STALIN GONZÁLEZ 19 de diciembre de 2016
Han
pasado dos meses desde que el país volcó su atención al diálogo como vía para
encontrar soluciones a la crisis que nos agobia, pues había especial necesidad
en que este instrumento ofreciera resultados tempranos para aliviar el
sufrimiento de los venezolanos.
Se
pretendía dar salida humanitaria y electoral a la tragedia que vivimos día tras
día y para ello era imprescindible el cumplimiento de acuerdos mínimos que
permitieran generar confianza para transitar un camino de entendimiento, a lo
cual el gobierno dio la espalda.
El
nombramiento de los rectores del CNE por parte del TSJ usurpando funciones
propias de la Asamblea Nacional ha sido la más clara señal por parte del
gobierno para sepultar una vía pacífica y democrática de entendernos, esto, más
la acelerada destrucción económica que impulsa Maduro sirven la mesa para subir
el volumen totalitario del gobierno.
Venezuela
actualmente es comparable a Zimbabwe, tanto en términos económicos como
políticos, y resulta increíble cómo en pleno siglo XXI, cuando América Latina
avanza hacia el desarrollo, nuestro país se encuentre hundido en una miseria
similar a cualquier país africano, estando en presencia de un gobierno que cada
día que pasa se coloca más al margen de la Constitución.
No es
menos cierto que la Unidad debe reinventarse, sobre todo porque ahora nos
encontramos en una realidad completamente distinta a la de hace apenas algunos
meses.
El
reto fundamental de 2017 consiste en atender de forma simultánea dos frentes.
Por una parte, hay que detener de manera inmediata el caos económico y social
que estamos viviendo, y por otra parte, hay que rescatar el voto como el arma
ciudadana más poderosa para decidir nuestro destino. Resolver ambos asuntos
supone un esfuerzo adicional de todos los sectores que hacen vida en el país
para entenderse con un plan conjunto y con una unidad amplia, sólida, sin
vacilaciones, que conduzca hacia la recuperación nacional.
Los
demócratas sólo debemos plantearnos el fin de esta hecatombe por la ruta
democrática, no es tiempo de aventuras, es el momento de que el liderazgo
político renovado se coloque al frente de la batalla definitiva para conquistar
el cambio en Venezuela, y cada uno como ciudadano debe plantarse en su puesto
de lucha, pues en estas horas.
Stalin
González
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