Por Froilán Barrios
Los venezolanos vivimos a
merced de un régimen que mueve sus tentáculos sin escrúpulo alguno para
detentar el poder; igual manipula la Constitución, estadísticas
socioeconómicas, creencias religiosas, la diplomacia internacional, con la
finalidad de mantener eternamente a un país en vilo, distraído en su desgracia,
mediante patrañas que carcomen como cáncer terminal a una Venezuela que forjó
instituciones y condición de vida digna en los avatares del siglo XX.
Este cuadro dantesco que
presenciamos a diario no necesita explicación, lo leemos, visualizamos y
sufrimos en la calle, tomando aquella reconocida frase “no me lo cuentes, yo
estuve allí”. Tragedia que no afecta en lo más mínimo el rictus gubernamental,
no tiene piedad alguna, solo su cara de piedra, al aplicar el guión tramado en
La Habana, que el castrismo conoce perfectamente, manipular hasta la saciedad y
erigirse como víctima permanente del imperio, y de ello fagocitarás per
secula seculorum.
Su maestría y destreza es
colosal, juega a placer en el escenario que disfruta diseñar, tanto que le
impone al adversario político opositor hasta el terreno donde pueda atreverse a
soñar, en este caso el electoral, aun cuando manifiesta sin empacho alguno al
mundo entero el verdadero curso, trazado en su norte franco: Plan Socialista
2013-2019, Plan Socialista 2019-2025, Plan Socialista Pdvsa 2019- 2026, rumbo
al Estado comunal, orientado a implantar un apartheid con el carnet de la
patria.
Moviéndose a sus anchas, con
el peso del Estado impone un ritmo avasallante, que enfrenta como contraparte a
una oposición que juega con un solo argumento, las condiciones electorales, y
en este caso las presidenciales, esgrimiendo una espada de papel frente a un
régimen que ya ha prefigurado el resultado, a tal extremo que va a Santo
Domingo con la picardía criminal de excluir partidos opositores y, al mismo
tiempo, imponer sus condiciones a las presidenciales.
Tanta ingenuidad en verdad
no tiene precio, pretender derrumbar la dictadura solo con la participación en
las presidenciales. La oposición en general, MUD y resto de versiones, deben
analizar que la agenda política para superar esta tragedia se inicia con la
conformación de un gran acuerdo general ceñido a un gran objetivo, la
liberación nacional, de un país ocupado e hipotecado a potencias extranjeras,
donde existe un solapado ejército de ocupación incrustado en nuestra geografía,
a través de los convenios de asistencia médica con Cuba y acuerdos económicos
antinacionales.
Cuando la MUD coloca como su
carta predilecta las elecciones, está partiendo de un iluso escenario de salida
del régimen, en el que se pudiera participar, solo con el objetivo de desenmascarar
ante la comunidad internacional las dimensiones de la trampa. Tal como
sucediera el 30/11/1952, cuando el fraude cometido por el general Pérez Jiménez
lo calificó oficialmente ante el mundo de ser una dictadura, y de paso lo
ilegitimó ante al pueblo hasta su caída en 1958, ya que para salir de los
regímenes totalitarios hay que elaborar un libreto original, que
lamentablemente la oposición venezolana del siglo XXI no se ha dignado
reflexionarlo, o si lo tiene es un secreto bien guardado.
Lo cierto del caso es que el
régimen maniobra en varios tableros, la oposición solo en uno, cuando se trata
de construir un mensaje integrador, claro, de propuestas factibles, más allá de
la euforia del cortoplacismo y la pretensión de llegar al poder, creyendo que
los mangos están bajitos. En política, sin método no se llega ni a la esquina,
y tal como prefigura una oposición dividida, morderá el polvo de la derrota
anunciada ya sufrida en las preliminares de gobernadores y alcaldes 2017, como
ilustrara un viejo proverbio francés, “en política quien se deja manipular
pierde”. Y de ese costal bastante ha masticado el pueblo venezolano.
31-01-18
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