Julio César Arreaza B. 22 de septiembre de 2019
@JulioCArreaza
En
las conversaciones que sostenemos a lo largo de los días, la pregunta habitual
que formulan nuestros interlocutores es cómo vemos las cosas y qué va a pasar.
Mi respuesta siempre es rotunda en cuanto a afirmar que las condiciones
muestran un equilibrio muy frágil de la usurpación.
La
corporación criminal que gobierna arbitrariamente apenas se sostiene por un
hilo que está a punto de romperse. Es sabido que las armas sirven para todo
menos para sentarse sobre ellas.
En
Venezuela reina un caos y el régimen forajido suele manejarlo mejor que la
alternativa democrática, pero es una ley social que no hay forma de evitar que
el caos termine devorando a los usurpadores. Respondida así la pregunta
habitual y ajustándola a las escaramuzas que suelen producirse diariamente en
un país que atraviesa enormes conflictos, corresponde hacer un alto en el
camino y sacudirse el torbellino de acontecimientos continuos e irracionales
que nos envuelve y reflexionar sobre nuestro destino.
Hay
que comenzar diciendo que la idea de un buen gobierno debe privar en la mente y
corazón de la colectividad y por ende en cada uno de sus integrantes;
persuadirnos de la necesidad de aspirar a llevar una vida tranquila y sosegada
en la que podamos trabajar, recibir buena formación, formar familia y
realizarnos personalmente en un ambiente de respeto de las libertades públicas.
En
nuestro país sucede lo contrario, desde hace 21 años una corporación criminal
ha declarado la guerra contra la colectividad, le ha robado el futuro a los jóvenes
y ha convertido el día a día de la gente en un suplicio en busca de salud,
seguridad, agua, electricidad, comida y trabajo.
Estas
reflexiones son muy necesarias y nos hacen ver que tenemos que acabar con esta
lógica diabólica que se ha apoderado del país. Resulta escandaloso que existan
478 presos políticos y 8.907 personas bajo medidas cautelares y de
presentación.
El
cuerpo policial FAES desde el año 2016 ha ejecutado extrajudicialmente a 18.000
personas en operaciones de “seguridad”.
En
medio del caos predominante debemos reflexionar sobre nuestra genuina esencia
venezolana, mirar a lo profundo de nosotros y descubrir la raíz de todas las
grandezas y el secreto de todos los triunfos del gentilicio. Poseemos como
pueblo un arte, un instinto, que un día auroral hizo de este pueblo propagador
de un ideal de libertad.
Evoquemos
y llevemos al presente nuestra marca distintiva en el anhelo de originalidad y
la aspiración de producir algo propio. De todo este caos tenemos que salir y
desembocar en la república liberal perdurable, que servirá de faro a otras
naciones hermanas. Combatamos, pues, el buen combate que nos impulsa la
esperanza y la fe en Dios y nuestras convicciones y determinación de recuperar
el orden democrático.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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