Por Henrique Capriles
Esta semana conmemoramos el 19
de abril de 1810, fecha trascendental para nuestra independencia. Pero 208 años
después de iniciar ese camino los venezolanos seguimos luchando por nuestra
libertad y por nuestros derechos más fundamentales.
Hoy vemos a diario cómo se
sigue profundizando una crisis que arropa la vida de cada venezolano. Siguen
vigentes las razones que hace un año movilizaron masivamente al país y que
llevaron a Maduro y su cúpula a sacarse la careta que, de forma precaria, todavía
sostenían.
Ya no quedan dudas sobre el
talante del Gobierno. Se quitaron la máscara y el rostro de la oscuridad se ha
ido mostrando cada vez con más desfachatez.
El desacato a nuestra Carta
Magna, a través de la violación de los derechos sociales, políticos y
económicos de los venezolanos, se ha convertido en una práctica descarada.
Pisotean sin descanso el texto constitucional, al ignorar la ley, pasan por
encima de las necesidades del pueblo y lo colocan en una crisis humanitaria
que, aunque se empeñan en negar, es reconocida mundialmente.
Los venezolanos le estamos
diciendo NO a un gobierno que le declaró la guerra al pueblo. Decimos NO más
muertes por la crisis de la salud, NO más muertes por la inseguridad, NO más
hambre porque acabaron con la producción y con el salario del venezolano.
Si no detenemos la debacle la
canasta básica, que ya supera los 75 millones de bolívares, puede llegar a
costar 800 millones a finales de este año. Si hoy vemos hombres, mujeres y
niños comiendo de la basura, ¿Cuál será el panorama en 8 meses?.
Nadie puede decir que quienes
queremos progreso para Venezuela no hemos hecho todo lo que está a nuestro
alcance, siempre dentro de lo que establece nuestra Constitución, pacífica y
electoralmente. Y esa es la ruta que debemos seguir transitando. No podemos
pisar el peine y permitir que nos lleven al terreno de la violencia.
Por eso seguimos pidiendo
elecciones libres y democráticas, por eso nos mantenemos aferrados a la
Constitución y pedimos respeto a la legítima Asamblea Nacional, elegida por el
pueblo y reconocida internacionalmente, que ha expuesto la realidad del país y
la verdad sobre el gobierno.
Venezuela no se rinde. Las
protestas, aunque tratan de silenciarlas, se hacen cada vez más frecuentes. Las
conmovedoras imágenes de hombres, mujeres y niños, con tapabocas, muletas y
sillas de ruedas, exigiendo la atención que por derecho les corresponde están
dando la vuelta al mundo. Venezuela es tema de conversación pero ya no por sus
riquezas, por su petróleo, por su cacao, su café, sus playas y sus hermosas
mujeres. Lo es por un régimen cobarde que está acabando con su pueblo.
Hoy seguimos luchando por la
liberación de los presos políticos y pidiendo un canal humanitario que permita
el ingreso de los alimentos, medicinas e insumos para paliar la grave situación
que viven los venezolanos.
Ya nadie cree en instituciones
que se han convertido en brazo del gobierno para ejecutar sus marramucias: un
tribunal y una fiscalía inconstitucionales, un órgano electoral parcializado,
una autonombrada e ilegal asamblea constituyente.
No es casual que a menos de un
mes de su llamado a un parapeto electoral, la señora Lucena haya emprendido una
gira para tratar de lavarle la cara al CNE. Quieren lograr con viajes un
reconocimiento que sólo se alcanza respetando las garantías electorales.
Insisten en su discurso
gastado de defender la soberanía de potencias extranjeras, pero de lo que se
trata, es de proteger a los venezolanos de su propio gobierno. En esa lucha el
gran enemigo que tenemos es la resignación. Cada barrera, cada componente de
esta crisis que vivimos es una razón para mantenernos en la pelea.
Hoy dependemos hasta para
comer de otros países, por un modelo fracasado que quiere mantenerse en contra
de la voluntad de los venezolanos, pero nada va a doblegarnos ni robarnos las
ganas de luchar y salir adelante.
Para lograrlo hay que tener
siempre presente que somos un pueblo grande. Recordemos no sólo aquello contra
lo que luchamos sino también aquello que deseamos. No olvidemos que lo malo es
transitorio y visualicemos hacia dónde queremos ir para poder caminar hacia
allá.
Alcanzar el objetivo de
rescatar a Venezuela depende de nuestra capacidad de unirnos. Tenemos que
aprender de los errores y entender que no podemos triunfar separados.
Mantengamos vivo el espíritu
del 19 de abril para que podamos cambiar este modelo que no nos permite avanzar
y así lograr la verdadera independencia.
Le pido Dios que nos dé la
fortaleza y la unión para sacar nuestra patria adelante. ¡Venezuela siempre
valdrá la pena!
22-04-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico