Por José Rafael López Padrino
La retórica de los
abstencionistas sigue siendo contradictoria, fantasiosa, y aferrada a un
discurso derrotista que terminará por hundirlos en el laberinto de sus
inconsecuencias.
Los abstencionistas continúan
con su perorata de que “dictadura no sale con votos”, “votar es legitimar
a Maduro”, “participar en las elecciones es colaboracionismo”, “elecciones
cuando el régimen haya caído”, “no hay condiciones para participar”. Es decir,
renuncian a la vía electoral como instrumento de lucha mientras el iletrado
Maduro siga en Miraflores. Muchos se anclan en la peregrina idea de que gracias
a la presión internacional Maduro renunciará y entregará el poder después del
20/5/2018. Así de fácil. Otros siguen proponiendo una intervención extrajera,
llámese “humanitaria” o “militar”. Planteamiento intervencionista que ha sido
utilizado por el rollizo de Miraflores para robustecer su tesis del enemigo
externo, así como alimentar el patrioterismo bolivariano.
Algunos abstencionistas sueñan
con ver a los sicarios del CICPC o al gorila de Padrino López arrestar a Maduro
en cumplimiento del dictamen del TSJ en el exilio. Otro grupo sigue con la
descabellada idea de “lanzar la gente a la calle” y así precipitar un golpe
militar. Piensan en una insurgencia capitaneada por una Fuerza Armada carcomida
por la corrupción y el narcotráfico. Pretenden repetir los dolorosos episodios
del 2014 y 2017 cuando en busca de esa “salida rápida” llevaron
irresponsablemente a la inmolación a cientos de jóvenes al exponerlos a la
maquinaria represiva del régimen. El grave problema es que los abstencionistas,
sin excepción, no tienen ningún plan político para después del 20/5. Solo
alucinan con más sanciones y una intervención extranjera liderada por los
marines de Mr. Trump, Pence, y Pompeo.
Los abstencionistas, al margen
de sus malabarismos lingüísticos, promueven una política derrotista y
desmovilizadora frente al escenario electoral del 20/5. Han entregado el
futuro del país a las decisiones por tomar del Grupo de Lima, la Unión Europea,
el Señor Almagro en la OEA, o por el grupete Trump-Pence-Pompeo.
Lamentablemente mientras los
principales voceros del abstencionismo se pasean cual Marco Polo por el nuevo y
viejo continente siguiendo el libreto de la comunidad internacional, el pueblo
venezolano sigue pasando hambre y muriendo sumergido en una total confusión e
incertidumbre. La tozudez abstencionista no les permite entender que no
participar es facilitarle la continuidad a Maduro y su logia cívico-militar en
el poder.
Quienes alegan la falta de
condiciones electorales, habría que recordarles que desde la llegada al
poder del facho-chavismo estas nunca han existido, sin embargo todos han
participado en la mayoría de los procesos realizados previamente. Es evidente
que el árbitro electoral dejó de serlo para convertirse en una oficina
ministerial dispuesta a complacer los deseos del tirano de turno. Igualmente el
rol de la FAN y de su Plan República ha sido el de tolerar y apoyar todos los
abusos y ventajismos por parte del oficialismo. Que se entienda que nadie está
convalidando el status quo, defendiendo la imparcialidad de las madamas
del CNE o alabando el papel represor de la FAN. Hay que aprovechar la
coyuntura electoral, para capitalizar ese inmenso descontento nacional (más del
80%) y lograr una participación electoral abrumadora el próximo 20/5 que nos
permita salir de esta pesadilla.
Los abstencionistas con su
vocación suicida, desmotivan la participación electoral, siembran el pesimismo
y propician la entrega sin resistencia a la dictadura. Los que plantean la
abstención deben preguntarse ¿Cómo se cobra políticamente la abstención?
¿De qué manera la abstención ayuda a derrotar a Maduro y superar la crisis que
afecta a todos los venezolanos? ¿Hasta cuándo van a seguir esperando por la
invasión del magnate Trump?
El camino electoral es un
escenario importante de lucha popular, no de colaboracionismo o traición.
Votar
es protestar contra la dictadura. NO a la resignación abstencionista.
17-05-18
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