Luis Manuel Esculpi 22 de octubre de 2019
El
simplismo caracteriza –salvo notables excepciones– los análisis que intentan
comprender distintas realidades sociales y políticas que acontecen en la actualidad.
Se repiten los guiones y los estereotipos. Se intenta visualizar otras
realidades a través de la óptica nuestra. También allí los extremos se
encuentran, mientras los dos principales voceros del régimen, trasmiten la idea
de su presencia en los sucesos de otros países del continente, los extremistas
de la oposición le atribuyen todos los acontecimientos a una minuciosa
ejecución de los planes elaborados desde el Foro de Sao Paolo.
En
los sesudos análisis olvidan y contradicen la evaluación realizada con motivo
de la última reunión del citado Foro realizada en Caracas, considerada como un
fracaso, donde no asistió el Partido Socialista de Chile, ni los representantes
de la organización de los indígenas de Ecuador, tampoco el Frente Amplio de
Uruguay y Evo Morales (ahora va segunda vuelta) anunció que no asistirían como
gobierno. La figura más importante que concurrió solo para la clausura, lo hizo
en un acto cerrado y reducido Miguel Díaz Canel.
Recordemos
que para la fecha del evento en Caracas, se había dado a conocer el informe de
la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michel
Bachelet, lo que incidió de alguna manera en la ausencia de las organizaciones
mencionadas, pertenecientes a la familia de la izquierda democrática.
Sin
embargo, hay quienes le atribuyen la responsabilidad de los hechos tanto en
Ecuador como en Chile, precisamente a esa reunión del Foro de Sao Paolo, donde
las organizaciones más representativas de esos países no asistieron.
Se
suele responder como diría un amigo "disparando desde la cintura",
sin detenerse ni siquiera breves momentos a intentar desentrañar la realidad de
cada fenómeno, se actúa adoptando un manual con conceptos preestablecidos,
adecuando las repuestas a cualquier situación que se presente en los lugares
más disímiles del planeta.
Los
recientes acontecimientos en Ecuador y Chile han inundado las redes y los chats
de watsApp, convirtiéndose en una exposición de los más variados criterios, la
mayoría no exentos de las falencias y los códigos enunciados. Desde distintos
ángulos se le otorga a los sucesos las variables de obedecer a conspiraciones
externas, sin intentar hurgar en la realidad de esos países, donde existen
profundas y arraigadas razones sociales y políticas que dan origen a la
protesta, por supuesto ellas no justifican los actos vandálicos y
delincuenciales.
Nuestra
preocupación se fundamenta en la urgente necesidad de profundizar en una
reflexión que nos conduzca a comprender los cambios experimentados en las
sociedades de este tiempo, el arraigo del populismo en nuestro países, la
aplicación de ajustes macroeconómicos, donde los avances alcanzados por algunos
no han superado la inmensa brecha social y la desigualdad social existente lo
que plantea cada vez mayores exigencias y demandas desde los sectores más
vulnerables.
En
nuestro particular cuadro de dificultades tal exigencia requiere igualmente un
esfuerzo de elaboración teórico-político, para poder avanzar en la ruta
definida y lograr el cambio con gobernabilidad, en medio de la conquista de la
democracia, la igualdad de oportunidades, la reconciliación entre los
venezolanos y la reinstitucionalización del país.
Tamaña
labor exige de la dirección política, no tan solo de ella, despejar las
incógnitas planteadas por los nuevos problemas. Incurriríamos en un grave error
si pretendiéramos hacerlo con las vetustas fórmulas conocidas y trilladas
durante mucho tiempo. Los cambios experimentados por la humanidad en esta era
se suceden a una velocidad inimaginable hasta hace poco, la revolución
científico técnica, ha producido un gran impacto en el comportamiento social.
No
existe un recetario para atender a las interrogantes de este tiempo, ellas
exige nuevas repuestas, para lo cual los dogmas resultan inservibles. Los
manuales resultan inútiles.
Luís
Manuel Esculpi
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