EMILIO NOUEL 06 de enero de 2017
“El
futuro inmediato responde a carambolas, a estímulos convulsivos, sin
patrones
ni pautas.(…) Los análisis convencionales
no sirven y los
vaticinios
deductivos se han vuelto pensamiento ilusorio, wishful thinking:
bagatelas”
Ignacio Camacho
No
poca tinta se ha vertido acerca de las ínfulas de Vladimir Putin de colocar a
su país en el sitial que tuvo la Unión Soviética en otros tiempos. Es harto
conocida su lamentación acerca de la caída de la URSS: “la mayor catástrofe
geopolítica del siglo XX”.
La
política de Putin está orientada a recuperar la presencia e influencia
internacional de Rusia. La restauración del orgullo imperial de la ‘Gran madre
Rusia’ ha sido el objetivo.
Aunque
Rusia no conserva el ímpetu y la fuerza decisiva de que dispuso su antecesora y
las circunstancias no son las mismas, ese país, por su tamaño, significación
geopolítica, recursos y relativo poder militar, es un actor a considerar en el
mundo de las relaciones internacionales presentes, aunque tampoco habría que
exagerarlo.
El que
fue su contendor después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU, a pesar de que
mantiene un dominio económico, tecnológico y militar casi indiscutible, hoy no
goza del mismo poder omnímodo que tuvo.
La
potencia más grande de nuestro hemisferio y del mundo, “la sociedad punta de
nuestro tiempo” (Vargas Llosa dixit), a ratos se repliega sobre sí misma, o
bien por causa de sus problemas particulares, para atender otras prioridades
(Irán, Siria, Israel, Ucrania), por pérdida de poder global o porque que se
siente impugnada por algunos actores. El “hiperpoder” de otros tiempos ya no
existe, ha mermado, es discutido y hasta ignorado, incluso por micropoderes que
derivan su influencia de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, como lo ha bien subrayado Moisés Naim.
Estamos
ante una redistribución mayor del poder mundial en la que otros actores cobran
mayor incidencia y peso, pero que no disponiendo de capacidad para imponer su
perspectiva, pueden obstaculizar las iniciativas de otros, incluso de los más
grandes.
La
disminución del poder internacional de EEUU, se ha atribuido a que no existe la
misma confianza de sus aliados tradicionales en su liderazgo, y a que sectores
importantes de su población desea un rol global menos activo.
En la
actualidad, mucho se debate sobre un “mundo sin orden”, “un mundo salido de
eje” o de la “era del desorden”, en el que grandes potencias hegemónicas, han
perdido poder o no desean asumir el papel de garantizar la gobernanza global.
Richard
N. Haass ha señalado que estamos ante la desintegración del orden de la
posguerra fría y un mundo menos pacífico, menos próspero y menos capaz de
resolver los desafíos de la guerra.
Kissinger,
en su último libro, World Order, llama la atención sobre la idea de que han
surgido concepciones opuestas a un orden basado en reglas establecidas en los
tratados internacionales, siendo el caos una amenaza en todos partes, en un
entorno de interdependencia nunca antes visto.
Estas
nuevas e inquietantes realidades mundiales en las que el poder está más
repartido entre un mayor número de actores, nos indican que quizás estemos
viviendo un cambio de época, que trae consigo desafíos desconocidos.
Es
bajo esta nueva situación mundial en la que Rusia se hace muy activa en
Latinoamérica, que el gobierno chavista, desde sus primeros años, inició un
cambio estratégico en las prioridades internacionales de nuestro país.
Así,
los tradicionales y principales socios son puestos de lado y/o colocados al
mismo nivel que los nuevos, y entre éstos, está la Rusia de Putin.
Los
acontecimientos políticos de los años 2001 y siguientes en Venezuela
profundizarán esa nueva relación preferencial, que se convertirá en una
“asociación estratégica”. Alrededor de más de 50 acuerdos y contratos se han
suscrito entre ambos países. Chávez visitó Rusia 9 veces, y Maduro algunas. Han
sido muy intensas las reuniones y visitas mutuas entre los dos gobiernos.
Resaltan los contratos y créditos sobre armamentos (12 mil millones de
dólares). Las empresas del sector energético: Rosneft, Gazprom, TNK-BP,
Surgutneftegaz, y la privada Lukoil, están presentes en desarrollos en la Faja
Petrolífera del Orinoco y otros sitios. Venezuela es el segundo socio comercial
de Rusia en la región.
El
embajador ruso, V. Zaemsky, en 2015 declaró: “tenemos unas excelentes
relaciones políticas, una coincidencia en las posiciones internacionales (…)
hemos tenido una base muy sólida en las relaciones económicas”.
Y en
efecto, hoy existen importantes afinidades en políticas entre los dos países.
Tienen visiones coincidentes, sobre todo, de cara a poderes como EEUU o la
Unión Europea.
Para
Rusia, las orientaciones en política internacional del gobierno venezolano
convergen con el deseo de su dirigencia de erigirse en una superpotencia global
que desafíe la influencia a los demás poderes mundiales. De este modo,
Venezuela se convierte en una ‘cabeza de playa’ en América Latina y el
hemisferio.
Con la
llegada de Trump a la Casa Blanca, cabe preguntarse la relación que tendrán
EEUU y Rusia. Las carantoñas entre Putin y Trump han dado mucho de qué hablar.
Los poderes institucionales y fácticos de EEUU ¿qué posición asumirán frente a
este “coqueteo”? ¿Cómo queda Venezuela
en esta eventual entente? ¿Y Cuba, tan cercana al despotismo venezolano?
El
supuesto aislacionismo de Trump ¿permitirá que Rusia se instale cómodamente en
América Latina?
Y la
China, ya entronizada con armas y bagajes en nuestra región hace varios años
¿Qué pito tocará en todo este desconcierto?
Para
pitonisos quedan los pronósticos. Teorías y paradigmas de pensamiento se están
mostrando incapaces para avizorar hacia dónde va el mundo, y con mayor razón,
si quienes tienen la sartén por el mango, son tan impredecibles como el señor
Trump y otros.
¿Qué
pasará en una Venezuela metida en este entorno tan enmarañado? ¿Le interesa
Venezuela a Trump o a Putin? ¿Se pondrán de acuerdo respecto de nuestro
destino? ¿Podremos sustraernos de la “lógica” de esas potencias y resolver
nuestra crisis al margen de ellos o seremos un peón más de ese ajedrez?
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