LEONARDO MORALES P. 23 de diciembre de 2016
Cercanos
a terminar el año habría que decir que las cosas no se hicieron bien. Pocos
venezolanos deben estar contentos por los logros obtenidos este año, si acaso
los hubo.
Mucho
que reclamar a quienes tenían y tienen la responsabilidad de ejercer funciones
de gobierno. A la hora de hacer cualquier comparación contra otra
administración se llegaría a la conclusión de que esta es una revolución que
siempre está en algo: enfrentando guerras que pierde y golpes de estado que
nunca ocurren; instrumentando medidas en materia económica que no se adelantan
y, por supuesto, no ofrecen resultados; pulverizando el dólar y fortaleciendo
el bolívar, suelen afirmar, para inmediatamente confrontarse con lo contrario.
El
gobierno de Maduro pasará a la historia como aquel que nada hizo por el bien
común y que mucho debe a sus habitantes. Se deberá recordar como aquel que fue
destruyendo la institucionalidad democrática para derivar en una dictadura,
neo-dictadura lo llaman algunos, que no ha podido llegar a más por las
convicciones democráticas de la mayoría de los que en Venezuela habitan.
Sí, el
2016 no fue un año bueno y el que viene, en razón de lo hasta ahora realizado,
tampoco lo será. El recorte de la producción petrolera acordada por la OPEP
seguramente produzca un aumento de los ingresos por ese concepto, pero nunca
será suficiente para superar la crisis de abastecimiento. No habrá recuperación
económica y la crisis no dejará de tocar los bolsillos de la gente que no
podrán adquirir bienes esenciales cuando estos esporádicamente aparezcan en
algún anaquel.
La
oposición democrática tampoco hizo el papel que le correspondía. Se equivocó y
mucho.
Este
año correspondía realizarse las elecciones regionales y poco o nada se hizo
para obligar al gobierno a cumplir con lo establecido en la Constitución. Se
empeñó en una enmienda que no logró. Pretendió hacer renunciar al presidente y
corrió la misma suerte que la anterior y finalmente pretendió la vía del
referendo revocatorio que el gobierno saboteo y lo llevó por el camino de las
dos anteriores iniciativas. En términos de eficacia política la calificación es
bastante deficiente.
A todo
ello habrá que incluir de nuevo los radicalismos que, si bien no forman parte
de las expectativas de la mayoría, crearon serias dificultades dentro de la MUD
e incluso en el seno de las organizaciones que la componen, dotando a la
política opositora de grandes dosis de incoherencia.
Imaginarse
o pronosticar un escenario claro en el 2017 no es fácil. La política y su
desarrollo estará marcado por una crisis que el gobierno no podrá corregir. No
hay nada que indique un viraje, por el contrario, mantendrán la fracasada receta
que nos ha traído a este colapso. Por otra parte, de mantenerse las divisiones
dentro del sector opositor las posibilidades de cambio no serán cada vez más un
deseo irrealizable.
El año
venidero pareciera estar enmarcado en eventos electorales. Es una oportunidad
para escoger temprano a los candidatos, por primarias, y convertirlos en el eje
y en líderes de una política democrática frente a la crisis. Es el tiempo para
la emergencia de liderazgos regionales para enfrentar con mayor eficacia a un
gobierno que desestima la democracia como el camino para la resolución de los
problemas nacionales.
A
pesar de todo, Feliz Navidad.
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