Freddy Paz 07 de octubre de 2016
@freddyspaz
El pan
es el alimento de la humanidad por excelencia. Sus orígenes se remontan a la
prehistoria asociado con el sedentarismo y al descubrimiento de las propiedades
alimenticias de los cereales.
Además,
al ser un alimento que se podía elaborar durante todo el año (no dependían de
que hubiera caza o de que una cosecha hubiera sido buena) pues el
almacenamiento del cereal y su conservación era relativamente fácil, era muy
venerado. Tanto es así que se han encontrado hornos que datan del año 4.000 AC
y que se usaban específicamente para cocer pan.
Egipcios,
griegos y romanos hicieron del pan el alimento de sus pueblos, pasando de ser
una exquisitez reservada a ciertas élites sociales a convertirse en un producto
básico que podía llegar a los más necesitados. En la biblia hay numerosas
referencias al pan que lo definen como un elemento espiritual y protagonista y
testigo de momentos que marcan de forma indeleble nuestra tradición religiosas.
Es decir el pan ha alimentado a los seres humanos desde el inicio de los
tiempos y bajo su nombre se cobija la mención generalizada de la alimentación
cuando hablamos de “llevar el pan a la mesa”.
Hago
esta pequeña referencia histórica como entrada para exponer la lastimosa
situación que estamos atravesando sin que haya una explicación coherente para
que hoy, en este punto de la historia de nuestro país, los venezolanos nos
veamos sometidos al humillante ejercicio de hacer colas para poder adquirir el
pan nuestro de cada día.
Desde
el 2013 nos comenzó a angustiar el fenómeno del desabastecimiento en Venezuela
cuando comenzaron a desaparecer ciertas presentaciones y formatos de los
productos de la cesta básica en los anaqueles. Para el 2014 nos comenzó a
abrumar la escasez temporal de los rubros básicos que aparecían y desaparecían
de los supermercados y abastos, ya para el 2015 la escasez se agudizo y en
algunos productos se convirtió en permanente y ya en el año en curso se
comienza a hablar de hambre y de casos de desnutrición asociados a la crisis.
Cuando
un pueblo se ve obligado a hacer colas para poder comprar pan es porque el
hambre está tocando a la puerta.
Según
Fedenaga en el 2012 el consumo de carne en nuestro país alcanzó la cifra de 23
kilos por persona y el 50% de ese consumo se producía en el país. En el primer
semestre de este tormentoso 2016 las cifras se ubican en 8 kilos de carne por
habitante al año.
Antes
del año 2012 el estado venezolano llego a importar unos 11.000 millones de
dólares en alimentos. Los expertos en la materia estiman que en 2016 las
importaciones en este sector no pasaran de 4.500 millones de dólares.
La
producción de maíz, arroz, caña de azúcar y café registran caídas drásticas y
las hortalizas, que hasta el año pasado se mantenían estables comenzaron a
decaer este año por falta de semillas e insumos.
Los
voceros del gobierno desde el año 2013 anunciaban que la situación se
resolvería en un máximo de dos meses. Hoy finalizando el tercer trimestre del
2016 nos están diciendo que en los próximos seis meses estará resuelta la
situación y será vencida la “guerra económica”. Las historias traídas por los
pelos que van y vienen, promesas que nunca serán cumplidas, las excusas y los
señalamientos a terceros ya no convencen a un pueblo que vive cada día en la
calle la crudeza de una crisis que se instaló por las políticas económicas
erradas y se ha venido agravando por la obcecada intención de mantenerse en el
poder a costa del hambre y la salud de un pueblo.
Ver a
mis conciudadanos haciendo cola para comprar el pan me hace recordar al
oprimido pueblo ruso, que tras la cortina de hierro comunista se congelaba
haciendo colas también para acceder a un mendrugo de pan.
En
nuestra Venezuela ya no aplica la máxima de algunos emperadores romanos de “pan
y circo para el pueblo”. Sin pan no hay circo que valga.
@freddyspaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico