Por Víctor Amaya
¿Qué puede pasar aquí?
-En tiempos de incertidumbre, lo que más se pregunta la gente es qué puede pasar aquí. Se ha ido agravando mes tras mes la incertidumbre y cada vez más va creciendo la convicción de que incertidumbre significa algo concreto: cualquier cosa puede pasar. Yo no descarto nada. Creo que es una situación muy volátil. Hay que tener cuidado con la aceptación que pueda ir ganando la idea de un golpe de Estado. Ese es mi temor. Si la gente se desespera con un cambio, alguien se lanza con una aventura y de repente hasta consigue apoyo. Pero ese que tampoco se entusiasme tanto porque las expectativas son muy altas. La gente está hablando de hambre. En ese nivel, el raciocinio político se altera seriamente. Ya no hay una necesidad de cambio sino un desespero.
Y aun así a Maduro le sigue
saliendo apoyos por encima del 25%
-Sí, y eso llama la atención. Pareciera que eso fuera el núcleo muy duro de lo que era el chavismo, que todavía se mantiene. Tal vez irreductible. Pero ya no es el 41% del 6D.
Claro, pero con un piso
político de un cuarto del país a favor se puede hacer mucho
-Subrayo la palabra volatilidad. Cuando dejas de estar en el gobierno, unos cuantos se mueven para otro lado. En otras encuesta he visto que la MUD o la Asamblea Nacional han bajado en aceptación, y fíjate que vi una encuesta muy reciente del área metropolitana, de la empresa Varianzas, donde los actores sociales con mejor opinión, ninguna fabulosa, están en 6 puntos de 10 y no más. Esos son la iglesia y la empresa privada. Una cosa nunca antes vista eso de las empresas. Insisto en la volatilidad. Cualquier cosa puede pasar, y puede que ya nada nos sorprenda.
La oposición luce más
envalentonada. ¿Lee una estrategia en los llamados a la calle?
-La oposición está tratando de dar nuevos ánimos, nuevas esperanzas a la población. No te olvides que la promesa de los cambios profundos que iban a venir con el 6D fue inmensa. Al mes decían "qué quieren ustedes, 3 o 4 meses es muy poco tiempo". Luego, "dense cuenta que el régimen no nos deja trabajar". Explicaciones tal vez válidas, pero el resultado es que la gente se decepciona de la promesa. Ahora el revocatorio es la nueva promesa. Una nueva esperanza. También se le ha dicho a la oposición que no moviliza a la gente, la élite, opinadores, algunos académicos, dice que no se muestra fuerza. Incluso (Fernando) Mires ha dicho se necesita salir a la calle. Bueno, la oposición lo está haciendo ahora. Esperemos a ver qué pasa. Porque yo me tomo muy en serio lo de la incertidumbre.
Lo único certero es que el
deterioro socioeconómico avanza rápido.
-Como avanza más rápido la desesperación, la decepción, la búsqueda de cambios cuanto antes. Estamos hablando de que falta comida, de una inflación que no nos deja de sorprender. El tiempo de la gente va mucho más rápido que el tiempo político. Ahora comienzo a ver la preocupación seria de la dirigencia opositora por ese desfase temporal. Ahora, estamos en mayo, el revocatorio sería, lo calculan, hacia noviembre. ¿Dónde vamos a estar en noviembre? La lógica dice que vamos a estar mucho peor. A mí me preocupa mucho, me angustia francamente, que se agraven los problemas, que quienes gobiernan sean incapaces de dar respuesta efectiva y que la oposición pierda el liderazgo y así surja un tercer actor que prometa cualquier cosa. ¿Quién? No lo sé. Pero precisamente uno se angustia porque uno no sabe. Algunos lanzan nombres para reducir su incertidumbre. Yo creo que incluso puede ser otro que ni sabemos ni imaginamos.
Hay quien habla de Miguel
Rodríguez Torres, de Henri Falcón, de gente que parecieran caminar entre
bandos, ni lo uno ni lo otro.
-Y se menciona a Baduel. Incluso en estos días la gente comienza a preguntarse en qué anda Clíver Alcalá Cordones, que era tan importante cuando estaba activo, tan beligerante, tan prochavismo, y ahora retirado de repente aparece criticando duramente el Arco Minero. Hasta eso. Lo que pasa es que estamos en tiempos de una desconfianza creciente y generalizada.
¿La crisis pudiera arrollar a
oficialismo y oposición por igual?
-Esa posibilidad se la he escuchado a Alejandro Moreno, que dijo que podemos ir a una especie de sociedad feudal en la que cada quien tiene su terrateniente, su pran de confianza; el que controla donde vives, te cuida, te protege. Esto lo veo cada vez más probable. Pero esa probabilidad puede llevar a ambos grandes actores, Gobierno y oposición, a tener que dialogar para alcanzar un acuerdo.
