MUD 04 de octubre de 2016
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Tratar
de establecer cómo ha ejecutado el gobierno de Venezuela el dinero destinado a
las misiones sociales así como medir su eficiencia se ha convertido en una
misión imposible, según se desprende de investigaciones que han intentado, por
separado, profesores universitarios, periodistas y organizaciones no
gubernamentales.
Auditar
las misiones no es posible por falta de datos oficiales, coinciden quienes lo
han intentado. Sobre el particular el sociólogo y director del Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello
(UCAB), Luis Pedro España, precisó que la encuesta de opinión es prácticamente
el único instrumento que se puede utilizar, desde el punto de vista
metodológico, para tratar de determinar la cobertura de esos programas sociales.
“Pero por gestión son inauditables”, aseguró.
Al ser
consultado por el equipo de Prensa Unidad Venezuela sobre si se podía conocer
el monto de los recursos asignados a ellas destacó, sencillamente, que “son una
caja negra”.
Una
investigación de junio de 2016 realizada por Harvard Kennedy School, titulada
“Pobreza, cobertura de las misiones y necesidades de protección social para la
reforma económica de Venezuela”, del cual España es corredactor, indica que se
han llegado a contabilizar 38 misiones sociales “que se suponía que atendían
igual número de problemas sociales”.
“La
receta de esta política social era simple. A cada problema social una acción,
un establecimiento, una estrategia de mercadeo (para captar beneficiarios y
partidarios) y un funcionario responsable. El resultado nunca fue objeto de
monitoreo o evaluación adecuado, al menos no con resultados de carácter
público. A la fecha son muy pocas las evaluaciones realizadas por los propios
programas, sólo investigaciones parciales y con severas limitaciones de
información que han tratado de dar cuenta del resultado e impacto de las
misiones. Pero en muchos, si no todos los casos, los anuncios gubernamentales
sobre metas y objetivos de los programas, terminaban con ejecuciones realmente
bajas, incluso en los momentos de mayor disponibilidad presupuestaria”, señala
el estudio.
La
investigación refiere que “el impacto social cuantificado, la articulación con
otras políticas, la transparencia en el manejo de los fondos, la selección de
beneficiarios según criterios de necesidad social y progresividad distributiva,
nada de eso estuvo presente en las misiones sociales, de allí la dificultad
para medir su impacto y las severas dudas sobre su eficiencia”.
Mercedes
de Freitas, directora de la ONG Transparencia Venezuela, presentó la semana
pasada ante el vigesimosexto período de sesiones del Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, en ocasión del Examen Periódico Universal, un
informe en el que refiere la imposibilidad de auditar los recursos empleados
por el gobierno venezolano para mantener esos programas sociales, así como para
saber sus verdaderos alcances.
No se
dispone de “información completa, verificable y clara sobre los recursos
destinados al diseño y desarrollo de los programas sociales, el listado de
beneficiarios, criterios de selección, contratos de servicios, obras, compras,
adquisiciones y contrataciones, así como
auditorías de procesos y análisis de riesgos de corrupción e ineficiencia en
programas sociales”, asegura.
“La
opacidad y la corrupción han afectado el cumplimiento de las obligaciones, por
parte del Estado venezolano, de garantizar
los derechos humanos”, agrega, al tiempo que indica que se espera que en
noviembre la ONU haga sus recomendaciones al Estado venezolano en esta materia.
No están todos los que son…
En su
análisis, el informe de Harvard incluye datos de la Encuesta sobre Condiciones
de Vida en Venezuela (Encovi) sobre Pobreza y Misiones Sociales Noviembre 2015,
realizada por las universidades Católica Andrés Bello, Simón Bolívar y Central
de Venezuela, que reflejan que estos programas también tienen fallas en cuanto
al alcance y distribución de sus potenciales beneficios.
En ese
sentido asegura que solo 40% de los beneficiarios pertenecería a hogares en
situación de pobreza de acuerdo al índice de necesidades básicas insatisfechas
(NBI). “Esto quiere decir que las transferencias recibidas (directas o
indirectas) de ningún modo están concentradas en los sectores más necesitados,
porque ninguno de los programas sociales del gobierno tiene por criterio de
elegibilidad la situación de pobreza”, señala.
“La
ausencia de principios de focalización no sólo hace que en su mayoría las
personas que forman parte de los programas sean no pobres, sino que además mucha
población en situación de pobreza no recibe ningún programa social. Para el año
2015, según la Encovi de ese año, 66,32%20 de los pobres por NBI no era
beneficiario de ningún programa social”, indica.
Como
ejemplo de ello cita el caso de Mercal, el principal programa de protección
social ofertado por el gobierno, el cual, asegura, excluye al 73% de los pobres
por NBI. “Esto quiere decir que al menos 7 de cada 10 pobres por NBI en
Venezuela dicen no ser beneficiarios de Mercal”.
