MARÍA TERESA ROMERO 10 de marzo de 2017
Pisando
el tercer mes de este 2017, una buena
parte de los países de América Latina empiezan a mostrar resultados económicos
que, si bien no llegan aun a óptimos niveles para lograr un crecimiento real de
sus respectivas economías, sí denotan que los gobiernos han comenzado a
deslastrarse de la rémora que en años pasados significó la influencia del
llamado socialismo del siglo XXI y sus nefastas consecuencias. Me refiero al
populismo y al autoritarismo, así como de las medidas económicas que en nada
contribuyeron al crecimiento de la región.
Son
varias las naciones que en los inicios del presente siglo se dejaron seducir,
¿o comprar?, con las ideas que el teniente coronel Hugo Chávez implementó en la
otrora pujante y democrática Venezuela.
Unos países que pasaron a tener gobiernos populistas y demagogos, que con consignas y discursos de
pretendidas defensas al pueblo desarrollaron políticas y medidas económicas que
lejos de permitir el avance y desarrollo de sus sociedades, empobrecieron a las
mayorías, mientras que las cúpulas gobernantes y sus colaboradores cercanos se
enriquecieron como producto de la corrupción.
Allí
están los ejemplos de Brasil, Argentina, Perú, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, por mencionar algunos de cuyos
pueblos se dejaron cautivar con aquellos cantos de sirenas, abrazando las ideas
del fracasado militar caribeño, a su vez seducido y manipulado por el longevo
dirigente cubano Fidel Castro, a cuyos pies colocó los ingentes recursos
venezolanos, para el empobrecimiento de sus connacionales, quienes hoy
sobreviven entre la basura, la escasez y
la falta de atención médica.
Tal
vez el primer país que se comenzó a alejar de gobiernos populistas fue Perú,
que en 2016 se decantó por el liberal Pedro Pablo Kuczisnky, quien presentó un
plan de gobierno que claramente se alejaba de medidas efectistas propias del
gobierno izquierdizante que lo precedió. El eje de este gobierno se centra en
fortalecer la economía, atraer la inversión privada y mantener a raya los
niveles de inflación para sostener el ingreso de los peruanos. En materia de
política exterior, PPK, como se le conoce, se declaró alejado de las teorías
del socialismo impuestas en Venezuela y se pronunció claramente a favor de los
grupos que adversan al gobierno de Nicolás Maduro y en apoyo a los presos
políticos venezolanos.
Brasil,
el llamado gigante suramericano que en las dos últimas décadas estuvo gobernada
por tres gobiernos populistas surgidos del izquierdista Partido de los
Trabajadores, fue un fiel sostenedor de las políticas implementadas por Hugo
Chávez y su sucesor. Luego de sorprendentes revelaciones de corrupción en la
empresa estatal petrolera que salpicó a dirigentes tanto del gobierno como del
poder legislativo y el sector privado, el país inició un proceso que culminó en
un juicio político a la Presidenta Dilma Rousseff que terminó en su
destitución.
Si bien
el principal escollo por el que pasa Brasil es su inestable gobernabilidad,
toda vez que el presidente Michel Temer,
quien sucedió a la presidenta destituida, no goza de toda la confianza de parte
de los brasileños, eso no ha sido obstáculo para que el país haya comenzado un
período de recuperación económica que lo encamina a superar la recesión en que
había caído los tres últimos años. De
hecho aún los más conservadores pronósticos de organismos
internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial dan
buenas notas para el desempeño económico iniciado en Brasil, una vez que se
alejó de gobiernos populistas y socialistas como los encarnados por Lula da
Silva o Dilma Rousseff.
Pero
el mejor ejemplo hasta el momento lo representa Argentina, que desde que dejó a
un lado los 12 años de la dinastía Kirchner que sumió al país en una vorágine
de inflación, contracción económica y déficit fiscal, producto de políticas
populistas semejantes muchas a las implementadas en la Venezuela chavista. Luego
de la elección de Mauricio Macri en 2015, quien está corrigiendo el rumbo de la
economía, el país enfrenta mejores cifras tanto en el producto interior bruto
como mejoras en inflación y en particular en inversión privada internacional,
luego de años del nacionalismo exacerbado del gobierno anterior. La reciente y
exitosa gira emprendida por el presidente Argentino en España, que era el
principal inversor antes de Cristina Kirchner, es un buen ejemplo de esta
corrección en la senda económica.
No
cabe duda de que la ruta emprendida por varios países latinoamericanos,
finalizada la era del socialismo del siglo XXI que intentó imponer Hugo Chávez
tanto en Venezuela como en la región,
promete una etapa de crecimiento para la economía suramericana, una vez
superadas las políticas populistas y atrasadas emprendidas por aquellos
gobiernos influenciados por el fracasado militar venezolano. Es de esperar que
pronto sea la propia Venezuela y los
países que aún se agarran del fracasado modelo bolivariano, la que logre salir
de esta funesta situación.
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