Papa Francisco 07 de enero de 2017
Santo
Evangelio según San Mateo 4,12-17.23-25
El
inicio de la predicación de Jesús: En aquel tiempo, cuando Jesús
se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando
Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de
Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el
profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de
la Transjordania, Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en
tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la
muerte, se levantó una luz. A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Jesús
recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena
Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su
fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos,
afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y
paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de
Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania". Palabra
del Señor.
Reflexión
del Papa Francisco
Jesús
parecía una persona sin techo, pues se le podía encontrar siempre recorriendo
todas las ciudades y los pueblos, enseñando, proclamando la Buena Noticia del
Reino y curando todas las enfermedades y dolencias...
En
toda la Iglesia es el tiempo de la misericordia... ¿Qué significa misericordia
para los curas? Misericordia: ni manga larga ni rigidez.
El
tiempo de la misericordia fue una intuición de San Juan Pablo II, que beatificó
y canonizó a Sor Faustina Kowalska e introdujo la fiesta de la Divina
Misericordia.
Ante
las experiencia dolorosas que no faltarán, aun al lado de nuevos progresos, la
luz de la Divina Misericordia, que el Señor ha querido casi volver a entregar
al mundo a través del carisma de Sor Faustina, iluminará el camino de los
hombres del tercer milenio, no lo olvidemos
Hoy
olvidamos todo con demasiada prisa, incluso el Magisterio de la Iglesia! En
parte es inevitable, pero no podemos olvida los grandes contenidos, intuiciones
y consignas dejadas al Pueblo de Dios. Y la de la Divina Misericordia es una de
ellas.
Nos
corresponde a nosotros, como ministros de la Iglesia, mantener vivo este
mensaje, sobre todo en la predicación y en los gestos, en los signos, en las
opciones pastorales. Por ejemplo, la opción de volver a dar prioridad al
Sacramento de la Reconciliación, y al mismo tiempo, a las obras de
misericordia.
Jesús
tiene las entrañas de Dios. Está lleno de ternura hacia la gente, en especial
hacia los excluidos, los pecadores, los enfermos de los que nadie cuida.
Los
curas asépticos y de laboratorio no ayudan a la Iglesia. Iglesia que es como un
hospital de campaña, que debe curar las heridas. Hay tanta gente herida, por
problemas materiales, por escándalos, también en la Iglesia... Gente herida por
ilusiones del mundo.
Ni el
laxismo ni el rigorismo hacen crecer la santidad. Mientras que la misericordia
acompaña el camino de la santidad y lo hace a través del sufrimiento pastoral,
que es una forma de misericordia. Quiere decir sufrir por y con las personas,
como un padre y una madre sufren por sus hijos (Encuentro con los párrocos
de la Diócesis de Roma, 6 de marzo de 2014)
Oración
de Sanación
Mi
buen Señor, Tú conoces lo que hay en mi corazón, sabes lo importante que es
para mí comenzar el día lleno de tu bendición para tener una actitud vencedora
ante todas las situaciones en la que me veré involucrado
Te
doy gracias por tu Palabra sanadora, porque a través de ella fortaleces mi
espíritu y me das ánimo para seguir siempre firme en tu amor y para cumplir la
voluntad del Padre que me ama.
Tú
pasaste por este mundo haciendo el bien, sanando dolencias y enfermedades,
dándonos a conocer tu Reino, acogiendo a los pecadores y mostrándonos al Padre
en cada una de las obras que realizaste.
Creo
verdaderamente que el Padre está en Ti y Tú en el Padre, y que junto al
Espíritu Santo nos hiciste partícipes de las bondades celestiales, regalándonos
la bendición de estar hechos a tu imagen y semejanza.
Ven
Señor y dame la gracia de la conversión verdadera, esa conversión que empuja al
corazón a donarse en amor hacia el otro, que se olvida un poco de sí mismo y se
libra del ego y la vanagloria.
Sé
que Tú me amas y lo haces en extremo, es por ello que recurro a tu amor y a tu
bondad para que me quites todos esos miedos que me atan a una vida de soledad,
sufriendo el desconsuelo de tu ausencia
Ven
e impulsa mi vida con el fuego de tu Gracia. Pongo en tus manos amorosas todos
y toda tarea que voy a realizar
Me
entrego ahora con confianza a tu providencia, a tu amor de Padre que actúa con
poder en mi corazón y que me prepara para salir adelante. Amén
Propósito
para hoy
Entablaré
un diálogo personal con María, pidiéndole que me ayude a ser un mejor discípulo
de Jesús
Frase
de reflexión:
"El
cristiano está siempre dispuesto a anunciar el Evangelio, porque no puede
guardar para sí mismo el gozo de conocer a Cristo". Papa Francisco
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