Por Armando Janssens
Las organizaciones sociales
trabajamos afanosamente para constituir un gran Centro Civil en nuestra
sociedad problematizada. Ese es el espacio de las grandes mayorías silenciosas,
del encuentro, del eventual diálogo, de la formación permanente y del
consenso para la supervivencia.
Estamos demasiado polarizados
en tonalidades que llegan a la extrema confrontación. Hasta con el miedo de llegar
a la violencia que ya está presente en muy alto nivel y se expresa en muertes,
heridos y presos políticos; contrariando el sentido político del centro y ajeno
al humanismo en su sentido básico.
Los insultos vienen de ambos
lados de la realidad política. Reconozco que ya fue introducido en tiempos del
presidente Chávez desde los más altos niveles hasta abajo. Y ahora sigue y se
expande en la presidencia de Maduro en formas más sofisticadas y con los
engaños incluidos, como podemos observar en esta contienda electoral. La
mentira, el engaño, las promesas falsas, los regalos paternalistas y
extemporáneos y el manejo destructivo de los supuestos presos políticos,
algunos hasta el borde de la enfermedad mortal. Todo eso forma parte de
esta permanente destrucción.
Pero igualmente lo observamos
en los distintos componentes de la oposición. Y no es expresión, solamente, de
la normal y deseable variedad de los pensamientos que se manifiestan; sino que
se convierte en un lenguaje atacante, depravado y malintencionado no solamente
para con el gobierno, sino también entre sus propios colegas de la lucha común.
Reconozco que algunos líderes
mayores tratan de limitar los daños y hasta mantienen una cierta
altura de lenguaje y opinión, pero muchos articulistas y creadores de
opinión pública se deleitan en expresar sus divergencias de
manera conflictiva con, igualmente, denominadores polarizantes.
No me quiere meter en lo
más hondo del asunto, pero las discusiones públicas de participar o no en las
elecciones regionales, o en eventuales conversaciones en Santo Domingo,
reflejan con frecuencia una ceguera y una prepotencia ajenas a la búsqueda para
salir del rollo que nos acompaña. Evidentemente debemos ir a elegir nuestros
futuros gobernadores, a pesar de los obstáculos y limitaciones. Evidentemente,
debemos tratar de conversar hasta “con el diablo” si es necesario.
Es desde el pleno centro de la
sociedad sana, lo más alejado de los extremos, que debemos formar la nueva
mayoría que necesita el país con gran urgencia. Ya muchas iniciativas de
nuestras organizaciones están trabajando con resultados positivos en una
variedad de proyectos que unen a la gente en conversaciones creativas y en la
búsqueda de las soluciones de problemas concretos de las comunidades. Y con una
agradable sorpresa constatamos que eso es posible y con resultados tangibles.
Eso está ocurriendo, incluso, involucrando a varios municipios –del
gobierno y de la oposición– de manera progresiva.
El Pensamiento del Centro
habla de las grandes mayorías, de las reservas morales, del deseo de
avanzar, y presionar con inteligencia y sin violencia innecesaria. Ajena a
extremos, introduciendo un lenguaje de decencia humana, de gran pluralidad,
pero dispuesto a unir en respeto mutuo y en democracia
¡Qué Dios nos oiga!
08-10-17
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