Por Jesús Hurtado
Las proyecciones no son nada
halagadoras. Si en la primera mitad del año los venezolanos han visto esfumarse
todo esfuerzo por hacer rendir el dinero para cubrir sus gastos esenciales (básicamente
alimentación), analistas nacionales e internacionales coinciden en afirmar que
en el segundo semestre la inflación arremeterá con bríos reforzados contra el
menguado bolsillo de los consumidores, con el agravante de una escasez que
tiende a agudizarse.
La alarma no es para menos.
Cuando se prevé que en el mejor de los casos la inflación cerrará el año casi
cuatro veces por encima del 180,9% oficialmente registrado en 2015; que la
contracción del PIB puede superar el 10% frente a los indicadores del ejercicio
previo; y que la caída del poder de compra podría alcanzar más de 50%, es más
que seguro que el país ocupará nuevamente el deshonrosos primer lugar entre las
naciones con peor desempeño económico a escala global.
"No hay información
oficial y todo indica que estamos peor que en 2015 y que podríamos estar más
bajo aun al cierre de 2016", apunta el economista y experto en políticas
públicas Richard Obuchi, quien recuerda que si en estos momentos los precios
reales de la mayoría de los productos esenciales están cerca o por encima de
sus costos en el mercado internacional, la falta de medidas concretas para
paliar esta situación podría conducir a un alza aun mayor.
En efecto, a falta de data
oficial las estimaciones privadas se constituyen en referencia para medir el
tamaño de la crisis, y éstas no son nada optimistas. Miguel Ángel Santos,
investigador del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de
Harvard, señala que las proyecciones hachas por el Fondo Monetario
Internacional (FMI) respecto a que la inflación puede alcanzar este año 700% y
el PIB una contracción de 10%, son más que probables.
"El país que se
acostumbró a consumir mucho con base en importaciones porque destruyó su
aparato productivo. Ahora que no hay dinero para importar por la caída de los
precios del petróleo, es lógico que se dispare la inflación", dice el
analista, recordando que para paliar esta merma de recursos las importaciones
totales se reducirán a 21.000 millones de dólares, 45% menos frente a las de 2015
y 71% por debajo de las de 2012.
Esto, lógicamente, pone en
aprietos a una economía que importa más de la mitad de lo que consume, por lo
que la reducción de mercancía circulante hace que los precios se disparen por
la simple ecuación keynesiana de que el bien más caro es el más escaso.
SIEMPRE SE PUEDE MÁS
"Es muy difícil que la escalada de la inflación se pueda revertir este año", apunta el economista Asdrúbal Oliveros, cuyas proyecciones son a la vez mejores y peores que las del FMI. Mejores en tanto cree que la inflación oficial al cierre de 2016 se ubicará entre 420% y 430%, mucho más del doble del indicador oficial de 2015 de acuerdo con el Banco Central de Venezuela (BCV).
No obstante, su firma
Ecoanalítica prevé cifras mucho más elevadas. "Si tomamos en cuenta los
precios reales de mercado estamos hablando de una inflación subyacente de
aproximadamente 1.200%", dice el analista, cuya firma también corrió las
estimaciones de caída del PIB y la ubica en 11,3%.
Esta tesis en respaldada por
Miguen Ángel Santos, quien señala que la economía ya está viviendo un ajuste de
precios. "Hay una liberalización de facto de los precios", dice,
argumentando que esa es la razón que se esconde detrás de la inflación mensual
que raya en 25%, cifra que ya sería un exabrupto si fuera el indicador para
todo un año.
Lo peor es que todavía hay
muchos ajustes por venir, en especial en alimentos y medicinas, los dos grandes
sectores que siguen estando fuertemente subsidiados por un dólar barato que, a
decir de conocedores y empíricos, es el germen de todos los males que padece la
economía.
LOS MÁS AFECTADOS
Un tanto menos pesimista que sus colegas en tanto prever que aún quedan alternativas, Ángel García Banchs, director de la firma Econométrica, señala que la liberación de algunos precios y la libre venta de productos colombiano y brasileños en los estados fronterizos dan los primeros indicios de que hay un reforma en ciernes que podía evitar ese 700% de inflación que estima el FMI.
Pero esto es a nivel
general. Yendo al detalle y ratificando que solo la unificación cambiaria
permitirá una verdadera estabilidad de los precios, García Banchs señala que es
más que seguro que alimentos y medicinas tengan una fuerte escalada a finales
de año, como consecuencia de esa adecuación de facto que viene permitiendo el
Gobierno.
Explica que precios de
artículos como televisores y celulares podría bajar como consecuencia de esa
relativa estabilidad cambiaria, pero en cambio alimentos y medicamentos (que
conforman hoy cerca de 75% del gasto familiar) subirán.
Santos y Oliveros coinciden
en señalar que evidentemente estos rubros, medidos a valor real, subirán, y los
tres expertos señalan números que quitan el aliento: hasta 1000% podrían subir
las medicinas, dice García Banchs; mientras que el rubro alimentario
experimentará una escalada de entre 1.200% y 1.300%, de acuerdo con los otros
dos analistas consultados.
MENOS Y MÁS CARO
Que la escasez vaya a remitir es una posibilidad poco probable, no solo por el abrupto recorte de las importaciones -único mecanismo que a decir de los expertos permitiría solventar el fuerte desabastecimiento que vive el mercado- sino por la imposibilidad que tiene la industria para recuperar en breve su capacidad productora, ubicada actualmente a 36% de su capacidad potencial instalado, según datos de Conindustria.
"Se ha dejado de
importar materia prima y se paró lo poco que queda del aparato
productivo", dice Santos, argumentando que esta situación tiende a
agudizarse en virtud de la negativa del Gobierno a acudir a los organismos
multilaterales (Banco Mundial, FMI, BID, CAF), únicos que estarían dispuesto a
prestar dinero a un país que agotó sus fuentes de financiamiento bilaterales y
que necesita entre 18 y 25.000 millones de dólares según sea el analista- para
tapar su déficit fiscal.
¿Consecuencia? Que los
consumidores verán agravarse la escasez este segundo semestre, con lo cual es
más que seguro que el indicador sobrepase el 80% que de acuerdo con Luis
Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, se mide ya en la zona
metropolitana de Caracas, una de las regiones mejor abastecidas del país
excepto las zonas fronterizas.
Un dato adicional. Tras
estimar una caída del consumo de 12% en la primera mitad del año, Ecoanalítica
prevé que la contracción del consumo total al cierre del año sea de 10%, el
doble de lo arrojado en 2015.
02-08-16
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