Julio César Arreaza B 30 de septiembre de 2018
Una
dictadura es una dictadura, actúa como una dictadura, todos los días se come
las luces rojas de la Constitución y utiliza la violencia; Satanás nunca dejará
de ser Satanás, es hora de tener esto claro. El actual régimen es una dictadura
que viola sistemáticamente los DDHH e infringe todos los días el orden
constitucional. Maduro no es presidente, la AN declaró el Abandono del cargo y
el TSJ legítimo lo condenó por corrupción con un cúmulo probatorio impecable.
Se le brindó el derecho a la defensa.
Al
dictador lo sostiene una camarilla que ha deshonrado la dignidad del militar
venezolano, y están presos de sí mismos por la grosera corrupción y el narcotráfico.
El país está secuestrado como lo está el diputado Requesens, que fue víctima de
la desaparición forzosa.
La
golpiza a nivel mundial de la ONU, no tiene precedentes, es inédito que seis
países conduzcan al régimen a la Corte Penal Internacional, y que a la par el
Consejo de la ONU certifica la Emergencia Humanitaria. La dictadura no puede
tapar con un dedo la hambruna que viven mayorías preteridas y las muertes por
falta de atención médica y medicamentos y de los niños por desnutrición.
Los
forajidos desconocen al Parlamento legítimo, les niega presupuesto y sueldos,
recientemente fallecieron tres trabajadores por falta de medicamentos y
seguros.
El
único diálogo posible es el que conduce a la transición a la Democracia. El
amigo y resteado por Venezuela, Almagro, llamó no sin razón imbécil a Zapatero,
y está bien, esta expresión utilizada hasta en la Biblia la utilizó
correctamente según la DRAE, nada tiene que hacer aquí ese gestor y agente de
la dictadura convicto y confeso. Váyase
a zapatear a otra parte.
La
dictadura ha dejado al país en la ruina, como saldo de su gestión perversa y
ladrona que ya va por un tercio del tiempo de su mentor, la dictadura cubana.
Todo el petróleo que produce el Zulia, sin luz y sin agua, se manda para cuba.
La contracción de la economía durante la permanencia de Maduro es del orden del
50 por ciento. Una catástrofe humanitaria sin precedentes y el tipo se niega a
irse con tan rotundo fracaso. El mes de septiembre es récord de inflación, el
salario decretado en el paquetazo de agosto ya vale una tercera parte.
Mientras
Colombia ha mejorado en los últimos años, Venezuela ha echado para atrás en
todos los órdenes, menos el moral y el de
la dignidad de unos luchadores épicos que con entereza se empeñan en el
rescate de las libertades públicas.
Todos
los días observamos fracturas cotidianas. La clave es articular la fuerza de la
gente para el cambio político. Es amoral que por una ducha de ego de algunos
dirigentes y de otros arrimados al régimen, no exista Unidad, sin embargo se va
construyendo por debajo con la misma gente de a pie.
¡Libertad
para los presos políticos y regreso de los exiliados!
Julio
César Arreaza B
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