Por Jesús Alexis González, 01/08/2016
En Venezuela, el movimiento
chavista y su “gobierno” mantienen en materia económica una obsoleta
“confrontación” ideológica entre el sistema
de mercado y el sistema de planificación central, que ha venido propiciando
una mezcla de funcionamiento improvisado entre una economía indicativa y una economía
centralizada, al extremo de haber extraviado toda orientación en pro de
alcanzar una coherente organización política
y económica; al haber soslayado (suponemos que intencionalmente y no por
ignorancia) que la gran dificultad de la planificación reside en la
imposibilidad de prever todas las necesidades de la población así como de
coordinar todos los factores para
producir bienes y servicios; lo cual quedó muy bien consagrado en la
metáfora de Friederich von Hayeck “En una batalla donde se enfrentan dos
ejércitos, en uno de ellos los soldados sólo reaccionan en respuesta a las
órdenes que les dan sus superiores, en el otro los soldados se desenvuelven en
función de unos objetivos generales y de presentarse imprevistos pueden variar el curso de su acción para
superarlos. En razón de ello, el segundo ejército ganará la batalla ya que
puede reaccionar ante las variantes,mientras que el otro actuará según el plan
fijado inicialmente sin posibilidad de variarlo para adecuarse a las nuevas
condiciones que se vayan planteando”.
La economía
indicativa, hace referencia a una teoría cataláctica del sistema de mercado como un lugar de intercambio
mediante precios monetarios donde una mayor intervención gubernamental induce mayor desastre, al tiempo de separar el
problema de la escasez del entorno político, psicológico y ético donde los
agentes económicos (consumidores y productores privados) deciden qué productos
comprar y en qué cantidad al tiempo que las empresas determinan qué bienes y
servicios producir; o lo que es lo mismo son los millones de consumidores y los
miles de empresarios quienes armonizan libremente su participación a la luz del
comportamiento de los precios en correspondencia con la eficiencia alcanzada y
la cantidad producida.La economía
planificada (centralizada) por su parte, implica que las decisiones en
cuanto a la asignación de los recursos escasos emanan del gobierno por intermedio de una autoridad central que “apadrina” coercitivamente su
comportamiento, apoyándose en instrumentos generados por un supuesto organismo
de planificación central donde intentan (sin mucho éxito) reflejar la imagen objetivo que se desea imponer en
sustitución del mercado y de la actividad privada, haciendo uso (o intentando)
de una gran cantidad de información (o de irresponsables estimaciones) a
efectos de cuantificar no sólo las necesidades
al presente de los consumidores y productores sino también para anticipar tendencias (¿?) en los gustos
y preferencias ciudadanas y empresariales (cambios tecnológicos), en el
entendido que el Estado regula el proceso de producción, de distribución y de acumulación.
Es de resaltar a manera de una “evaluación histórica”,
que las economías planificadas han surgido como la “alternativa socialista”
para superar las “injusticias” del mecanismo del mercado y de la “ambición” de
los dueños del capital (al tiempo de procurar “salvar” la democracia); cuando
en realidad y en su casi totalidad han generado desastrosos resultados
socioeconómicos abriéndose paso para las injusticias
político-partidista en un contexto de relevante corrupción financiera,
ética y moral, tal como se evidencia para el caso venezolano luego de 17 años
de un transitar económico en permanente incertidumbre y con la brújula perdida
al extremo que los propios voceros del “alto gobierno” mantienen evidentes
discrepancias conceptuales y procedimentales en relación al horizonte
socioeconómico, en un desfigurado enfoque
con premisas contradictorias tales como (I) “no se aspira desarrollar una economía estatizada, pero si que
las empresas fundamentales que motoricen el desarrollo del país estén en manos
del Estado” (sic); (II) construcción
de un “clima de confianza y garantías con la empresa privada” en un marco de
“profundización del socialismo”; (III) “iniciar
un modelo económico (luego de 16 años de espera) para superar el rentismo
capitalista y dar paso a un modelo productivo” (¿socialismo rentista?); (IV) “los exportadores pueden retener
el 60% de las divisas para sus negocios y el otro 40% lo colocan
(obligatoriamente) en el Banco Central de Venezuela a una tasa de cambio
altamente competitiva” (¿?); (V) instauración
de un “revolucionario” modelo esclavista de trabajo que permite al gobierno
requerir por 60 días prorrogables a los trabajadores del sector público y
privado en aras de ir al campo a sembrar para contribuir en la producción de
alimentos; (VI) aplicar una
indexación salarial para proteger el poder adquisitivo de la inflación, lo cual
equivale a señalar que se aumentará en 2016 el salario mínimo en un ¡700%!. Tan incongruente escenario
económico, lo plantean en un contexto donde cerca del 80% de lo producido
domésticamente (poco en relación a la demanda potencial) es generado por el sector privado a pesar
de no contar con divisas, con el agravante que en su aberrante modelo económico
socialista el gobierno ejerce pleno
control sobre la distribución de la oferta nacional incluidas las importaciones
(con guías obligatorias), lo cual facilita desmentir la “presunción
gubernamental” de la existencia de una “guerra económica” que esutilizada
mediáticamente como explicación de su fracaso, encubriendo de igual modo la
ausencia de un sistema de cambio libre que en conjunto induce desconfianza
sobre la economía, al punto de propiciar una masivasalida de capital estimada en unos USA 450.000 millones que poco
estímulo a la repatriación experimenta ante la incertidumbre, riesgo y temor
que genera la presente “gestión gubernamental”
cargada de autoritarismo y militarismo.
La Comisión Económica para América Latina (Cepal),
estima para 2016 una contracción de nuestra economía del -8,0%(hasta superar los 12 trimestres consecutivos de decrecimiento),
señalando al propio tiempo que la capacidad de acelerar el crecimiento
económico depende de los espacios para adoptar políticas que apoyen la
inversión tanto pública como privada en complemento con un aumento de la
productividad; lo cual será sólo posible en la medida que se controle el crecimiento de la liquidez
monetaria(en paralelo a una caída de las reservas internacionales)que ha
venido siendo dinamizada por la permanente emisión de dinero inorgánico que
para julio 2016 se ubicó en 5,37
billones de bolívares (durante 2015 creció en un 97,7%) siendo un monto muy
superior a la capacidad de absorción de la economía, provocando nefastos
desequilibrios tanto en la cantidad de bolívares en circulación respaldados por
cada dólar de reserva (Bs439/$), y muy especialmente en materia de inflaciónque durante el IS 2016 acumuló un anualizado de 487,7% para un estimado de cierre superior al 700%.
En fin, pueden formularse otros muchos comentarios
sobre la imperfección de la “planificación económica” del movimiento chavista
que el espacio del artículo no lo permite; pero en reflexión final expresamos nuestra percepción en cuanto a que el
manejo “tramposo” del CNE en relación a la celebración del RR en 2016, puede
provocar que la presión de calle se
convierta en una furiosa manifestación violenta de insatisfacción “callejera”
ante el rechazo de la gestión presidencial que supera el 80%, y que en más de
un 85% aspira un cambio de Presidente ¡ya!.
Economista Jesús Alexis González
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