Omar Barboza Gutiérrez 29 de mayo de 2016
El
oficialismo está empeñado en decir que para defender el legado de Chávez es
necesario preservar al gobierno de Maduro en el poder, aunque Venezuela y su
pueblo sigan caminando hacia el abismo al cual lo conduce la presente gestión
del gobierno nacional. Para lograr ese objetivo, hacen uso del control de las
instituciones que están al servicio del Ejecutivo para torpedear todas las
posibles salidas democráticas orientadas hacia un cambio político por la vía
electoral para darle otro rumbo a las políticas públicas que han conducido a
los venezolanos a la inseguridad ciudadana, a la escasez, al alto costo de la
vida, a la corrupción generalizada, a la pobreza material, y a la angustia
permanente.
En
resumen, le hacen daño al legado que dicen querer proteger, utilizándolo como
excusa para que en nuestro país siga gobernando la corrupción, la incapacidad,
y la insensibilidad social de quienes se dicen revolucionarios. Con ese
propósito desconocen uno de los derechos del pueblo venezolano, como lo es el
del referendo revocatorio para ponerle fin a una gestión de gobierno que la
gran mayoría no aprueba, a pesar de que uno de los principales promotores de
que ese derecho tuviera rango constitucional fue Chávez, y por tanto, independientemente
de las críticas a su gestión general, el establecimiento de este derecho es
parte importante de su legado político que hoy se intenta negar utilizando su
nombre para ello.
La
verdad es que al gobierno de Maduro y a su entorno lo que le interesa no es
defender ese legado, sino la preservación del poder como un fin en sí mismo y
no como un instrumento de servicio al interés nacional y al pueblo de
Venezuela. Ellos han decidido seguir saqueando los recursos del país y
distribuirlos entre quienes contribuyen a la imposición de este gobierno
utilizando la fuerza y el miedo para intentar neutralizar las protestas
crecientes por su mala gestión y sus consecuencias.
Para
lograrlo están desarrollando un autogolpe desconociendo la soberanía popular que
eligió a la nueva Asamblea Nacional, y violando todas las normas
constitucionales que les obligan someter el manejo de las finanzas públicas al
control que la Constitución le asigna al Poder Legislativo Nacional, y para
ello se hacen aprobar inconstitucional e ilegalmente un Decreto de Estado de
Excepción y de Emergencia Económica, que no significa otra cosa que en materia
de finanzas públicas tenemos a zamuros cuidando carne; y para frenar las
legítimas protestas democráticas, han tomado el camino del miedo al pueblo para
que no se exprese, como es su derecho, ante la política hambreadora del
gobierno nacional.
El
último capítulo de esa estrategia de atemorizar a la gran mayoría descontenta,
está representado en el lamentable espectáculo de las maniobras militares, que
si no fuera por la tragedia que estamos viviendo darían risa, las cuales
realizan para aparentar que se están preparando ante una invasión extranjera,
cuando lo que hacen es aplicar la práctica de las viejas dictaduras de amenazar
con el uso de las armas al supuesto enemigo interno, que no es otro que el
pueblo democrático de Venezuela que en un 80% está diciendo que ya basta de
tanto atropello e injusticia por parte de quienes se robaron una inmensa
fortuna y ahora quieren mantenerse en el poder por la fuerza.
Al
liderazgo de la Unidad Democrática le corresponde en estos momentos una
conducta que esté a la altura de su responsabilidad histórica, que consiste en
conducir el cambio político en Venezuela que no se debe reducir a la
sustitución por la vía democrática del Presidente de la República, sino que
debe tener como objetivo final el establecimiento de un nuevo modelo político y
económico que garantice el crecimiento económico con justicia social y con
plena vigencia de todas las libertades ciudadanas. Hoy más que nunca está
vigente la consigna de que lo primero es Venezuela y no la primacía de un
partido o la concreción de una aspiración personal por muy legítima que ésta
sea.
Esas
desviaciones en relación al deber central no pueden sacrificar la coherencia en
la conducción política de la alternativa democrática que representa el cambio.
En ningún momento debemos dejar de hacer los sacrificios necesarios para evitar
que nuestros errores impidan que el pueblo concrete su derecho a un mejor
futuro lejos de la actual pesadilla que estamos viviendo.
Si al
pueblo se le cierran las salidas democráticas negándole los derechos que la
Constitución le reconoce, entonces como un río crecido demostrará que el cambio
es inevitable y que si se impide por la fuerza el revocatorio, habrá un
revolcatorio para hacer respetar los derechos de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico