Por Fernando Pereira
El día a día nos hace topar
con niños en la calle, algunos hurgando en la basura en busca de
comida, docentes que reportan la inasistencia de
los estudiantes porque deben buscar comida, víctimas de diferentes
formas de violencia, pacientes que buscan medicinas pediátricas o que padecen
sin ser atendidos en servicios de salud que no tienen los insumos requeridos,
niños y adolescentes que no cuentan con sus documentos de identidad…
Esta situación justificó que
se comenzara a discutir, a mediados de los años 90, lo que terminaría siendo
la Ley Orgánica para la Protección de los Derechos del Niño, Niña y
Adolescente (LOPNNA), que finalmente entraría en vigencia en el año 2000.
A pesar de que el Estado se
ufana de que la población cuenta con la LOPNNA y otros instrumentos legales
para su protección, sin duda la realidad social de los niños y adolescentes hoy
es mucho peor y el colapso de las instituciones y programas minimiza las posibilidades
de atención.
La Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) publicó el pasado 27 de febrero el informe “Hacia
la garantía efectiva de los derechos de niñas, niños y adolescentes: Sistemas
Nacionales de Protección” para reafirmar la importancia de que los estados
creen la institucionalidad necesaria para la efectiva implementación de los
derechos de la niñez.
El documento expresa que, a
pesar de la existencia de Leyes Especiales que protegen a las niñas, niños y
adolescentes, es manifiesta la notoria brecha existente entre los derechos
reconocidos en las normas y la realidad en la que viven millones de niños y
niñas en el hemisferio.
Las leyes solas no bastan. El
mero reconocimiento legal de sus derechos es insuficiente para garantizar su
efectiva vigencia y para transformar sus realidades. Se requiere de
un andamiaje institucional y de un modelo operativo que asegure el
cumplimiento de las normas y el pleno disfrute, la protección y la defensa de
todos los derechos. Estos modelos organizativos y estructuras operativas se
conocen con el nombre de Sistemas Nacionales de Protección de los Derechos
de las niñas, niños y adolescentes.
Pasan cosas gravísimas y ni
siquiera hay una reacción. Los niños y adolescentes se quedaron huérfanos de
protección.
Este Sistema en nuestro país
se comenzó a montar una vez la LOPNNA entró en vigencia. La institucionalidad
que se creó contando con el apoyo de un movimiento social ilusionado y
aglutinado en torno a la propuesta se ha ido debilitando y hoy en día su presencia
es precaria. Eso puede explicar porqué, a pesar de existir tantos casos de
violación de los derechos de niños y adolescentes, no se cuente con voces y
acciones visibles y efectivas de los órganos competentes para la protección de
los niños o del poder ciudadano. Pasan cosas gravísimas y ni siquiera hay
una reacción. Los niños y adolescentes se quedaron huérfanos de protección.
La responsabilidad de prevenir
La Relatora de los
Derechos del Niño de la CIDH afirmó, al presentar el informe, que “no es
suficiente con solamente intervenir para proteger a los niños y las niñas
frente a violaciones a sus derechos una vez estas han ocurrido, como tampoco la
creación de programas de corte asistencialista que no aborden las causas de
estas vulneraciones a derechos ni contribuyan a prevenirlas.
La orfandad institucional se
hace evidente ante la ausencia de un Plan Nacional que recoja las
múltiples prioridades que la realidad de la población infantil exige
afrontar y las políticas públicas con las que el Estado propone darle
efectiva respuesta.
Ojalá las autoridades
responsables se den el trabajo de leer el informe y el detallado conjunto de
recomendaciones que ofrece. Los niños lo agradecerán.
14-03-18
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