Por Leonardo Morales P.
Luego de las elecciones de
gobernadores donde la MUD, más bien el G4, dio suficientes muestras de que los
cambios, primero Aveledo por Chuo Torrealba y luego éste por no se sabe qué o
quién, fueron determinantes en la derrota, florecieron rosas negras en los
jardines de la plataforma aglutinadora de los partidos de oposición.
Técnicamente la MUD
desapareció apenas anunciaron los resultados; alguno optó por no sentarse más
con quien más gobernaciones logró, otro acusó a otros de débil respaldo a su
candidatura. En fin, las diferencias o celos dirigentes permitieron que no se
respetará los liderazgos regionales y hasta nacionales; perdió Falcón en Lara,
PJ Y VP se asociaron para competirle en las primarias; Capriles y Ocariz
perdieron en Miranda, “la joya de la Corona” aun cuando detentaban la
gobernación y la alcaldía del municipio más importante.
En esas condiciones, sin una
plataforma unitaria que agrupe a los partidos políticos, con una profunda y
enorme desconfianza entre los líderes fundamentales de los partidos políticos
de oposición, deberá encararse las elecciones presidenciales del 2018 que, a
decir de algunos y a informaciones disponibles, se realizarían dentro del
primer cuatrimestre de ese año. En cualquier caso, el tiempo en estos asuntos
es un tirano, por lo que difícilmente las diferencias y heridas infligidas
puedan ser superadas en tan poco tiempo.
El escenario, el tiempo y las
enemistades podrían estimular la aparición de varias candidaturas opositoras.
Capriles hace muy poco dijo, mostrando como lo ha consumido la cultura
chavista, que solo él y Leopoldo podrían dirigir el país. Entre eso y lo
afirmado por Chávez, “sin la revolución no habría luz”, qué diferencia hay. Lo
cierto es que la encuesta de Venebarómetro y otras dicen que los venezolanos
piensan muy distinto a los delirios del dirigente de marras.
Henri Falcón, con tanto
derecho como los otros, inició su gira por el país respaldando a los
ciudadanos, a los candidatos a alcaldes abandonados por los partidos
abstencionistas, y, además, los números de las encuestas le son ligeramente
favorables. Ramos Allup tiene en su haber la conquista de varios gobernadores
en las pasadas elecciones regionales. Ambos tienen las condiciones para
insinuarse como candidatos presidenciales y no solos los inhabilitados.
Los empresarios, no siempre
exitosos en el ejercicio de la política, han ido ganando espacios importantes:
Piñera en Chile y Macri en Argentina son ejemplos contemporáneos en la región.
La insistente alusión a Lorenzo Mendoza genera nerviosismo en los sectores
políticos gubernamentales y de oposición.
Han sido las opiniones del
propio Mendoza lo que ha abierto espacio para la especulación; recientemente un
aspirante a la presidencia como Henri Falcón, de manera cortés le dio la
bienvenida a luchar por el bienestar del país. Muchos reclamaron que fuese
Falcón quien lo hiciera. ¿Acaso hay un maestro de ceremonia para estos menesteres?¿No
tiene derecho Falcón y el pueblo en general a aplaudir la aparición de otros,
en este caso, a Lorenzo Mendoza?
Más tarde, de nuevo de
segundo, Capriles, algo extraviado en aciertos políticos, pretendió dar
lecciones de política a Mendoza, pero además casi señaló que él, ungido por
gracia de quien sabe quién, si estaba autorizado para hablar sobre el
particular. Y quizá tenga razón: recordemos que sin noción de la política
adquirió una curul a Copei para ser candidato a diputado por el estado Zulia, y
finalmente presidió, por cosas de la Fortuna, como lo dijera Maquiavelo, la
Cámara de Diputados. Luego, raudo y veloz, alcalde y gobernador.
En una carrera contra el
tiempo, la oposición tiene severos obstáculos que debe esquivar: no hay
confianza ni respeto entre sus dirigentes, tampoco una plataforma política que
los asocie y, finalmente, se asoma, como en otras oportunidades,
un outsider que debe ser considerado con el respeto que parece
recibir de la población.
16-12-17
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