Santi Casanova 17 de diciembre de 2016
Estos
dos últimos días he compartido un retiro espiritual con más de 20 chicos y
chicas de diecisiete años. Ellos acudieron al retiro con la mente y el corazón
puestos en las decisiones que, en breve, van a tener que tomar acerca de la
elección de unos estudios superiores en la Universidad. Como es natural, su
sensación es que una etapa se termina y que, con esa decisión, una nueva etapa
importante comienza. Pero esa naturalidad se transforma en angustia cuando
muchos de ellos sienten que el futuro de sus vidas está en juego en esa decisión
y cuando se percatan de que no tienen más que intuiciones, más o menos grandes,
acerca de qué quieren estudiar, qué quieren ser, en qué quieren trabajar…
Durante
estos dos días de retiro, entre silencio, trabajo personal y oración, todos
hemos descubierto que lo más importante es fijarse un claro horizonte de vida.
Esa es la clave para comenzar a coger la vida entre las manos. Pensar en el
futuro, soñar con quién quiere ser uno, trabajar los dones personales y para
quién pueden estar al servicio… Lo más importante, entonces, no es tanto la
decisión de mañana sino la cadena de decisiones que, entre los múltiples
caminos que se irán abriendo, nos vayan llevando hacia la meta que nos hemos
marcado y a la que Dios, de una manera sutil pero perseverante, nos está
llamando.
He
comprobado la importancia de quitarles a estos chicos peso de su mochila vital
en este momento que están viviendo. La vida no se juega en una decisión, por
muy importante que sea ésta. La vida es un camino que hay que decidir andar y
en el que hay que marcar un destino. Sin esto… ninguna decisión vale para mucho
más que para ir viajando sin rumbo. En cambio, quitar presión y agobio y poner
confianza, determinación, pasión y buen discernimiento… es, sin duda, lo mejor
para hacer este camino como se merece.
Dios
siempre quita peso. El camino hacia la felicidad no es fácil. Hay piedras,
lobos, curvas… pero Dios siempre está ahí para poner una luz, una señal, una
guía; para aligerar equipaje, para ofrecer brisa en los días calurosos y calor
en las noches frías, para curar heridas superficiales y profundas, para
insuflar el Espíritu necesario para llegar a buen puerto.
Espero
que estos chicos y chicas descubran la Buena Noticia de caminar con los ojos de
la fe y, con esa mirada, fijen rumbo y se dispongan a movilizar toda su mente y
su cuerpo, su voluntad y su pasión más íntima, para alcanzar su felicidad. Si
lo hacen, sin duda, el mundo será un lugar más habitable.
Un
abrazo fraterno
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico