Por Marino J. González R.
Tal parece que en el Alto
Gobierno existen indicios de que la idea de la convocatoria de la constituyente
no goza de buena salud. Solo así se pueden explicar las “aclaratorias” y
tardanzas en la ejecución del plan.
Comencemos con las
“aclaratorias”. De acuerdo con la propuesta del gobierno, la convocatoria de la
constituyente significaría un nuevo orden político. Es decir, según el gobierno,
se aprobaría una nueva constitución con nuevas reglas. En consecuencia, eso
significa que todos los lapsos políticos quedan modificados. Por ello se podría
inferir que el período del actual gobierno quedaría dependiendo de esa
aprobación. Dicho de otra forma, en el momento que se convoque la supuesta
constituyente, cesaría el actual gobierno. Una especie de “recorte
presidencial” anticipado. De hecho, el coordinador de la comisión organizadora
ha recordado que el propio Presidente ha colocado el cargo a la orden del
pueblo.
Y resulta que ahora se ha
“aclarado” que la cosa no es así. Que en realidad si habría elecciones en 2018
para la presidencia, pero sin ninguna mención de las otras elecciones
pendientes (gobiernos regionales y locales). Tal parece que alguien se dio
cuenta de los riesgos que se corren, y prefirió echar marcha atrás. Por aquello
de que es mejor un plazo definido que quedar en el limbo. Pero la jugada es
demasiado burda. Si hubiera una pizca de honor en el Alto Gobierno, el rechazo a
la convocatoria de la constituyente significaría que “alguien” debería enviar
su renuncia. Ya sabemos que no se debe esperar un gesto de tanta nobleza.
Sigamos con las tardanzas.
Resulta que dos semanas después del anuncio de la convocatoria, el gobierno
tiene menos aliados de la idea que lo que había previsto. A las reuniones
convocadas no han acudido representantes de la Unidad Democrática, ni la
Iglesia Católica, ni los sectores productivos, ni los sectores académicos, por
mencionar algunos. Lo que se ha evidenciado es un inmenso rechazo a la
convocatoria de una constituyente que acaba con la República como la hemos
conocido desde 1810. Es por ello que la comisión coordinadora hace esfuerzos
desesperados para sumar adeptos, pide que la reciban en algunos ámbitos, al
menos para lograr algún apoyo. También en el interior del gobierno existen
sectores que han manifestado sus reservas sobre el curso seleccionado.
En cualquier otra
circunstancia esto sería visto como una derrota anticipada.
El gobierno debería
retroceder en la iniciativa o presentar una opción más viable. Pero esa no es
la forma de proceder de este gobierno. Lo más probable es que se quiera seguir
avanzando por dos vías. En primer lugar, por la inmensa represión que se ha
desatado de parte de los cuerpos policiales y de la Guardia Nacional
Bolivariana. Las muertes sucedidas en las últimas horas son demostraciones muy
claras de esta tendencia. En segundo lugar, con el diseño de una propuesta de
constituyente por parte del CNE en total contradicción con el sentido político
y la normativa constitucional.
La posibilidad de que este
escenario se pueda revertir dependerá de la reacción de la sociedad
democrática. No hay duda de que la persistencia del gobierno traerá una
respuesta nacional e internacional directamente proporcional a esta arremetida
anti-republicana. Lo que está por verse es si un gobierno tan debilitado, tan
rechazado, que inspira tanta desconfianza ante propios y extraños, pueda
imponerse ante todo un país que defiende la República.
17-05-17
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