Miguel Méndez Rodulfo 29 de noviembre de 2019
De
qué trata un documento de política Pública o uno de transición? De premisas y
propuestas para solucionar los problemas de la gente, cada uno en su tiempo de
acción. A un político le interesa saber cómo solucionar lo que aqueja a quienes
va a gobernar, por lo que quiere tener elementos para el discurso tanto en su
rol opositor como en su campaña electoral. El político debe hablar en forma
pertinente de los temas que lesionan la calidad de vida de las comunidades y
debe además ofrecer como solucionarlos; este mensaje debe expresarlo en forma
sencilla, clara y didáctica, para crear la percepción de que maneja en
profundidad el tema. De allí la importancia de una política pública y de un
documento de transición.
Plan
País como he dicho muchas veces, no debe ser un plan sino que propiamente se
refiere a un programa de acciones para reconstruir la infraestructura devastada
que nos dejará como legado el régimen. Por tanto debía enfocarse en el corto
plazo, en el período de dos años y un poco más, tiempo que tomará estabilizar a
Venezuela. El asunto es que lo que vemos de Plan País es un intento por
formular un plan en el mediano plazo, con el agravante que se da por descontado
que ocurrirá un milagro que permitirá que las labores que se deben realizar
durante la transición “alguien”, que no se sabe quién, las hará.
La
omisión en incorporar una mayor diversidad profesional en la composición del
grupo que desarrolló Plan País Infraestructura, así como la ausencia de un
equipo consultivo externo, capaz de haber revisado y validado la visión,
estrategia y contenido de los documentos que se produjeran, evitó que se
hicieran correcciones fundamentales en el enfoque, los tiempos y la orientación
del trabajo. Faltó también haber analizado los documentos que se fueron
generando como si los hubiese escrito otro grupo, al igual que haberlos
sometido a la consideración de personas con el encargo de que realizaran una
lectura crítica, casi diríamos pesimista; esto hubiese evitado el entusiasmo
exagerado que muchas veces nos obnubila, cuando hemos trabajado con pasión, y
quizá el resultado hubiese sido otro.
La
impresión que me queda cuando se expresan críticas a PPI es que más allá de
determinar la validez de las observaciones planteadas en un examen
desapasionado, la actitud es de convencernos de que todo está bajo control, que
no hay que preocuparse, que eso está considerado, que probablemente haya que
resaltar algo que no se destacó, pero que el sustrato está muy bien. Bueno,
ojalá eso fuera así por el bien de todos, pero íntimamente creo que ese no es
el caso, que muchas cosas deben replantearse, pero que no es para nada difícil
mejorar el contenido de los documentos. Sólo hace falta un poco de buena
voluntad, dedicar una etapa no muy larga a revisar e incorporar aquello que se
considere conveniente.
La
crítica no es mala, sino que por el contrario tiene una gran utilidad porque
nos permite ver otro punto de vista, mirar algo en lo que no reparamos y
mejorar nuestras ideas y planteamientos. Si bien es verdad que no toda crítica
es fundada, corresponde evaluarlas para determinar la pertinencia de algunas y
proceder a considerarlas para mejorar nuestro trabajo. Es tal la trascendencia
de PPI que no debemos desaprovechar la oportunidad de ofrecer el mejor marco de
recuperación que se le debe ofrecer a Venezuela a la hora de asumir una nueva
gobernabilidad. De eso se trata, la democracia y la civilización.
Miguel
Méndez Rodulfo
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