Por Antonio Pérez
El deseo de la iglesia es
que durante el tiempo navideño, ese compartir tenga como primer destinatario a
los enfermos, a los más pobres de las comunidades y a los niños en situación
grave de desnutrición
“La pensión del seguro
social ya no alcanza ni para comprarse un pollo, mucho menos un cartón de
huevos, un kilo de queso o conseguir los ingredientes para preparar una hallaca
navideña. Por eso vengo a la iglesia, a comer, aunque sea un poquito. El alto
costo de la vida no me permite vivir mejor”. Así relató su situación personal
Pedro Rafael Solórzano, de 64 años de edad, expresando que lleva cuatro
domingos disfrutando la olla solidaria en la parroquia “La Epifanía del Señor”
en Caracas.
Solórzano
dijo “sentirse bien”, porque en esa iglesia comparte “con otros que
como a él, se les hace difícil adquirir los alimentos”. El hambre es la
necesidad más sentida en Venezuela, pero la iglesia lucha para mitigar sus
estragos entre los más necesitados.
Para el cardenal Baltazar
Porras “las ollas solidarias que tanto bien hacen, son una escuela de
emprendimiento, de generosidad en tiempo y en especie, en dar de nosotros lo
que tenemos para compartir con nuestros hermanos más necesitados”. Su deseo es
que, durante este nuevo año litúrgico, ese compartir tenga como primer
destinatario “a los enfermos, a los más pobres de la comunidad y a los niños
desnutridos”.
Más de 300 personas por
jornada
El llamado del administrador
apostólico de Caracas se vive a plenitud en la parroquia “Epifanía del Señor”,
enclavada en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Allí atienden en cada
jornada unas 300 personas, entre niños, jóvenes y adultos, según constató
Aleteia en conversación con el padre Javier Fuenmayor, párroco del lugar.
El jesuita expresó
que “esta olla solidaria es sinónimo de generosidad cristiana donde se da
sin esperar nada a cambio”. Cada último domingo de mes ofrecen el alimento a
las personas de escasos recursos que viven en los sectores cercanos. “La
intención es mitigar el hambre que se siente cada día más en el país ante la
carestía de alimentos”.
Los movimientos de
apostolado que hacen vida en esta iglesia: Legión de María, Divina Misericordia
y los ministros de la Eucaristía, junto a personas voluntarias y de buen
corazón participan en la iniciativa que nació en 2016. Cerca de las nueve de la
mañana van llegando los hombres, mujeres y niños para participar en el ágape
eclesial.
“Primero la eucaristía luego
la comida temporal”, aseguró. “Antes de servir el alimento, los pequeños
realizan actividades de esparcimiento, entre ellas pintar, y así comparten
unos minutos con el amiguito ocasional sus sueños e inquietudes”, pronunció una
de las voluntarias. Durante el último domingo asistieron más de 200 personas
adultas, y cerca de 20 a 25 niños, con edades entre 3 y 12 años.
Hasta profesionales comen
allí
Jóvenes y adultos mostraban
su agradecimiento hacia el padre Fuenmayor y sus voluntarios por ofrecer pan al
necesitado. Miguel García, de 36 años fue uno de ellos. Contó que tiene un mes
comiendo en la parroquia. Trabaja en el área de seguridad de la UCV y mostró
inquietud de colaborar en el futuro con la iglesia.
Iguales comentarios hicieron
Irma Martínez y Olga Chacón, quienes alabaron la obra social porque “nos une
como una gran familia de Dios”. Estas inquietas mujeres llegaron desde un
movimiento carismático en calidad de invitadas para colaborar. Coincidieron en
sostener que “el alimento viene de Dios, y el amor todo lo puede”.
Otro comensal fue el señor
José Alberto Vera, de 70 años quien dijo ser profesor de química, egresado de
la UCV, “la Casa que vence las sombras”, como orgullosamente recordó el lema
que caracteriza a esta casa de estudios superiores. Consideró “positiva la
labor de la iglesia en promover este tipo de iniciativas en apoyo al que no
tiene cómo alimentarse”. Vera también tuvo la oportunidad de comer y disfrutar
un poco.
Fernando Albán sigue
presente
Cerca del fogón donde se
cocina el sancocho permanece colocado un afiche del fallecido concejal del
municipio Libertador, Fernando Albán, cuyo presunto suicidio mantuvo en
vilo a los venezolanos y a la propia iglesia. “Se ganó el cariño de la
comunidad por su generosidad, su don de gente a la hora de compartir un
pedazo de pan con los más pobres de la parroquia”, aseguró el sacerdote con un
halo de tristeza.
Recordó que “el día en que
se realizaba la olla, Fernando no almorzaba, se dedicaba en cuerpo y alma para
que la actividad se cumpliera sin ningún inconveniente”. “Todavía nos duele la
ausencia física y la manera como fue manejado su extraña muerte por parte de
las autoridades gubernamentales. En la comunidad lo consideramos un hermano”.
Alegría navideña
La actividad estuvo
amenizada con villancicos, parrandas y aguinaldos. Incluso, en esta ocasión
colaboró la afamada cantante de boleros, Floria Márquez, quien reveló
a Aleteia, su preocupación por la situación que se vive en el país.
“Me duele mucho lo que
sucede en mi país, pero abrigo esperanzas de que algún día superaremos esta
horrible pesadilla, y eso lo lograremos si Dios quiere con la unión y el sentir
de todos los venezolanos a través de nuestras actitudes de rechazo a las
actuaciones del régimen”, expresó la artista.
Consideró que la olla
solidaria “es una obra preciosa por la oportunidad de brindar calor humano a
aquel que no tiene nada, por los sin techo, sin vivienda, los que no tienen
para comer”. El próximo 16 de diciembre está prevista la entrega de regalos a
los niños.
Fuente: Aleteia.org
05-12-18
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