Por Eduardo Matute
“Nuestras vidas son los ríos
Que van a dar en la mar,
Que es el morir” (Jorge Manrique, Coplas a la muerte de mi padre. Año
1477)
El cooperativismo tachirense,
ha sufrido en menos de un año, los fallecimientos de dos de sus principales
dirigentes: Orlando Cáceres y Luis Armando Valladares. Escribir de ellos, es
extenderse por la geografía cooperativa local, regional y nacional.
El cooperativismo venezolano,
antes del desastre organizado por el régimen actual, se perfiló en dos
vertientes. Por un lado, en el desarrollo de iniciativas en ciudades y poblados
no capitales de estado y por el otro de organizaciones de usuarios y
consumidores. Salvo en las ciudades de Barquisimeto y Barinas, en el resto de
las entidades federales, las cooperativas fuertes, desarrolladas y de
incidencia local, se expandieron en ciudades intermedias. El cooperativismo de
usuarios y consumidores, tanto en el número de asociados como en organizaciones
fue determinante en el crecimiento del cooperativismo.
En ese escenario, el Táchira
no fue la excepción, sino la confirmación de la regla. La Cooperativa
Florencia, localizada en Rubio, es el ejemplo clásico. Inicialmente conformada
como una cooperativa de consumidores (fundamentalmente ahorro y crédito) en el
año 1974, logró desarrollar un supermercado de proporciones adecuada a la
población de Rubio. En esa cooperativa iniciaron actividades tanto Orlando,
como presidente del Consejo de Administración, como Luis, en la responsabilidad
de gerente. A la par de su trabajo en la organización y crecimiento de la
cooperativa Florencia, destacaron en la promoción y constitución de la Central
Cooperativa del Táchira -Ceicotach-.
Las Centrales Cooperativas, en
su gran mayoría se han constituido en las capitales de las entidades federales,
salvo los casos de Punto Fijo, Carora, Acarigua y Carúpano, por razones de comunicación
vial, acceso a fuentes gubernamentales y estrategias de captación de nuevas
cooperativas. Así sucedió en el Táchira. La Cooperativa Florencia aporta casi
el 45% de los cooperativistas integrados en Ceicotach, que posee 39
cooperativas asociadas (datos de la Cooperativa Gestión Participativa).
Nuevamente Orlando ejerce la presidencia del Consejo de Administración de este
organismo de integración, en tanto Luis participa en su área educativa.
Al integrarse Ceicotach, en la
naciente Central Cooperativa Nacional (Ceconave), nuevamente aparecen los
nombres de Orlando y Luis. Tanto Orlando como Luis participan en los consejos
directivos de la Central Nacional.
El desarrollo profesional y
organizativo de ambos se especializan en actividades de organización
comunitaria. Orlando, gracias a su profesión de ingeniero agrónomo, trabaja en
el desarrollo de iniciativas de organización de productores del campo
tachirense y apureño. De esas gestiones, la cooperativa de productores de El
Cobre, con cerca de 1000 asociados, es su mayor legado. Por 4 años, entre 1994
y 1998, Orlando trabajó en la coordinación de la relación de los productores
agrícolas con Coopercentro, la cooperativa con mayor expansión de distribución
de alimentos en el Área Metropolitana de Caracas. Posteriormente Orlando
trabaja como gerente de la Cooperativa de asesoría profesional Horizonte
Andino, con incidencia en el suroeste del país.
Paralelamente Luis, con su
trabajo comunitario enfocado en Rubio, se apartó temporalmente de la gerencia
de la Cooperativa Florencia, para incidir en la política local. Electo en julio
del año 2000, ejerció durante 4 años, la alcaldía de Junín, de la ciudad de
Rubio. De este trabajo, logró contribuir a la constitución de la cooperativa de
aseo domiciliario del distrito Junín. Luis fue el primer directivo de Ceconave,
en ocupar un cargo de elección popular en el país.
De la vastísima experiencia de
estos dos cooperativistas, destaca por un lado, el trabajo cotidiano,
permanente, en la producción y gestión de empresas cooperativas, y por el otro,
en la comprensión de la utilidad para la población, de la conformación de
organizaciones económicas entrelazadas y autónomas, como el camino para el
mejoramiento de sus condiciones de vida.
En lo personal, al haber
compartido esperanzas, anhelos e ideales con estos dos amigos, no me queda más
que dar gracias al creador por haberlo hecho posible y mis aplausos de pie, al
extrañarlos en su partida.
“Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d’enemigos!
¡Qué maestro d’esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!” (Jorge Manrique, Coplas a la muerte de mi padre. Año 1477)
18-05-18
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