El país marcha por un
derrotero de tragedias, los signos de descomposición pasan a ser rasgos,
nuestros electores quieren líneas claras de acción que apunten a superar este
desastre y no permitir que se perpetúe por la vía de los hechos, a través de
trapisondas y negociaciones de baja luz.
No hago un reclamo
catastrofista, reconozco los logros alcanzados en tan corto tiempo en la AN,
sobre todo al poner de relieve el carácter cada vez más dictatorial del régimen
de Maduro con el rol asignado al TSJ. Es porque valoro en alto grado que
actuando unidos somos más poderosos y eficaces, que escribo estas notas.
He visto expresiones de
sectarismo de mozuelos, etarios o mentales, anunciando la supremacía de SU
proyectico. Hago un alerta temprano: unamos la Unidad.
05-04-16
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