RAFAEL LUCIANI 20 de mayo de 2017
@rafluciani
El 31
de marzo pasado la Conferencia Episcopal Venezolana se
pronunció ante la gravedad de la actual crisis denunciando que para el gobierno
«todo gira en torno a lo político, entendido como conquista del poder,
olvidando las necesidades reales de la gente». En el comunicado oficial, los
obispos venezolanos señalaron que «no se puede permanecer pasivos, acobardados
ni desesperanzados. Tenemos que defender nuestros derechos y los derechos de
los demás. Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son
válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las
manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos
nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas».
A este
llamamiento episcopal, el 4 de abril pasado se sumó la voz de la Conferencia
de Religiosos y Religiosas de Venezuela contra «la falta de autonomía
entre los cinco poderes públicos: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y
Ciudadano». Los religiosos subrayaron «la indolencia del gobierno nacional ante
la situación crítica que vive nuestro pueblo, demostrando una vez más que solo
le interesa la lucha por mantenerse en el poder» en un contexto de «inminente
dictadura». El camino para salir de la crisis, se lee en el documento, ha de
pasar por: «respeto al Estado de Derecho, separación de poderes, legitimidad
del Parlamento».
Los
obispos
A esto se han ido sumando las Conferencias Episcopales Latinoamericanas. Entre ellas, el 21 de abril, la Conferencia Episcopal Panameña se solidarizó con la posición de los obispos venezolanos expresando que «la difícil situación del país cada vez se hace más insostenible». A este comunicado le siguió el de la Conferencia Episcopal Colombiana en pro de la labor de «obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos que en medio de dolorosas situaciones y privaciones, siguen trabajando por la defensa de los valores humanos». El día 26 de abril, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana declaró que «se trata de una situación donde “está muerta y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o contraria a quienes están en el poder, se abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción y la persecución, un despeñadero hacia la dictadura”». A lo largo del mes de abril, se han solidarizado también, entre otras, las Conferencias Episcopales de Uruguay y Chile, así como la boliviana, que el 2 de mayo se pronunció en torno a «la violencia fratricida, pobreza abrumadora y pérdida de la vigencia de los derechos humanos» en Venezuela.
Una
voz
La colegialidad que inspira al funcionamiento de la iglesia Católica se manifestó, históricamente, entre el 9 y el 12 de mayo, cuando se celebró la XXXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano. Allí, todas las Iglesias locales de América Latina y el Caribe decidieron tomar posición frente a la situación de nuestro país al observar que «se vuelve insostenible la falta de alimentación, la falta de medicinas y la falta de libertades». Se creó una Comisión de seguimiento de la situación sociopolítica y humanitaria venezolana. Es la primera vez que el conjunto de las Iglesias locales se unen para levantar su voz en contra de lo que se vive en uno de sus países.
La
reciente posición del Papa, comunicada el 13 de mayo por su secretario de
Estado, está en comunión con la Iglesia Latinoamericana: elecciones y evitar
más violencia. No nos dejemos robar la esperanza, no perdamos la fe en quienes
están trabajando por el bien común del país, como es la iglesia Católica en
todas sus instancias.
Rafael
Luciani
Doctor
en Teología
@rafluciani
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