Por Froilán Barrios
Así como el extinto
presidente Hugo Chávez se pavoneaba al estilo Mussolini un domingo tropical
de Aló, presidente, vociferando ebrio de poder expropiaciones en la plaza
Bolívar de Caracas señalando manzanas enteras, al edificio la Francia, al Sambil
de La Candelaria y todo lo que tropezara con su imaginación, ha sucedido con
nuestro salario y todos sus derivados.
Al extremo que los
trabajadores nos asombrábamos cuando sabíamos de países que en América Latina,
África, Asia, vivían con un dólar diario. Pues bien hoy ya sabemos acá que es
sobrevivir con esa cifra, ya que los venezolanos debemos lidiar con 27 dólares
al mes, producto del modelo económico gobernante aplicado en los últimos 17
años y en pleno siglo XXI.
Esta relación del salario
con el ingreso nacional determina las escenas dantescas de hambruna, que
recorren las redes sociales a escala universal, pobladas hurgando en la basura
de restaurantes y edificios, muerte y desmayos en agobiantes colas,
fallecimiento de pacientes por carencia de medicinas, niños carentes de
alimentos en hospitales, aumento de la deserción escolar, en un contexto de
inseguridad que arroja partes semanales de cientos de fallecidos en morgues de
las principales ciudades del país.
Determinando que jamás en
nuestra historia republicana habíamos conocido las consecuencias y efectos, de
la brutal ofensiva de gobierno alguno contra el ingreso de los trabajadores,
como las sufrimos hoy, ante la cascada inflacionaria que ha pulverizado todo lo
proveniente por salarios, a un nivel que lo percibido por nómina,
prestaciones sociales, por vacaciones, utilidades o bonificación de fin de año,
cajas de ahorro, es absolutamente insuficiente para alcanzar la canasta
alimentaria cercana a 250.000 bolívares mensuales y a una canasta básica de bienes
y servicios que supera ampliamente los 300.000 bolívares. Esta amarga realidad
desactualiza los contratos colectivos que se logran en el sector privado, ya
que en el sector publico irónicamente han sido suspendidos y desmantelados por
el “presidente obrero”.
En realidad nada se ha
salvado de nuestro ingreso como trabajadores, a tal nivel que un trabajador que
haya laborado tras 30, 35 años de servicio en la administración pública, sus
prestaciones sociales no sobrepasan los 600.000 bolívares, siendo una realidad
distante de lo que acontecía el siglo pasado, donde ser jubilado te daba la
posibilidad de adquirir vivienda, vehículos, cualquier bien integrante de una
vida digna.
Todo como consecuencia de la
política económica gubernamental, en un contexto de corrupción generalizada y
de una administración pública penetrada por el narcotráfico y el pranato,
generadora de índices de inflación para 2016 proyectados en 800% y para 2017 en
1.500%, que determinan inmensa catástrofe para el sector formal de la economía
empleadora de 7.800.000 trabajadores, para la economía informal que alberga a
mas de 5.000.000 de trabajadores y desempleados que sobrepasan los 1.500.000.
Así como expropiaron a la empresa privada también liquidaron el patrimonio
laboral de la población.
13-07-16

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