Por Daniel Santolo
Las Zonas de Paz fueron
creadas en septiembre de 2013 como parte de un plan del Gobierno denominado
Movimiento por la Paz y por la Vida. A la cabeza del proyecto estuvo el
para entonces viceministro de Seguridad Ciudadana, José Vicente Rangel Ávalos.
Para algunos un proyecto altruista que buscaba lograr pacificar los municipios
con mayores índices de criminalidad de todo el país mediante el diálogo, pero
ocurrió todo lo contrario, como fue la proliferación de las bandas delictivas,
que se aprovecharon de la licencia que les dio el Gobierno para
aumentar su poder, logrando expandirse por casi todo el territorio nacional,
esto según el experto en criminalidad, el abogado Mármol García.
No hay que hacer un recuento
de lo que esto ha significado en el aumento de la criminalidad en todo el país,
los hechos hablan por sí solos, es casi imposible que delincuentes que han
hecho del crimen un modo de vida, y que crecieron entre la violencia entreguen
voluntariamente sus armas, pensar que esto es así es más que una ingenuidad, y
falta de asesoramiento psicológico en el desarrollo del individuo por las
personas responsables que vendieron ese plan como parte de una salida a este
complejo problema.
Tampoco se puede comprender
que la universidad venezolana, que tiene entre su plantel profesoral a un gran
número de expertos en materia de criminalidad no haya sido capaz de coordinar
un plan de seguridad conjuntamente con el Estado para dar respuesta a la gran
cantidad de delitos que se cometen a diario dentro de la casa que vence las
sombras.
Pareciera que no hay
voluntad por parte de las autoridades para encarar el tema. A diario somos
testigos del micro tráfico de drogas que se da en nuestra casa de estudios, los
arrebatones que a todas horas vemos, y después de las seis de la tarde en
nuestra universidad hay un toque de queda, los profesores damos clases con los
salones bajo llave, y luego para salir de la universidad se da todo un proceso
angustiante, no es de extrañar oír pedidos de auxilios de estudiantes que están
siendo agredidos, robos de vehículos y de motocicletas, y todo esto bajo la
mirada de los encargados de la seguridad en la universidad, que al increparlos
a cumplir con su deber te dicen claramente que ellos no pueden hacer nada,
no tienen ni la preparación ni los implementos necesarios para enfrentar al
hamponato que ha hecho suya la universidad. Yo mismo fui testigo de cómo unos
vigilantes perseguían, corriendo, un auto que estaba siendo robado, y lo
único que podían hacer era lanzarle piedras.
La UCV se ha convertido en
“Zona de Paz”, y esto bajo el argumento de mantener la autonomía universitaria,
a mi entender una argumentación que sería novedosa en los años 70, cuando los
amigos que en su mayoría hoy están en el Gobierno y estudiaron en nuestra
universidad, no podían ver a alguien sospechoso de pertenecer a algún cuerpo de
seguridad del Estado, el mismo era detenido e interrogado, y lo menos que se
ganaba era una golpiza, y un “no te queremos ver más por aquí”.
En la actualidad el
argumento de la autonomía universitaria en el tema de seguridad interna suena
anacrónico, en el medio de un país que exige de los expertos opciones para
vencer nuestros males. La UCV debería estar dando ejemplo de cómo hacer para
controlar la criminalidad, creando planes conjuntos con los cuerpos de
seguridad del estado para lograr este objetivo.
La posibilidad de crear
convenios educativos con los diferentes cuerpos de seguridad del Estado en el
tema de la investigación criminalista en el área de postgrados, enlazar con la
Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), para debatir la
posibilidad de un intercambio de conocimientos y llevar a sus alumnos a nuestras
aulas, abrir cátedras sobre Derechos Humanos dirigidos a los oficiales en
formación, para que sean ellos los que coordinadamente con nuestra seguridad
interna realicen labores de inteligencia y logremos reducir los índices de
criminalidad dentro de nuestra universidad, y a su vez estos oficiales en
formación se relacionen con nuestros estudiantes construyendo hermandad y
solidaridad, son algunas ideas, ya queda de parte de los expertos evaluarlas.
Mi llamado es que seamos parte de las soluciones no de los problemas, la
universidad esta llamada en estos tiempos de incertidumbre, a ser constructora
de paz y de esperanza.
04-07-16
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