FÉLIX PALAZZI 29 de octubre de 2016
@FelixPalazzi
Nos
encontramos en uno de los momentos más difíciles de estos 17 años del chavismo
político. El régimen ha decidido romper el orden constitucional y democrático.
Sin duda alguna, es una de las etapas más delicadas de nuestra historia
contemporánea. Es necesario buscar todas las formas pacíficas y
constitucionales posibles para volver a restituir el Estado de Derecho y
respetar la voluntad popular.
El
diálogo es una de las posibles vías para lograr un pacto que nos permita
recuperar la vida democrática. Sin embargo, este diálogo no está libre de
complicaciones porque pasa por reconocer a cada una de las partes como
interlocutores válidos. Todos sabemos que el gobierno no promueve el diálogo
porque lo anime su afán de escuchar las propuestas de la oposición, sino porque
empieza a ver que el escenario del país cambió radicalmente. Ya no somos un
país dividido en dos mitades. Además, la crisis económica y sus efectos en la
alimentación y la salud colocan al gobierno en una gran desventaja. Esta
situación no parece tener solución a corto plazo. Sin embargo, aunque el
gobierno se ha visto obligado a formar parte de una mesa de diálogo, ello no
implica que se encuentre dispuesto a ceder en la imposición de su proyecto
ideológico.
El
gobierno llama al diálogo pero, a la vez, exige la rectificación, es decir, la
sumisión a sus exigencias aun cuando estas violen reiteradamente la autonomía
de los poderes que debe existir en un Estado de Derecho. Una de estas
violaciones es la negativa del gobierno a reconocer el mandato de la voluntad popular
expresado legítimamente en la elección de la actual Asamblea Nacional. La
oposición, por su parte, sólo goza del respaldo de la sociedad civil y el
posible apoyo internacional de algunos países. Al ser una agrupación plural y
de distintas tendencias muchas veces es percibida por la sociedad civil con
cierta suspicacia. Pero más allá de toda apreciación personal que podamos
tener, el hecho es que ambos grupos han decidido abrir un proceso de diálogo y
han pedido la facilitación del Estado Vaticano.
La visita
no programada de Maduro al Papa Francisco ha sido hábilmente usada por el
gobierno, al publicar una foto de ambos que no correspondía a esta visita. Esto
levantó en muchas personas la sospecha de cierta imparcialidad del obispo de
Roma frente al proceso de diálogo. Sin embargo, lo que sucedió fue contrario a
lo comunicado por el aparato mediático del gobierno. La visita se dio en
privado y en razón de la gran preocupación del Papa ante la fragilidad
institucional que vivimos. Aún así, el mal ya estaba hecho porque “una imagen
vale más que mil palabras”. El gobierno siempre usará todas las herramientas a
su alcance para neutralizar al “adversario”.
Aunque
este proceso de diálogo se parezca a un laberinto, representa una posibilidad
para trazar una hoja de ruta que permita una salida pacífica. La presencia del
Estado Vaticano como facilitador representa un equilibrio en la composición del
cuadro que todos conocemos, integrado por la presencia parcializada de los
otros facilitadores. El Estado Vaticano no posee inclinaciones políticas o
intereses económicos con la república. El nuncio Emil Paul Tscherrig anunció
que el diálogo tendrá en cuenta algunas premisas, unos temas específicos y un
cronograma. Suponemos que esto ya lo han acordado todas las partes. Aun cuando
se inicie este proceso, la oposición debe seguir ejerciendo sus legítimos
derechos sin caer en la provocación de la violencia. La presencia del Estado
Vaticano no puede ser vista como una amenaza, sino como una garantía para
buscar una salida a esta crisis.
Félix
Palazzi
Doctor
en Teología
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico