Una venezolana en el puesto fronterizo entre Ecuador y Perú |
DIEGO GARCÍA-SAYAN 01 de julio de 2019
La
de Venezuela es la mayor crisis migratoria de la historia de Sudamérica. Pero
no se notan aún las reacciones políticas que corresponderían
La
crisis venezolana ya ha expulsado a más de 4 millones de personas, la mayor
parte en los últimos dos años. El destino: básicamente Latinoamérica en una
lista encabezada por Colombia (1,5 millones aproximadamente.), Perú (850.000) y
Chile (300.000). Y no hay señales que esto parará.
Nunca
se había producido en la región un fenómeno migratorio de esta envergadura; es,
sin duda, la mayor crisis migratoria de su historia. Pero no se notan aún las
reacciones políticas que corresponderían. Por mucho menos la región se organizó
en los 80 ante los refugiados huyendo de las guerras internas en Centroamérica.
La
recepción a venezolanos ha sido masiva, generosa y, en términos generales,
respetuosa de estándares internacionales de protección. Como se veía venir,
parecería estarse llegando a una situación límite que está incidiendo en
cambios de política en varios países. Han concurrido dos factores relacionados-
Primero,
parecía ser una emigración que podría ir bajando, ya que la mayor parte de los
sectores medios ya se había ido y se hacía –hace- más difícil viajes tan largos
peregrinajes a personas de muy bajos ingresos. Eso no ha sido así. Segundo, la
aparición de síntomas sociales de incomodidad, primero, y de xenofobia, luego,
que vienen incidiendo en decisiones gubernamentales restrictivas.
Chile
fue uno de los primeros países. En las últimas semanas ya son miles los
venezolanos cuyo ingreso como turistas, e inclusive solicitando asilo, fue
rechazado por su autoridad migratoria en la frontera peruana. Esto ha generado,
ya, una delicada situación en la fronteriza ciudad peruana de Tacna en donde
permanecen los venezolanos rechazados. A esto se suma la exigencia, desde esta
semana, de visa consular a venezolanos que quieran ingresar a Chile como
“turistas”.
En
Perú, el Gobierno viene adoptando este mes una serie de medidas restrictivas
exigiendo pasaporte y “visa humanitaria” y ajustando las exigencias para conceder
refugio. Ecuador estaría por establecer también un visado consular.
Un
factor contributivo de esto ha sido el impacto de sanciones externas a
Venezuela en el plano de las exportaciones petroleras que no parece haberle
hecho mella al Gobierno, pero sí a la gente. De manera poco responsable estas
medidas contaron con el apoyo de un sector de la oposición, sin medir que se
veían ya venir el crecimiento de corrientes xenofóbicas en los países
receptores ante una ola migratoria a todas luces indetenible.
Las
medidas restrictivas anunciadas no impedirán la migración. Pero una parte
importante lo hará ahora de manera ilegal con lo que ello implica en pérdida
control y vulnerabilidad a estas personas. En este contexto crítico, preocupan
particularmente dos cosas.
Primero,
lo poco efectivo de los esfuerzos de coordinación entre los países
latinoamericanos; han servido penas para informarse no para una articulación
regional. Por mucho menos migrantes se dieron vertebraciones cruciales en los
años 80. Esto es urgente para compartir políticas, estrategias y respuestas.
Segundo,
y como correlato de lo anterior: urgente la acción político-diplomático
concertada para la cooperación de la comunidad internacional. Poco o nada
articulado se está haciendo aún. Nuestra región no está en Europa como Turquía,
pero con los 4 millones de sirios en ese país han fluido ingentes recursos de
cooperación. Algo podría hacerse por tierras latinoamericanas.
Tomado
de: https://elpais.com/internacional/2019/06/28/america/1561687707_130959.html?id_externo_rsoc=TW_CC
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