Trino Márquez 12 de diciembre de 2019
@trinomarquezc
El
año 2019 está cerrando en medio de uno de los ajustes más feroces de los que se
tenga memoria en América Latina. El gobierno de Nicolás Maduro decidió combatir
la escasez, el desabastecimiento y la hiperinflación aplicando una receta nada
socialista: liberó los precios de la mayoría de los productos de consumo masivo,
dejó que un sector de la economía, el de los precios, se dolarizara, permitió
que los sueldos se pulverizaran, y redujo a su mínima expresión el gasto fiscal
en áreas vitales relacionadas con la calidad vida. En este último rubro dejó de
invertir en educación, salud, vías de comunicación, transporte colectivo,
infraestructura, y en todos los campos que hacen más amable la vida cotidiana.
El régimen se olvidó de la gente y de la política social. O mejor dicho, la
redujo al aumento episódico del salario mínimo y las pensiones del seguro
social, y a las transferencias monetarias que ocasionalmente ordena colocar en
los bancos que las distribuyen.
Este
ajuste tan agresivo ha hecho que las cifras de pobreza aumenten y que los
pobres sean cada vez más menesterosos. Los datos acerca de la situación
alimentaria son alarmantes. Están afectando a las generaciones actuales e
impactarán a las futuras. De acuerdo con Encovi y con la Fundación Bengoa, está
es desarrollo una generación con serios déficits nutricionales. La desnutrición
afecta a las parturientas y a los niños recién nacidos. Sin embargo, no existe
ningún plan oficial dirigido a detener ese deterioro. El Plan de Alimentación
Escolar desapareció. Lo único que se le ha ocurrido al gobierno es repartir algunos
alimentos a través de las cajas Clap, cada más precarias y esporádicas.
La
educación pública, en todos los niveles, también fue abandonada. La inversión
en la construcción de nuevas unidades educativas y en la reparación y
mantenimiento de las existentes, se extinguió. Los sueldos miserables que ganan
los maestros de primaria, los profesores de bachillerato y universitarios,
condujo a una fuga masiva de docentes de los centros de enseñanza. Los docentes
viven en condición de pobreza extrema. Lo mismo ocurre con los médicos y
enfermeras que laboran para el Estado. Nicolás Maduro atacó el déficit fiscal
pulverizando el ingreso de todos los trabajadores.
La
infraestructura se encuentra desmantelada. Después de que los bolichicos
saquearon los recursos destinados a mejorar las fuentes de generación de
electricidad y las redes de distribución, se olvidó es este sector. Venezuela
ha retrocedido décadas en este campo. En la práctica lo reprivatizó. Quienes
poseen electricidad de forma regular y permanente son las familias o los
condominios con posibilidades de comprar una planta eléctrica y luego financiar
sus elevados costos. El proyecto de mantener una electricidad socialista,
colectiva y democrática, se esfumó. Es cierto que el servicio casi se regala, pero
quienes más sufren el asalto a los recursos destinados a mejorar la
electricidad son las familias más pobres.
El
transporte público, privado y del Estado, se haya en escombros. El Metro de
Caracas ahora representa un peligro muy serio en todos los sentidos, para los
usuarios. Si no son objeto de un asalto pueden sufrir graves lesiones por los
continuos accidentes que ocurren. Desde hace mucho tiempo el gobierno no
incorpora al sistema nuevos vagones, ni nuevos autobuses.
Los
hospitales del Estado también se encuentran en una situación deplorable.
Símbolos del pasado reciente como el Hospital Clínico, El Pescozón, el Domingo
Luciani o el centenario Hospital Vargas, salieron del foco de atención de las
autoridades de salud. Los reportes del Observatorio Venezolano de los Servicios
Públicos son elocuentes.
Incluso,
un campo conexo al área s social como la telefonía celular y los servicios de
internet propiedad del Estado fueron quebrados. En esta esfera, en la cual el
sector público pretendía competir con el sector privado, el descalabro es
total. Cantv y Movilnet van en vías de extinción. Nadie debería sorprenderse si
un día cercano el gobierno anuncia su venta a los chinos. Reestatizaron esos
servicios para luego demolerlos.
La
inversión en el área social se redujo a lanzar luces de bengala. Maduro se
desentendió de la situación concreta de los venezolanos en todas las áreas
relacionadas con la normalidad ciudadana y la calidad de vida. La inmensa
mayoría de los venezolanos cerrará 2019 viviendo en una situación más precaria
que a comienzos de año. La brecha entre esa inmensa capa y el reducido grupo
que tiene acceso de forma continua a los dólares y a las otras divisas, seguirá
ensanchándose.
Llamar
neoliberal al ajuste de Maduro es una forma de maquillarlo. En realidad se
trata de un ajuste de una crueldad inenarrable.
PD:
Me despido de ustedes hasta enero. En medio de la adversidad, traten de pasarla
lo mejor posible este diciembre. Un abrazo.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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