Por Susana Morffe, 01/10/2016
Alguna otra cosa más gratificante que buscar la paz es acabar con la
guerra. El que la busca la encuentra, pero debe pasar por ciertos derroteros
para lograrlo y no quedar como otro más que lo intentó y no pudo.
La hazaña de pactar por la paz con los guerrilleros
de las Farc, en un largo periplo de conversaciones entre La Habana y Colombia,
se verá reflejada en el plebiscito que realiza la población colombiana, siendo
el abanderado, su presidente Don Juan Manuel Santos, que pese a las
circunstancias, se empinó en la montaña de los acusadores que aun dicen que no
lo logrará.
Son muchos los asuntos que rodean este episodio
después de un poco más de 50 años batallando con las guerrillas formadas en
Colombia, las cuales se fueron extendiendo por todo el territorio y más allá de
sus fronteras.
Ahora, en una nueva trinchera, el abanderado
apuesta con todo para oxigenar a su país y a los más cercanos vecinos.
El expresidente Alvaro Uribe es el principal
detractor de las negociaciones hechas y sostiene que “si gana el ‘Sí’, la
implementación de lo pactado será muy compleja y costosa. “El país tiene que
hacerle correcciones al acuerdo para que no nos lleve a un Estado inviable por
los costos, dificultades burocráticas y agenda chavista”. Además tiene serias
dudas sobre el cese del fuego. “Los del ‘No’ también queremos paz, solo que
pensamos que sin justicia no la vamos a tener”, dijo.
Por otro lado, el expresidente colombiano Andrés
Pastrana ha dicho que el acuerdo firmado entre las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y el mandatario Juan Manuel Santos no será
el fin del conflicto ni recuperación de la paz en la nación. A su juicio se
impondrá el” NO a la entrega del país a las Farc y a su acuerdo porque sin
instituciones democráticas no hay paz posible”, escribió en una carta pública.
“NO a la entrega de territorio colombiano a las Farc”, apuntó en la misiva.
En este menudo conflicto se debate, en histórica
fecha, domingo 2 de octubre, la suerte política, económica y social del Estado
colombiano.
Una de las victimas de la guerrilla, la connotada
Ingrid Betancourt, secuestrada y maltratada por el grupo de irregulares hace
tiempo atrás, dijo: “El acuerdo nos garantiza que no va a haber impunidad para
los guerrilleros que han cometido delitos graves. Habrá juicios, un tribunal y
unas sentencias, algo que hasta el momento no ha existido en Colombia”. Al
mismo tiempo sostiene: “yo sé que en mi caso no va a haber justicia. Antes de
que me liberaran, ya se había difundido una versión de mi secuestro para que se
pudieran todos lavar las manos”. En su proceso del perdón, remata: “Votar a
favor de la paz es cortarle la cabeza a la serpiente de nuestro odio”.
Lo cierto es que en el centro de estas posiciones
está una Colombia vendedora de paz de cara al mundo, se sospecha que es una paz
como la que cacarea el régimen de Venezuela, con una procesión de guerra
interna. Otros consideran que las mentes criminales no se reparan con un
acuerdo de paz, el veneno se ha sembrado y la cosecha se ha extendido.
Asimismo, mientras exista desigualdad social la guerrilla tendrá vida.
Por el lado de Venezuela se comenta que nuestro
país podría entrar en peligro, al considerar que la activa guerrilla colombiana
(ELN) busque nuevas trincheras en nuestro territorio, lo cual nos colocaría en
una segunda Colombia si llegara a penetrar el grupo de irregulares, que de
hecho, pululan focos aislados. Por el lado de Colombia, no desean una crisis
como la de Venezuela.
De tal modo que la decisión de acabar con la
violencia por el SI o por el NO, luce muy temerario por las consecuencias que
traerá para ambos países y quizás hasta el mundo. Vender paz, no es fácil.
Susana Morffe
@susanamorffe
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