Por Susana Morffe, 16/07/2016
Los traspasos de casas y apartamentos de la Gran
Misión vivienda fueron prohibidos en el año 2014 por la actual Fiscal General
de la República. Era todo un festín la golilla populista del régimen y los propietarios
se aprovecharon hasta que llegó la operación “alicate”.
La mención es oportuna porque, a la par de las
viviendas, en nuestro país no se han terminado los “traspasos ilegales”. Chillan,
reclaman y patalean cuando organismos financieros responden por los abusos
cometidos en Venezuela -caso actual del City Bank- gracias a sus “bondades” le
cierra las puertas a Venezuela por no presentar una sana economía, después de
100 años de relación financiera. Son entendibles las torpezas del “socialismo
galáctico”, manejar el país con la mente oxidada de los “traspasadores de
turno”.
La prueba de ensayo y error ha sido la fórmula para
los que han gobernado el país en más de
una década y media. El venezolano pasivo
ha contemplado, a veces con estupor, cómo se ha ido diluyendo la nación, con
sus pasivos y activos, por cada traspié de los funcionarios en el comando de
las torcidas “políticas públicas”. El ensayo y error, en su lado positivo,
permite aprender de los errores, pero en este caso que analizamos, no se ha
crecido, menos se ha aprendido y mucho
se ha multiplicado el error.
Años atrás, con la bonanza de los elevados precios del
petróleo, el mandatario fulminado -después
de un traspaso de médicos, de país y quizás hasta de medicamentos- en sus
impulsivas decisiones inició el ensayo de las expropiaciones en el país. Todo
ente productivo, expropiado, se desaparecía frente a la gente atónita ante
tales acciones. Lloraron, sufríeron y otros desaparecieron del mundo.
Hoy el ensayo se cobró el error porque todo aquello
expropiado, terminó en una producción de
monte y culebra, solo ha servido para demostrar que ellos son especialistas en
traspasos.
Al estilo de las bodeguitas de pueblo, desde el poder
se despachan y se dan el vuelto, una locura financiera ha llevado esta
embarcación-país hacia el fondo del mar. Son muchos los motores, misiones,
decretos por Ley Habilitante y proyectos que no han podido perdurar en el
tiempo con prosperidad y desarrollo.
Lo que a medias ha funcionado es el Seguro Social, un
programa para embarcar a los que trabajaron por muchos años y se ganaron su
pensión, mientras que a otros adultos por cuestiones de edad -sin trabajar- los metieron en el saco populista, para
retribuir la corona de canas con 15 mil bolívares que solo sirve para pedir
prestado porque no alcanza ni para remedios. Es uno de los tantos traspasos
extraños para aumentar el hambre.
Llegamos al punto de la alimentación y ubicamos una
resolución presidencial del año 2015, mediante la cual el mandatario nacional “ordenó
el cierre de la frontera con Colombia por el estado Táchira, así como el
despliegue de una OLP en la región y estado de excepción”. “A Venezuela se respeta”,
fueron las palabras del mandatario actual, que hoy suenan a cómica porque en
materia de respeto los traspasos hablan por sí solos.
Se agudiza el hambre en el país debido a la
desaparición de empresas, abandono del campo por falta de insumos, dolarización
e importaciones sin divisas para sostener el mercado. Al traspasar el hambre al
campo político burdo, la gente optó por los saqueos de camiones, tiendas de
alimentos y protestas a granel por el abierto apetito que el régimen permitió
como consecuencia de la escasez de comida, protegiendo su irresponsabilidad con
una fabricada mentira de una supuesta “guerra
económica”. Todos sus colaboradores dentro del gobierno repiten lo mismo hasta
el fastidio y nadie les cree.
Recientemente, con las manos atadas, el mandatario
decide abrir la frontera para que comience otro traspaso de venezolanos hacia
Cúcuta-Colombia, de manera de paliar el hambre con la compra de alimentos en el
hermano país. Fueron contadas 35 mil personas que se abastecieron, en primera
tanda, como especie de “indigentes del socialismo” en busca de comida.
Por estos días recordé que el primer personaje que
comenzó con los traspasos fue el difunto Chávez, cuando designó a dedo a
Nicolás Maduro para sustituirlo en la presidencia, sin pasar por Go. Todo el
país lo acató y ganó. La campaña se hizo desde Miraflores, sin moverse de su trono.
Esa mala costumbre se ha hecho ley y se repite la
misma historia luego del fracasado intento de distribuir alimentos en las llamadas
bolsas Clap, las cuales dejaron de ser socialistas y además asignadas solo para
las “clases populares”, obviando una supuesta “clase media” que no existe, al
lograr unificar a la población en la pobreza extrema. No fue por ensayo y
error, sino una estrategia fríamente planificada.
Infringiendo todas las reglas y normas establecidas en
la nación, se repite un nuevo traspaso de mando al ceder la responsabilidad de
la alimentación del pueblo a los militares. Este hecho ha confundido al país y
la opinión pública se ha pronunciado. El que manda ahora en Venezuela es el
Ministro de la Defensa, Plenipotenciario Vladinski Padrinoski López. Se mantiene el Clap y se le otorga la “Gran Misión Abastecimiento Soberano” para
distribuir, fiscalizar y ordenar lo que debe consumir el pueblo, ¿Será el
último traspaso?
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