Eso implicaría que los actores
tuvieran esa capacidad. No la hemos visto por ningún lado. En TalCual
sabemos que en el Vaticano se dieron unas reuniones, y El
Nacional publicó que con la Iglesia intervino a favor del
revocatorio.
-Y venía un alto funcionario del Vaticano, el monseñor (Paul Richard) Gallagher. Hay pruebas de la preocupación muy seria del Vaticano por lo que ocurre aquí. El Curazao Chronicles publicó que la Cruz Roja pide apoyo para prepararse por si hay una oleada de venezolanos que van hacia allá. Ramón Muchacho dice ahora que el hambre puede hacer emigrar a la gente. Si estamos en esa, la situación es altamente delicada y puede obligar a quienes no quieren dialogar a sentarse a hablar.
¿Cómo puede leerse esta crisis
aguas abajo?
-La verdad es que no sé. La gente no elabora tanto. Está creciendo el `ninismo’, los nini. Lo que creo que hay un gran escepticismo y desconfianza. La gente quiere hechos, pide respuestas y soluciones rápidas, visibles, tangibles, en plazos cortos. Es un reto muy complejo para el Gobierno o para quien llegue al gobierno, porque hay cosas que no se pueden arreglar inmediatamente.
¿Hay adormecimiento en la
sociedad?
-La gente está adormecida hasta cuando despierta. La gente está es ocupada, pero cada vez está más molesta, más irritada, más consciente de lo que está pasando. Decir que la gente está adormecida crea certidumbre y hay que cuidarse de inventar una certidumbre que no existe. Soy radical en la percepción de incertidumbre.
¿Pero ese "algo va a
pasar" requiere de un detonante?
-Yo creo más bien en la acumulación de fuerzas. Es como los terremotos. Aquí no hemos tenido una conmoción social significativa. Hay pequeñas cosas. Creo que se van acumulando fuerzas que podrían generar una conmoción social importante, y política por supuesto. Ese es mi temor.
¿Y es posible darle conducción
o contener eso que pueda ocurrir?
-La conducción la veo cada vez más débil. En quienes tienen el poder, veo clara la represión. Es clara la línea, darle con todo a cualquier foco que se presente, para evitar el contagio. Y de parte de quienes no están en el gobierno, quienes intentan liderar a la oposición, estaría por verse si serían capaces de canalizar alguna seria protesta colectiva. Eso no ha llegado.
¿Ve posible un autogolpe, como
se ha comentado, o una generación intencional de un quiebre?
-Es una de las tantas líneas de pensamiento. Yo no lo sé. Hay quien dice también que el chavismo está dispuesto a sacrificar a quien sea para mantenerse en el poder. No lo sé, pero puede ser. Ni a ti ni a mi nos sorprendería, y ese es el punto a destacar. Nos parecería curioso, y buscaríamos los detalles de lo que pasó, cómo ocurrió, pero a nadie le parece imposible. No nos sorprendería porque estamos llegando a ese estado de anomia.
¿Cómo describe al venezolano
actualmente?
-El venezolano es una especie de náufrago de su propia sociedad buscando sobrevivir, y algunos lo están logrando. Ah, que algunos abusen, bueno, en toda sociedad hay momentos traumáticos y hay quienes se aprovechan de eso.
¿Pero la actitud puede cambiar
si se comienza a reajustar el entorno?
-Sí. En eso soy optimista. Con los incentivos correctos, hay una reacción
rápida. El bachaqueo surgió como una mujer con 4 muchachos, madre soltera, que
se buscaba un dinero. Eso es racionalidad e iniciativa, alguien que no es
pusilánime, como algunos pintan al venezolano. Claro, lástima lo que está
haciendo en un sistema muy mal diseñado con una política económica absurda.
Imagínate ese venezolano racional y con iniciativa en una política económica
correcta.
¿Cuánto tiempo le da a este
gobierno?
-Si no corrige, no creo que le quede mucho tiempo. Pero me he equivocado y me puedo estar equivocando radicalmente. Para mí, la rectificación más a mano y la más difícil es tal vez la de llegar a un acuerdo con la oposición, lo cual significa rectificación económica. Acuerdo alrededor de un programa y de respetos, como a la Asamblea Nacional o a nombrar Magistrados de mutuo acuerdo.
¿Cómo pedirle al Gobierno que
quiera llegar a acuerdos con quienes lo quieren fuera del poder?
-Pero es que tiene que haber una oferta: no te voy a sacar del poder pero vamos a acordar reglas. La gran promesa de la democracia es tener reglas para llegar a acuerdo. El acuerdo necesario aquí es sobre las reglas. La democracia no promete un mejor país sino una manera de manejar los conflictos y puntos de vista.
28-05-16
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