Otro
dato interesante que arroja la Encovi es el aumento, entre 2014 y 2015, del
número de personas que empezó a utilizar los servicios de Mercal para
abastecerse de alimentos y los de Barrio Adentro para recibir asistencia
médica.
En el
caso de la primera la cifra se elevó de 1.923.383 a 6.573.207 (casi cinco
millones de nuevas personas) y en el de la segunda pasó de 1.713.070 a
2.640.511 (casi un millón de nuevos
usuarios).
“La
causa del aumento de estas dos misiones puede estar relacionada con un evidente
aumento de su demanda producto de la crisis de ingreso que empezó en 2014 y se
agudizó en 2015. En el caso de la asistencia médica es razonable suponer que la
demanda se vio obligada a desplazarse del sector privado al público, tanto por
razones de costos, como por la caída de los montos de cobertura de los seguros
médicos privados”, sostiene la investigación.
Otras
misiones como Amor Mayor – dirigida a personas en edad de jubilación pero sin
pensión del seguro social – retrocedieron en el número de beneficiarios. En
2014 ese programa atendió a 231.624 personas, mientras que en 2015 lo hizo a 169.291, lo que representa una
reducción de casi 27 %.
Los
programas referidos a las áreas de educación y trabajo, registraron los mayores
descensos. El número de beneficiarios de las misiones educativas (Ribas, Sucre
y Robinson) bajó de 70 % a 45 %, mientras que en las formativas (Saber y
Trabajo) la reducción fue de 80%.
El
informe Harvard recomienda, con miras a la asignación de futuros programas
sociales de protección social, y en consideración del mapa actual de los
beneficiarios de las Misiones Sociales, hacer “un esfuerzo importante por
incluir a la población en pobreza que hoy dice no recibir ningún beneficio de
las misiones”, ya que esta representa a “la gran mayoría de los pobres y
hogares de ingresos bajos”, estimada en 19,4 millones de personas, cifra que
engloba al 63 % de la población total del país.
Cuánto hay pa ´ eso
Trabajos
de investigación periodística dan cuenta, por su parte, de la existencia de
casi 40 misiones desde su lanzamiento en el año 2003 hasta 2011, lapso durante
el cual el gobierno habría invertido en su ejecución unos 49 millardos de
dólares por vía presupuestaria y por aportes de la industria petrolera, de
acuerdo a una información publicada por el diario El Universal a finales de
2011 en la que, sin embargo, no se precisa la fuente de tal monto.
En
2014 Maduro aprobó, vía Ley Habilitante, la Ley Orgánica de Misiones, Grandes
Misiones y Micromisiones. El objetivo de esa norma, según dijo el propio
presidente, fue crear “un fondo único para todas las misiones y grandes
misiones para manejar de manera más eficiente, desde el punto de vista
administrativo, y llevar la inversión creciente desde el punto de vista social
a cada misión”.
Otra
decisión relacionada con los recursos de las misiones está contenida en el
Decreto Presidencial 2.185, publicado en la Gaceta Oficial 40.829, del 15 de
enero de 2016, que estableció que los saldos líquidos y no líquidos que no
fueron utilizados al cierre del ejercicio económico financiero 2015 se
transferirán al Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden), para atender las
necesidades sociales, económicas, productivas y de proyectos de infraestructura
y servicios de los venezolanos, enmarcados en el denominado Plan de la Patria.
La larga lista
En
2013 el gobierno anunció la creación de siete nuevas misiones: Eficiencia o
Nada, Gran Misión Negro Primero, Jóvenes de la Patria, Nevado, Eléctrica
Venezuela, Gran Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor y Transporte.
Estas
se sumaron a las ya existentes: Robinson, Ribas, Sucre, Vuelvan Caras (que
luego se convirtió en Che Guevara), Cristo,
Miranda, Piar, Zamora, Barrio Adentro, Milagro, Esperanza, Sonrisa,
Misión Vivienda y Hábitat, Villanueva, Mercal, Guaicaipuro, Identidad, Vuelta
al Campo, Marte, Cultura, 13 de abril, Ciencia, Niño Jesús, Niños y Niñas del
Barrio, Negra Hipólita, José Gregorio Hernández, Madres del Barrio e Hijos de
mi Pueblo Venezuela que agrupa otras de orden social como la Misión Niño Jesús,
Alimentación y Madres del Barrio.
Además
están la Gran Misión Vivienda Venezuela – que es una ampliación de la Misión
Vivienda y Hábitat – y la Gran Misión Agro Venezuela, que abarca la Misión
Vuelta al Campo y la Gran Misión Saber y Trabajo.
MUD
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