Por Carlos Romero M., 23/09/2016
“La descentralización es el vehículo del cambio político para
perfeccionar la democracia”. Son palabras que quedaron registradas en la
Memoria y Cuenta del Ministerio para la Descentralización, presentada en enero
1994 por el entonces Ministro de Estado Allan Brewer Carías.
Esa Memoria y Cuenta sobre la Descentralización en el año 1993
representa un documento de importante valor, pues registra con gran detalle la
gestión política, legislativa y administrativa del proceso político de
descentralización durante el gobierno transitorio de Ramón J. Velásquez.
En la Venezuela de 1993, Brewer Carías advertía que se mantenía una
fuerte cultura centralista, lo que hacía aun más compleja y exigente la tarea
de impulsar el proceso de descentralización. Ese centralismo se concretaba en
aquél momento a través de la función legislativa del Congreso Bicameral de la
República.
En ese sentido, se consideraron una excepción en la tarea legislativa
las leyes sobre elección y remoción de Gobernadores de Estado; de
Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder
Público; de Régimen Municipal y la Ley habilitante para que el presidente Ramón
J. Velásquez pudiera regular como medida extraordinaria en materia económica y
financiera la participación de los Estados y Municipios en el producto del
Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Es oportuno agregar que un tiempo más adelante y en el marco de una
nueva Constitución se sancionaron otras dos leyes que se consideraron claves
para el proceso de descentralización. Ellas fueron, en primer lugar, Ley el
Fondo Intergubernamental de Descentralización (FIDES), publicada en el año
2000, reformada parcialmente en el año 2006, y derogada en el año 2010; y en
segundo lugar, la Ley de Asignaciones Económicas y Especiales del año 2000,
reformada en 2006 y 2010.
La Memoria y Cuenta de la gestión de 1993 expresa claramente que la
creación del Ministerio para la Descentralización respondió a la necesidad de
involucrar al Gobierno Nacional como actor y parte del proceso de
descentralización, que para esa fecha era impulsado por los Gobernadores de los
Estados, lo cual hacía que no hubiera un claro compromiso del Gobierno Central
en su desarrollo y ejecución.
Han pasado más de 20 años desde aquella Memoria y Cuenta de 1993. La
descentralización simplemente no avanzó, más bien el proceso iniciado pasó al
olvido y nuevamente se asoma en el debate político actual la necesidad de
rescatar la descentralización como política nacional.
La descentralización tuvo avances cualitativamente importantes, bajo la
vigencia de la Constitución de 1961, que con un solo artículo, el número 187,
logró diseñar un marco institucional y normativo útil para facilitar a los
ciudadanos la oportunidad de percibir las bondades de la descentralización en
áreas como salud, educación, seguridad ciudadana, entre otras.
Pero con la entrada en vigencia de la Constitución de 1999, reeditada
en el año 2000, no fue suficiente para fortalecer el proceso político de
descentralización el habernos reconocido constitucionalmente como Estado
Descentralizado y menos aun, el haber garantizado el principio de la
descentralización como política nacional.
También fue insuficiente para promover la descentralización que se
flexibilizara la mayoría necesaria de los integrantes de la Asamblea Nacional
para acordar la transferencia de competencias del poder nacional a los estados
y municipios; así mismo, pareciera que fue inútil haber creado el Consejo
Federal de Gobierno a los fines de desarrollar espacios institucionales para el
diálogo, la negociación y los acuerdos interinstitucionales para el diseño de
políticas y acciones orientadas a fortalecer la descentralización en Venezuela.
Curiosamente, la Constitución vigente abre las puertas para impulsar la
descentralización en materia de la administración electoral, así como también,
en materia administrativa y jurisdiccional del Poder Judicial. En pocas
palabras, no cabe duda que la Constitución vigente es favorable a los fines de
la descentralización.
La historia del año 1993 confirma que cuando la voluntad política del
gobierno nacional se encontró con la voluntad de los Gobernadores de Estado de
impulsar la descentralización, hubo avances cualitativos importantes. El
olvido de esos logros por parte de los dirigentes políticos y de los ciudadanos
en general, se convierte en una de las causas por las cuales el proceso ha
logrado ser interrumpido por tantos años.
La ausencia de voluntad política por parte del Gobierno Nacional de
impulsar la descentralización se hace más evidente cuando, además de tener
normas constitucionales favorables a la descentralización, esas se encuentran
complementadas con aquellas normas jurídicas previstas en la Ley Orgánica de
Descentralización y Transferencia de Competencias de 1989, que luego fueron
reformadas parcialmente una primera vez en el año 2003 y una segunda en el año
2009; las cuales prácticamente están vigentes en su totalidad, particularmente
en lo que se refiere al aspecto institucional e instrumental del proceso de
transferencia de competencias.
La interrupción del proceso de descentralización y la imposición del
modelo centralista y de concentración de Poder expresado en el Plan de la
Patria 2013-2019, representa claramente un desconocimiento directo a la
vigencia de la Constitución Nacional por parte del Gobierno de Nicolás Maduro.
En tal sentido y para poder rescatar la descentralización, es
importante preguntarse, en el marco de un País sometido a las ruinas
institucionales, jurídicas y financieras ¿Hasta qué punto los Partidos
Políticos, a través de su dirigencia y la sociedad civil en general, valoran la
descentralización como vehículo o herramienta para fortalecer la democracia,
acercar el poder político al pueblo y garantizar la eficiencia y eficacia en
los cometidos del Estado?
La respuesta a esa pregunta permitirá rescatar el proceso político de
descentralización, que sin duda alguna demandará un acuerdo nacional para la
descentralización política, administrativa y fiscal del país. Esa
misma respuesta supone claramente un reconocimiento expreso de la vigencia de
la Constitución Nacional.
Estoy convencido de que la descentralización política, administrativa y
fiscal representa una alternativa política que es válida y además, ajustada al
marco constitucional vigente, para enfrentar de manera efectiva, con contenido
viable, la visión del Plan de la Patria 2013-2019 y su promoción facilitará el
debate para ir construyendo desde la visión del Estado Federal y
Descentralizado el Plan de Desarrollo Nacional que el país reclama, y que
además deberá sustituir al Plan de la Patria de manera definitiva.
¿Es la descentralización el vehículo del cambio político para
perfeccionar la democracia?
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Escrito para @PolitikaUCAB
Carlos Romero M.
@carome31
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