Por Luisa Pernalete
Valentina quiere trabajar
para ayudar a su mamá a comprar comida. Ese deseo hasta bonito es, habla de la
sensibilidad de una hija que ve los agobios de la madre, viuda, con mil cosas
que atender. Ese hecho no sería noticia el detalle es que Valentina tiene
6 años, estudia primer grado y debería estar ocupada en jugar a “las vecinitas”
y en aprender a leer y escribir. “Tú dices que a los niños no le dan trabajo,
pero yo conozco un compañerito que recoge latas y le pagan”. Este relato de
Valentina me hizo llorar. ¿Hay alguien que pueda decir que los niños están
siendo protegidos en este país? ¿Viven su vida de niños? Hay muchos que ni
llegan a la escuela. Noticias terribles circulan por todos lados. Solo
voy a mencionar tres.
“Mueren 12 niños por
desnutrición en el hospital de Maturín”, (Efecto Cocuyo, 1/02/18). La
información la dio la jefa de emergencia pediátrica de ese hospital. Estamos
hablando de casos del 2018. Y lean este otro:
“Mueren 7 niños waraos de
comunidades indígenas del Municipio Antonio Días”. La información la leemos del
Observatorio de derechos Indígenas Kapé-Kapé. Y completa este dato triste, que
los padres de los niños que presentaban cuadros de diarrea, vómito y
desnutrición severa, acudieron a dispensarios del Delta pero “no hay remedios”.
Esas muertes se produjeron entre el 26 y el 27 de enero. Mientras, la
Ministra de Asuntos Indígenas lo que reporta es que líderes indígenas
participarán en Caracas en una plenaria en una actividad en el marco del
Congreso del Plan de la Patria. ¿Patria sin niños?
Completemos este cuadro
trágico recordando que Cáritas ha estado informando sobre el incremento de la
desnutrición de los niños en el país “En el 2017 atendimos el doble de
niños que en el 2016”, dijo Susana Rafalli a los Obispos cuando habló ante la
CEV a principios de enero. Y la ONG Prepara Familia permanentemente
informa sobre la situación de los niños y niñas del Hospital de J.M de Los
Ríos. Niños con cáncer sin tratamientos, niños que mueren en edades para
jugar.
Imposible no mencionar
la drástica caída de la asistencia escolar en escuelas de Fe y Alegría – y
suponemos que en el resto también – en lo que va del 2018. Causas: falta de
alimento, falta de transporte y/o de efectivo para pagar el escaso
transporte que todavía queda funcionando. Hay que añadir ahora las renuncias de
maestros, aun gustándole lo que hacen. “No puedo comer con lo que gano”, me
dijo hace unos días una profesora.
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¿Qué Patria es esta? Sin
niños sanos, sin niños vivos, no hay Patria posible. Hay que
insistir que según nuestra legislación vigente, los derechos de NNA son
Prioridad Absoluta, y no se cansa uno de repetir que eso es obligación en primer
lugar del Estado que es la institución que maneja recursos públicos, diseña y
ejecuta Políticas Públicas. Puede parecer una tontería y hasta una necedad
repetirlo, pero se supone que no estamos en la selva, en donde impera la Ley
del Más Fuerte, sino en una sociedad con instituciones que conocen sus deberes.
Y aún si no tuviéramos leyes que obligan al Estado, está la sensibilidad
de los seres humanos. Un solo caso de muerte por desnutrición debería movilizar
recursos, llámelo como quiera: canal humanitario, emergencia, no soy
especialista, pero tengo ojos, veo niños desmayándose en el metro de Caracas;
sabemos da casos concretos de los que no están yendo a la escuela; escucho
historias de todo el país, como la de Valentina; un solo relato basta para que
uno se conmueva, aunque no conozca las víctimas con nombre y apellido.
Ser gobierno implica
responsabilidades. No se puede argumentar “ignorancia” frente a lo que está
pasando. Por omisión también se peca. Pero si fuera falta de información, para
eso está la sociedad civil, para eso estamos nosotros, para hacer llegar a los
que toman decisiones estos datos, para recordar, para exigir. Y si usted, que
me lee, no forma parte del gobierno entonces no se quede esperando saber
cuántos niños más mueren. Haga lo que esté a su alcance. Apoye iniciativas, de
las muchas que hay, pequeñas unas y grandes otras. Apoye acciones que no
resolverán el problema global pero contribuirán a mitigar los rigores de
esta emergencia que unos no quieren ver.
02-02-18
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