Páginas

domingo, 4 de septiembre de 2016

El tiempo de Dios, por @FelixPalazzi



FÉLIX PALAZZI 03 de septiembre de 2016
@FelixPalazzi

Muchas veces hemos escuchado la expresión “el tiempo de Dios es perfecto”, que es comúnmente usada para sembrar una esperanza frente un suceso o evento frustrado. Muchos la entienden como si un designio superior dispusiese con exactitud la duración y el porvenir de cada suceso. Tal vez esta expresión pueda tener algún sentido en un contexto en el que todo funciona y en el que los parámetros de bienestar social son ampliamente disfrutados. Sin embargo, en nuestra realidad esta expresión no es del todo apropiada ya que Dios no puede tener un tiempo para permitir que unos estén en prisión, cuando son inocentes, y se encuentren privados de su libertad mientras otros viven embriagados de poder y riqueza. Tampoco Dios dispuso el tiempo de aquellos que han sido vilmente asesinados y cuyos victimarios se encuentran hoy en libertad. Una tal imagen de Dios simplemente no es cristiana. A la barbarie y el deterioro que hemos vivido en estos años como sociedad no puede buscársele ninguna justificación. Mucho menos afirmar que ha sido provocada, querida o sostenida por Dios.

El presente régimen solamente se sostiene por la astucia y el control de los medios de poder y represión. Basta leer en la prensa el número de activistas políticos que han sido privados de libertad en estos días. En este tipo de acciones no hay nada de noble o ético que pueda identificarse con algún tipo de valores humanos y mucho menos con el evangelio. También sería equivocado pensar que se trata de una lucha de las “fuerzas de la luz” contra las “tinieblas” o del “bien” contra el “mal”. Esto sería un esquema falso y bastante riesgoso ya que terminaría por esconder las tinieblas presentes en toda opción política. “Tinieblas” que en un sistema apropiado y en una democracia sana pudiesen llegar a corregirse recurriendo a los mecanismos institucionales apropiados. Lejos de todo tono apocalíptico, aquí lo que se trata y nos urge es de recuperar los espacios civiles de convivencia y democracia. Recuperar el porvenir para todos.

Pensar que Dios ha permitido este modelo político y que le tiene su tiempo final fijado, no es más que un disparate de alguien que hace una reflexión desde la tranquilidad de su casa. Es cierto que, al menos, este argumento puede ofrecer una cierta tranquilidad ante una realidad agobiante “sin sentido” ni futuro para la mayoría del país. Sin embargo, esta afirmación que ata el destino temporal a una especie de designio divino no ofrece, en medio de tanta irracionalidad y arbitrariedad, el reconocimiento de las causas que nos han llevado a esto y la lucha por su superación. En tal caso sólo deja, a unos pocos, una suerte de sosiego que pone en entredicho a la naturaleza compasiva y benevolente de Dios.

Tal vez, todo esto nos haya servido para pensar que cuando hablamos del tiempo de Dios, no estamos refiriéndonos a los minutos, las horas y los años que Dios dispone para cada quien y para cada suceso de nuestras vidas. Mucho menos para la duración de la injusticia y la opresión que padece nuestra sociedad venezolana. Cuando hablamos del tiempo de Dios, hablamos del tiempo en el que cada corazón, cada persona, despierta y comienza a luchar por la justicia y la equidad, por una sociedad sin divisiones de clase ni odio. Es el tiempo en el que comenzamos a reconocer al otro desde su propia historia. Es el tiempo en el que dejamos atrás la indiferencia y el individualismo. Entonces el tiempo de Dios se hace perfecto porque refleja su justicia y derecho, su amor por la vida del otro y, en especial, la del más pobre. Entonces podremos decir que el tiempo de Dios ha llegado.

Felix Palazzi
Doctor en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico