Por
Susana Morffe, 04/12/2016
Opinar
con seriedad sobre la cómica que han hecho los integrantes de la oposición y
gobierno no es difícil. Lo fácil es decir a viva voz que los venezolanos no
creen en nada que huela a diálogo, mesa, MUD y revolución. Apestan todos con su
rosario de mentiras y engaños.
Un
joven a quien conocí en una cola para pagar en un supermercado, comentaba lo
difícil que fue tener que mudarse de los Valles del Tuy a Margarita, dejar
incluso su fábrica por falta de materia prima, pero ante la inseguridad que
reina en esa zona no le quedó otra alternativa.
Lo
que me impactó de su contundente expresión es que siendo un joven, me dijo que
no creía en ningún político de Venezuela, ¿Será producto del trabajo
legislativo? Agregó que no había ninguno que saliera adelante, por lo tanto
carecemos de un líder. Dejo claro que la lucha es en la calle y al momento de
responderle afirmativamente sobre su opinión, remató que si a él lo llaman para
enfrentar esta crisis en la calle y morir por Venezuela, pues sin ningún
miedo perdería su vida.
Pocas
veces nos encontramos con un venezolano, en plena juventud, con semejante
convicción; en una sociedad normal lo primero sería la promoción del talento
para asegurar un futuro. Pero su decisión la expresó con tanta frialdad y
seguridad que le hice ver que cómo iba hacer eso siendo tan joven, sin contar
con una mayoría de gente que lo apoyara. Reiteró que no le importaba, si la
situación se llega a presentar, sin descartar que eso esté muy cerca.
Así
como él están algunos decididos ante la fatigosa pelea política que nunca acaba,
sino más bien agudiza los ánimos y la presión entre la población. Este joven,
considera que salir a defender en la calle a nuestro país es la solución,
además advierte en el centro de su perfil personal, que “la milicia venezolana
y cubana no pasa de cinco mil hombres y todavía el resto de los venezolanos
seguimos siendo mayoría para salir de esta crisis”, así lo confesó.
A
la par, no es un rumor, sino también una realidad, aquellos que apoyaron a la
Mesa de la Unidad, hoy día están pidiendo cambio de rotación porque se dieron
cuenta que existe el comando G3 que toman decisiones “extrañas” en la supuesta
unidad y al parecer ese conglomerado de colores políticos ha terminado como
minusválido y negociando con el régimen. Al igual que la fastidiosa mesa de diálogo
que solo ha servido para alargar la estadía de quien a todas luces es
ilegítimo.
El
rechazo del joven que encontramos en el supermercado se repite como bola de
nieve por otros lados, están en silencio, pero aumenta la convicción.
Para los jóvenes tener una carrera o un grado superior no es
garantía ni de trabajo ni de felicidad, ahora se plantean otra meta en el punto
de quiebre.
Ancianos,
hombres y mujeres con criterio saben de qué lado ha cojeado la tal mesa de
diálogo. Aquí, ni se compra ni se vende, como dice la canción del popular
cantante Memo Morales. Los venezolanos, hasta los que no están en el juego,
saben los negocios turbios que hay por debajo de esa mesa minusválida.
En
esa postura complaciente, intimidatoria y cómplice, sobreviven en la fauna y
han procurado que en Venezuela no se desaten los nudos. Pero son caretas abajo,
se le salieron las costuras a cada uno y el país pensante, aguerrido y a la vez
obstinado le va a poner fin a la endemoniada política narco-subversiva.
Todos
están señalados por la Venezuela que sufre, ese país que observa el modo en que
uno a uno va a caer. Sin salvoconducto.
“Los
muertos que entierren a sus muertos”
Susana Morffe
@susanamorffe
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